Londres - La reina Isabel II entró el martes en la Abadía de Westminster a través de una puerta lateral y cumplió su deseo de asistir a un servicio de acción de gracias por su amado esposo, el fallecido príncipe Felipe.
La monarca entró en la iglesia del brazo de su segundo hijo, el príncipe Andrés, y después se separó para caminar sola hasta su asiento, lo que alivió las preocupaciones sobre su salud, que habían puesto en duda su asistencia. Era su primer acto público importante en los últimos meses, en los que ha sufrido problemas de movilidad no especificados.
Isabel, que se recuperó hace poco de COVID-19, no asistió al servicio del Día de la Mancomunidad celebrado en la Abadía de Westminster, aunque mantuvo otras tareas en su agenda, incluidas audiencias en persona.
La monarca de 95 años participó activamente en planificar el evento, que incluía himnos y homenajes de las obras benéficas del príncipe. Esos detalles no fueron posibles durante su funeral del año pasado debido a las normas contra el COVID-19.
Unos 1.800 familiares e invitados asistieron al acto. Apenas 30 personas acudieron al funeral del año pasado, realizado bajo estrictas normas de cuarentena que obligaron a la reina a sentarse sola, con una mascarilla negra para despedir a su esposo, a quien describía como su roca.
Felipe murió el 9 de abril a los 99 años.
El servicio del martes incluiría el himno “Guíame, oh gran redentor”, cumpliendo uno de los deseos de Felipe para su funeral y que no pudo ofrecerse en su momento porque las restricciones prohibían los cánticos.
Jóvenes que participan en la organización benéfica Duque de Edimburgo y asociaciones de cadetes juveniles flanqueaban las escaleras de la abadía para recibir a los invitados.
Al acto acudió la familia real británica, junto con unos 30 miembros de la realeza extranjera, como el príncipe Alberto de Mónaco, la reina Margarita de Dinamarca, el rey Harald y la reina Sonia de Noruega y el rey Felipe VI y la reina Letizia de España.
También asistieron familiares y amigos de Felipe, junto con 500 representantes de organizaciones benéficas y otros grupos a los que apoyaba.
Andrés ha abandonado las labores oficiales de la familia real, aunque se esperaba que asistiera al servicio en memoria de su padre tras alcanzar un acuerdo en una demanda relacionada con su asociación con el delincuente sexual condenado Jeffrey Epstein.