¿Te has preguntado por qué bajas el volumen cuando vas a estacionar tu auto?

Esta particular metodología también sucede cuando se maneja por zonas desconocidas

Vas manejando a un sitio determinado. Llegaste y estás buscando ese lugar donde vas a estacionar tu auto y sin darte cuenta le bajaste el volumen a la emisora radial que tienes sintonizada o algún disco reproducido en el Spotify o YouTube. ¿Alguna vez te preguntaste por qué disminuyes el sonido de tu equipo en ese momento?

La ciencia ha intentado buscar la explicación y ante lo investigado afirma que se requiere un cierto nivel de concentración para estacionar y al bajar los niveles de música, internamente sentimos que dicha situación puede ayudar más.

“Para nuestro cerebro hay situaciones o cosas que ‘nos roban la atención’ y otras a las que debemos enfocar voluntariamente nuestro pensamiento. Por eso, para estacionar el auto automática nos enfocamos en esto”, explica en el medio Health la neuropsicóloga, Carina Castro Fumero.

Atención requerida obligatoria

La música y sus altos niveles de decibeles son capaz de robar la atención requerida para realizar ciertas actividades y esto se debe porque el circuito neuronal de la música está entrelazado con el lenguaje, lo que explica el por qué la melodía y los sonidos musicales atrae a los individuos desde muy temprana edad.

Conducir un automóvil necesita de la mayor atención de manera obligatoria y voluntaria. Se lee fácil, sin embargo, puede ser complicado encontrar dichas atenciones ya que es normal que naturalmente se realicen las tareas que requiere conducir (pasar cambios, presionar el acelerador, etcétera), pero cuando tiene que ver con la lectura de las señales de tránsito y los otros autos que nos rodean, la concentración no puede ser tomada a la ligera como “automática”.

“Estacionar requiere de un tipo de pensamiento lento, que necesita de mucha racionalidad, por lo que gasta más energía. Por ello, automáticamente se deja de realizar otro tipo de actividades, incluso escuchar la radio”, así lo indica una cita del premio Nobel Daniel Kahneman en su libro “Thinking fast and slow”.

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