La enfermedad de Parkinson puede manejarse si se detecta temprano, pues existen tratamientos, que incluyen rehabilitación, medicamentos y cirugía, para ayudar mantener bajo control sus síntomas, adaptarse a la situación y poder mantener buena calidad de vida.
Enfermedad de Parkinson: ¿qué es?
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Para entender la historia de este mal, tenemos que remontarnos a 1817, cuando el médico inglés James Parkinson estudió un síndrome al que denominó Parálisis Agitans, posteriormente bautizado, en 1861, como enfermedad de Parkinson por el neurólogo francés Jean-Martin Charcot.
El mal de Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa crónica que afecta principalmente las células cerebrales que producen dopamina, una sustancia química que ayuda a controlar el movimiento. El daño a las células cerebrales es progresivo durante el desarrollo de la enfermedad.
La causa exacta de la enfermedad de Parkinson es desconocida, aunque se estima que puede ser hereditaria y que la exposición constante a toxinas puede influir en su desarrollo. El trastorno del cerebro de la enfermedad de Parkinson provoca movimientos involuntarios o incontrolables, como temblores, rigidez y dificultad con el equilibrio y la coordinación.
Por lo general, los síntomas comienzan poco a poco y empeoran con el tiempo. A medida que la enfermedad avanza, las personas enfrentan dificultad para hablar y caminar.
Otros síntomas pueden incluir depresión, cambios emocionales, dificultad para tragar, masticar y hablar, problemas urinarios o estreñimiento, problemas den la piel.
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Síntomas, evolución y tratamiento
Los síntomas y la evolución de la enfermedad de Parkinson difieren de una persona a otra. Los primeros síntomas de esta enfermedad son leves y ocurren poco a poco. Por ejemplo, las personas pueden sentir temblores leves o tener dificultad para levantarse de una silla.
También pueden notar que hablan demasiado bajo o que su escritura es lenta y su letra se ve apretada o pequeña. Los amigos o familiares pueden ser los primeros en observar los cambios en alguien en la etapa inicial de la enfermedad. Ellos pueden ver que el rostro de la persona no muestra expresión y animación, o que la persona no mueve un brazo o una pierna con normalidad.
A menudo, las personas con esta enfermedad desarrollan un modo de andar parkinsoniano que incluye una tendencia a inclinarse hacia adelante; pasos pequeños y rápidos; y movimiento reducido de los brazos. También pueden tener problemas para iniciar o continuar un movimiento.
Algunas investigaciones sugieren que este mal afecta más a hombres que a mujeres, aunque cualquier persona podría tener esta enfermedad. Aún no se sabe por qué, pero se están realizando estudios para comprender los factores que pueden aumentar el riesgo.
Un riesgo evidente es la edad. Aunque la enfermedad de Parkinson se presenta por primera vez después de los 60 años en la mayoría de las personas, la enfermedad se inicia antes de los 50 años en alrededor del 5% al 10%. Esta forma de inicio temprano es hereditaria pero no siempre, aunque estudios indican que hay relación con alteraciones específicas en los genes.
La causa exacta de la enfermedad de Parkinson es desconocida, aunque se estima que puede ser hereditaria y que la exposición constante a toxinas puede influir en su desarrollo. No hay cura pero los tratamientos pueden ayudar a controlar los síntomas, mejorar la calidad de vida y permitir que las personas con Parkinson sigan llevando una vida activa y plena.
Hay medicamentos que ayudan a tratar los síntomas de la enfermedad de Parkinson al aumentar el nivel de dopamina en el cerebro. También ayudan a influir en otras sustancias químicas del cerebro, como los neurotransmisores, que transfieren información entre las células del cerebro.Además, ayudan a controlar los síntomas no relacionados con el movimiento.
La terapia principal para la enfermedad de Parkinson es la levodopa. Las células nerviosas usan levodopa para producir dopamina y reponer esta sustancia en el cerebro. Por lo general, la levodopa se toma junto con otro medicamento llamado carbidopa. La carbidopa previene o reduce algunos de los efectos secundarios de la levodopa, como náuseas, vómitos, presión arterial baja e intranquilidad, y también disminuye la cantidad de levodopa necesaria para mejorar los síntomas.
Las personas con la enfermedad de Parkinson nunca deben dejar de tomar levodopa sin antes consultar a su médico. Dejar de tomar el medicamento repentinamente puede tener efectos secundarios graves, como no poder moverse o tener dificultad para respirar.
Los síntomas y la evolución de la enfermedad de Parkinson difieren de una persona a otra. Los primeros síntomas de esta enfermedad son leves y ocurren poco a poco. Por ejemplo, las personas pueden sentir temblores leves o tener dificultad para levantarse de una silla.
También pueden notar que hablan demasiado bajo o que su escritura es lenta y su letra se ve apretada o pequeña. Los amigos o familiares pueden ser los primeros en observar los cambios en alguien en la etapa inicial de la enfermedad. Ellos pueden ver que el rostro de la persona no muestra expresión y animación, o que la persona no mueve un brazo o una pierna con normalidad.
A menudo, las personas con esta enfermedad desarrollan un modo de andar parkinsoniano que incluye una tendencia a inclinarse hacia adelante; pasos pequeños y rápidos; y movimiento reducido de los brazos. También pueden tener problemas para iniciar o continuar un movimiento.
Comer una dieta de alimentos integrales, basada en plantas y de estilo mediterráneo — incluyendo verduras frescas, frutas y bayas, nueces, semillas, pescado, aceites de oliva y coco y más — puede estar relacionado con una progresión más lenta de la enfermedad de Parkinson.
Por otro lado, carnes ricas en grasas (pato, cerdo y ternera), carnes curadas o ahumadas, charcutería (patés y salchichas), pescados adobados, vísceras, escabeches y salazones, frutas escarchadas y confitadas, bebidas alcohólicas y estimulantes, y el café en exceso son alimentos que pueden avanzar la progresión de la enfermedad.
Las fases del Parkinson:
Fase 1: Síntomas motores leves en un lado del cuerpo.
Fase 2: Síntomas más graves especialmente en marcha y postura.
Fase 3: Algunas tareas habituales se dificultan.
Fase 4: Síntomas limitantes para caminar.
Fase 5: Rigidez e imposibilidad para caminar.
Diagnóstico de la enfermedad de Parkinson
Actualmente, no existen análisis de sangre u otras pruebas de laboratorio para diagnosticar casos no genéticos de la enfermedad de Parkinson. Por lo general, los médicos diagnostican esta enfermedad al tomar la historia clínica de la persona y al realizar un examen neurológico.
Si los síntomas mejoran después de tomar medicamentos, esto es otro indicador de que la persona tiene Parkinson. Otras condiciones de salud pueden causar síntomas similares a los de la enfermedad de Parkinson. A veces se dice que las personas con síntomas similares al Parkinson pero debidas a otras causas, como la atrofia multisistémica y la demencia con cuerpos de Lewy, tienen parkinsonismo.
Si bien inicialmente estos trastornos pueden diagnosticarse erróneamente como enfermedad de Parkinson, ciertas pruebas médicas y la respuesta a los medicamentos, pueden ayudar al diagnóstico. Muchas otras enfermedades tienen características similares, pero necesitan tratamientos diferentes, por lo que es importante obtener un diagnóstico preciso lo antes posible.