Para cualquiera que haya encontrado demasiado mansas las tensiones que reverberan en el documental “The Beatles: Get Back”, los Foo Fighters hicieron una película en la que las discusiones sobre la grabación de un álbum conducen a un rastro de cadáveres y no, esto tampoco es culpa de Yoko.
“Studio 666”, una comedia de terror protagonizada por los seis miembros de Foo Fighters como ellos mismos, es uno de los conceptos más tontos que ha llegado a la pantalla grande en mucho tiempo. Que incluso exista es parte de la broma, o tal vez incluso la broma completa. Mientras Dave Grohl y sus compañeros estaban creando su décimo álbum en una casa grande y antigua en el Valle de San Fernando de Los Ángeles, se les ocurrió la idea de un riff más sangriento de “This Is Spinal Tap” que no solo los parodiaría a ellos mismos sino a cualquier banda que alguna vez se encerró en un lugar colorido del que se dice que tiene buen sonido.
“Como Zeppelin, cuando Zeppelin fue al castillo”, insta Grohl a sus compañeros de banda en la película.
“Studio 666”, que se estrena en cines de Estados Unidos el viernes, fue concebida como una broma, y así resulta exactamente. Es una tontería, y hay algo que decir sobre ver a Grohl y la pandilla divirtiéndose tanto. En la versión que vi, incluso pude pillarlos sin poder contener la risa una o dos veces. No es mucho lo que puede durar ese encanto, por supuesto. Este es, esencialmente, un boceto decente de “Saturday Night Live” extendido a casi dos horas.
Pero los Foo Fighters han demostrado en sus tres décadas de carrera las posibilidades ilimitadas de ser tipos corrientes, positivos y autocríticos. Dejar que los buenos tiempos fluyan ha hecho de los Foo Fighters una de las bandas más grandes del rock, miembros del Salón de la Fama y, ahora, estrellas de cine. En todo caso, “Studio 666” es un testimonio de lo simpáticos que son.
Las malas vibras son el enemigo en “Studio 666″. Eso, y una fuerza demoníaca que habita debajo de la casa y se apodera de Grohl, convirtiendo su deseo monomaníaco de un álbum “épico” en una obsesión febril y asesina. Haciendo referencia a Rush, quiere que sea “2112 veces 2112”. Afirma haber descubierto una nueva nota: L sostenida. Una trilladora de heavy metal se extiende más allá de 40 minutos.
Los miembros de la banda (Taylor Hawkins, Pat Smear, Rami Jaffee, Chris Shiflett, Nate Mendel) son eliminados uno por uno, y el director B.J. McDonnell se asegura de que cualquier muerte sea cómicamente extrema. Algunos amigos hacen cameos: Lionel Richie, Whitney Cummings y Will Forte como un repartidor con una cinta de demostración que le dice al grupo que son su “segunda banda favorita después de Coldplay”.
Es raro que un grupo musical haga una película como esta (los documentales parecen el formato preferido en estos días) y más raro aún que sea una banda que ha existido tanto tiempo como los Foo Fighters. Con suerte comenzará una nueva tendencia entre las estrellas musicales de los años 90. ¿Quizás una película descabellada sobre atracos con Pavement o un thriller de ciencia ficción con Radiohead?
“Studio 666”, un estreno de Open Road, tiene una clasificación R (que requiere que los menores de 17 años la vean acompañados de un padre o tutor) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por contenido violento y sangriento fuerte, lenguaje soez y contenido sexual. Duración: 108 minutos. Dos estrellas de cuatro.
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Jake Coyle está en Twitter como https://twitter.com/jakecoyleAP.