Shein es la marca más descargada del mundo en 56 países, incluso por encima de Amazon. Ya ha sido valuada en más de 30 mil millones de dólares y es claro que superó a Inditex y a H&M. De hecho, según Earnest Research, representa en Estados Unidos el 28% del mercado de fast fashion.
Así, la compañía fundada en 2008 como un pequeño negocio de vestidos de novia, este año cuenta con su propia cadena de producción que genera dos mil estilos al día, ahora abarca más de 220 países y engancha a los compradores a través de la gamificación, los puntos que se traducen en descuentos si estos dejan reviews y los hauls de influencers y creadores de contenidos que llegan a gastar hasta mil dólares en una sesión de compras.
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Por supuesto, todo se debe a los precios. Y a que hay de todo, desde ropa plus size hasta decoración, elementos de cocina, productos de belleza. No hay nada que no se pueda encontrar en una tienda que no solo es de fast fashion, sino que incluso vende luces led de 30 dólares y muchísimo menos. En Tiktok la marca ya tiene más de 17 mil millones de vistas con los hauls, los comparativos de los usuarios y los no tan anónimos, pues esta se ha aliado con Addison Rae y Madelaine Pesth.
Pero, ahora la nueva frontera, tal y como ha sucedido en Estados Unidos, Canadá, México y el Medio Oriente, son precisamente sus antípodas en el negocio de la moda: los diseñadores emergentes, que hacen de su marca un statement de moda lenta, única y atemporal. Pero que precisamente no cuentan con los medios para expandirse.
Shein X, ¿vendiéndole el alma al diablo, o la oportunidad de la vida?
Este es el programa que lanzó Shein y que ayuda a 500 diseñadores. Se añaden nuevos cada mes y la plataforma les permite desarrollar una colección cápsula desde los bocetos en adelante. Antes podían permitirse plagiar (esas acusaciones abundan, sobre todo de creadores más chicos y es contundente la evidencia) pero ahora fagocitan al diseñador emergente. De hecho, a través de un show transmitido en su plataforma y en sus redes sociales que se dividió en cuatro fases y que contó con jueces de la talla de Jenna Lyons, Christian Siriano, Christopher Kane y Khloé Kardashian, entre otros.
El ganador recibía, aparte de su colección cápsula, 100 mil dólares. Y para varios concursantes, conscientes de lo que implica un negocio que ha expuesto sus niveles de explotación e impacto ambiental (Shein es muy misterioso al respecto), implica alcanzar una plataforma que les tomaría años, o toda la vida tener. Exposición, mentoría, distribución y venta.
Y que, por supuesto, obedece a los intereses de expansión en mercados clave, como pasó con México, donde cuatro diseñadores lanzaron sus cápsulas con la marca china. “El interés de elegir moda de autor básicamente es una estrategia que llevan hacia todos los mercados hacia los que desean penetrar y es claro su interés para erigirse como la marca ultra fast fashion más importante. Por ende, actúan acorde. En México por ejemplo, tienen mucho que ganar al ser el país centroamericano que más aumentó su consumo online, y en este segmento hay un interés por ropa accesible. Y esa estrategia parte también de que se perciba que a la compañía le interesa y apoya al país. Así que, aparte de colaborar con diseñadores nacionales, lanzaron colaboraciones con influencers y superestrellas como Kimberly Loaiza, y estas tienen una comunidad increíblemente joven. También han patrocinado telenovelas. Es interesante ver ahora cómo está Televisa (su gran productora de telenovelas).
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Pero igual, aparte de esta decisión, van a seguir plagiando”, le explica a Metro el periodista y creador de contenido mexicano Guillermo Fonseca, Fashion Theorist, que acota que tanto elegir ser diseñador como comprar en Shein tiene siempre sus matices.
¨Todo depende del ojo de quien ve. Muchas veces, el consumo de fast fashion es juzgado por personas que tienen el privilegio de comprar en otros segmentos. Al final, Shein hace la moda accesible para ciertas demografías y no es mi papel juzgar a las marcas que colaboraron con ellos. Pero sí es un reto para algunas marcas el cómo continuar luego de colaborar con Shein al proclamarse éticamente responsables y conscientes. Ahora, es un juicio que debe hacer el diseñador, porque muchos de ellos, más en mercados emergentes, tienen que crecer y cada marca tendrá una razón personal para aceptar su colaboración y de paso cargar con la repercusión para su propia marca”, explica Fonseca. “Ahora bien, no creo que el propósito de Shein sea ayudar a estos diseñadores emergentes. Solo se ayuda a sí mismo y a tener el mercado de interés en la palma de su mano. Al final del día, no es la única responsabilidad ni de ellos, ni de los consumidores de ultra fast fashion solamente ver cómo está este sistema, sino cómo opera Shein”, expresa.
¿Comprar o no comprar? ¿Colaborar, o no colaborar? Quién sabe. Lo único certero son los números de una de las compañías más herméticas en cuanto a producción, pero que le puede cambiar la vida a cualquier mente creativa ofreciéndole todo lo demás para seguir ganando a su costa. Y a la suya.