Cine

Eugenio Derbez: “Los niños me han sorprendido en cada película que he hecho”

El actor y productor mexicano habla sobre la nueva película que estrena hoy jueves.

“Me he enfocado últimamente en no solamente hacer reír a la gente, sino en hacerla pensar, sentir”. Con esta aseveración el actor y productor, Eugenio Derbez, valida su evolución como artista, cuya carrera comenzó como comediante y ha trascendido a protagonizar y producir proyectos que provoquen la discusión, como es el caso de Radical, su más reciente propuesta que estrena hoy en Puerto Rico.

La cinta presenta la historia verídica de un maestro de un pueblo rural costero de México, que transformó la vida de un grupo de estudiantes con un método didáctico poco convencional, rompiendo con paradigmas teóricos de la educación tradicional.

El histrión, que tuvo una participación destacada en la ganadora del Oscar como Mejor Película (2021), CODA, recientemente también estrenó en calidad de actor y productor la emotiva cinta Aristotle & Dante Discover The Secrets of The Universe. En entrevista con Metro —gracias a un permiso especial, para poder promover la cinta, otorgado por el SAG-AFTRA gremio de actores que todavía se encuentra en huelga— Derbez manifestó la emoción que le causa trabajar con talentosos niños, en este caso, sin preparación actoral alguna.

3 preguntas para Eugenio:

Hay muchas películas que uno dice, “este personaje parece que fue escrito para este actor” y así me sentí con el personaje de Sergio. ¿Te pasó lo mismo? ¿Cómo te sentiste cuando te llegó el material?

—Me sentí al principio muy inseguro, con mucho miedo, porque cuando tienes que interpretar a un personaje de la historia que existió, siempre sientes una gran responsabilidad. Pero cuando tienes que interpretar a alguien que todavía está vivo y que además está viendo, porque estaba ahí en el set con nosotros, era es mucho más difícil, porque te sientes juzgado, sientes que te están viendo, tienes que hacerlo quedar bien, hacerle honor al personaje y no quería equivocarme. Entonces por un lado es más difícil. Pero, por otro lado, también tengo la ventaja de poder hablar con él, de poder preguntarle. Él me mencionaba, que no quería ser una figura de autoridad para los niños; quería ser uno más, quería ser su amigo, un estudiante más. Por eso se dedicó a mover, a sacar los pupitres, como se ve en la película, a ponerlos en círculo, quería que fueran todos iguales. Les pedía que no levantaran la mano, que hablaran nada más en orden, pero que no tenían que pedir permiso. Quería que fuera como una plática en donde los niños se sintieran cómodos de preguntar cualquier cosa y se dio cuenta que la curiosidad los hacía aprender más que ponerlos a memorizar y es por eso que él intenta hacerlos pensar.

En muchas de tus películas has trabajado con niños. ¿Qué puedes decir que aprendiste de estos niños en particular?

—Híjole, trabajar con niños es una lección todos los días, porque, aunque no lo creas, no sabes la disciplina que tienen. Ya me había tocado trabajar con niños en La Misma Luna. El niño era maravilloso, una entrega, un talento increíble. Lo mismo digo en No Se Aceptan Devoluciones, la niña que me tocó, Loreto Peralta, una joya. Yo creo que muy pocos adultos con los que he trabajado han tenido el profesionalismo que tenía esa niña, lo mismo con estos niños. Estos no eran actores, el director no quería tener niños actores. Entonces darme cuenta como estaban ahí todos los días, por amor al trabajo, por amor a la historia, para mí fue una gran lección y ver cómo llegaban, estudiados, disciplinados, eso no se ve cualquier día, la verdad. Me han sorprendido en cada película que he hecho y por eso me gusta mucho trabajar con ellos, por sus actuaciones super naturales y súper lindas.

¿Qué elementos debe tener una historia para que decidas producirla?

—Mira que buena pregunta, porque me he enfocado últimamente en no solamente hacer reír a la gente, sino en hacerla pensar, sentir. Y en tratar de dignificar la imagen de los latinos y, si es posible, de mi país. Y un poco radical es eso, radical. No quiero que se sienta como una crítica a la mala educación o a la violencia que tanto vemos en mi país, sino más bien como una historia de inspiración. Puedes cambiar el mundo desde tu trinchera, desde un lugar tan pequeño como ser un maestro en una escuela rural. Puede ser un cambio gigantesco. Ese maestro le cambió la vida, no sé, a 15 o 20 niños. Eso es un gran comienzo. Ese es el tipo de historias que quiero contar. Por eso me he enfocado mucho en producir historias que inspiren, que motiven y que no te hagan reír y te entretengan nada más, sino que te las puedes llevar a tu casa y te dejen pensando.

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