MINNEAPOLIS (AP) — Karl-Anthony Towns subió al mismo podio ante el que había hablado en la sala de conferencias durante tantas temporadas. El dominicano-estadounidense sonrió ante esta experiencia extraña de llegar al estadio de Minnesota como miembro del equipo visitante.
Hace apenas unos meses, un gran retrato enmarcado de Towns colgaba en la pared, detrás del estrado y junto con imágenes de otras estrellas que jugaban en el Target Center. Ahora, Anthony Edwards es indiscutiblemente la principal atracción en más de un sentido.
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El momento del miércoles en que aterrizó en el aeropuerto de Minneapolis el avión que llevaba a los Knicks de Nueva York fue también extraño, con un viaje al hotel del equipo en lugar de un rápido recorrido a casa. Después de todo, Towns pasó nueve años formativos con los Timberwolves.
La franquicia atravesó penurias durante mucho tiempo, pero Towns se mantuvo tan leal que llegó a pensar que seguiría ahí durante toda su carrera en la NBA.
Pero ahí estaba, hablando con los reporteros unas nueve horas antes de que los Knicks y los Timberwolves comenzaran el partido.
Towns enfrentaba a varios amigos cercanos. Y el cuatro veces seleccionado al Juego de Estrellas evidenció dificultades para controlar todas las emociones y la intriga alrededor de un partido de temporada regular que sería cualquier cosa menos ordinario.
“Sé que va a involucrar mucho, pero sólo aprecio cada segundo, cada momento”, dijo Towns, aún inseguro sobre cómo sería la recepción de la multitud o cuánto se concentraría en el video de homenaje que se reproduciría en la pantalla gigante antes de su primera aparición en la arena desde que los Timberwolves lo traspasaron.
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Minnesota firmó un canje con los Knicks tres días antes de la apertura de los entrenamientos. Obtuvo a cambio a Julius Randle, Donte DiVincenzo y la flexibilidad futura del límite salarial que vino con la descarga del contrato de Towns.
“Normalmente, soy yo el que lleva la camiseta de los Timberwolves, mirando los videos de homenaje. Pero es un poco extraño estar del otro lado ahora”, dijo Towns.
Tan apegado como estaba a la organización y a la comunidad, adaptarse al nuevo hogar fue más fácil por el hecho de que Towns nació y creció cerca, en Nueva Jersey. Volver a la posición de pívot fue una transición más suave porque acababa de pasar los dos años anteriores acostumbrándose al puesto de ala-pívot para dar espacio a la adquisición de Rudy Gobert.
Según todos los criterios, el ajuste ha ido bien. Los Knicks llegaron a Minnesota en el tercer lugar en la Conferencia Este, y Towns llevó un promedio de 24.8 puntos por partido al enfrentamiento del jueves con los Timberwolves, el más alto en cuatro años.
El entrenador de los Knicks, Tom Thibodeau, quien supervisó a Towns durante más de dos temporadas en el banquillo en Minnesota, tenía altas expectativas que claramente se han cumplido, señalando la mejora del joven de 29 años en pases, tapas y fuerza general desde la última vez que lo entrenó.
“Siempre ha tenido un buen toque. Siempre ha tenido muy buenos instintos. Pero creo que estar en grandes partidos y adaptarse a diferentes compañeros de equipo hace que aprendas de tus compañeros también”, dijo Thibodeau. “Y creo que entender que tienes que hacerlo dentro de un concepto de equipo requiere mucho sacrificio. Él ha demostrado eso a lo largo de su carrera, su disposición a sacrificarse y poner al equipo primero”.