¡Sí! Así es su lengua, más fuerte que un Súper Héroe, incansable y poderosa. Y, como le contaba un Bocadillo atrás, la extraordinaria musculatura lingual que poseemos le permite a nuestra linda lengua una impresionante movilidad. Mire qué interesante: la lengua que usted tiene en su boca, no en sus manos ni en su ropa, posee músculos que se originan fuera de ella (llamados extrínsecos) y músculos dentro de ella (esos son los intrínsecos). Son un montón, todos ellos con nombres muy simpáticos. Por ejemplo, el músculo geniogloso que se inserta en la apófisis geni de la mandíbula y se dirige en forma de abanico hacia la lengua. También tenemos el músculo estilogloso y el hipogloso (no se ría que es en serio, jajajaja). Uno se inserta en el hueso temporal mientras que el otro se inserta en el hueso hioides. El palatogloso, el faringogloso, el amigdagloso también forman parte del repertorio muscular de su invencible lengua. También hay un músculo lingual inferior, otro superior y otro transverso. Este último termina en los bordes de su lenguita.
¿Y de dónde sale tanto músculo con ese goloso “sufijo” -gloso? Nada que ver con glotonería. Todos esos -GLOSOS que usted ve en el final de los nombres de su musculatura lingual son, en este caso, sufijos que se pegan a otros morfemas y nos remiten a -glosia, a lengua. También los podemos encontrar como prefijos con el mismo significado. Gloso nos llega del griego glossa, que significa eso mismo, lengua. ¿Ejemplos de palabras que empiezan o terminan con -glosa, glosia? Hay muchísimas en el campo semántico de la medicina, pero ese no es el único. También en otras disciplinas como glosario, diglosia, glosopedia, y muchas muchas más (todas ellas vinculadas de una forma u otra a su lengua). Bueno, ya está bueno. Lo dejo por ahora para que reflexione sobre su lengua, y siga “glosando” con ella. ¿Glosando? ¡Mi dulce Metro Lector, eso es otro Bocadillo!