Diversas señales del trastorno de espectro autista (TEA) pueden ser descubiertas durante el primer mes de los bebés gracias al uso de un algoritmo elaborado en base a los datos de salud de 45.000 niños y que a su vez puede proyectar el diagnóstico del autismo.
Localizar los trastornos del espectro autista (TEA) dentro de la primera etapa de vida de los niños puede ayudar al desarrollo e integración de cada uno de los diagnosticados, por esta razón la Academia Estadounidense de Pediatría señala que el reconocimiento universal de pacientes entre 18 y 24 meses con TEA, aunque en algunos casos se ve puede tardar hasta los 4 años. Sin embargo, un nuevo hallazgo muestra como un grupo de herramientas automatizadas puede encontrar y pronosticar el autismo dentro de los primeros 30 días de nacidos.
Geraldine Dawson, directora del Centro Duke para el Autismo y el Desarrollo Cerebral logró crear un algoritmo utilizando datos correspondientes a la salud de los bebés que aún no alcanzan el primer año de vida. Los infantes que se les detectó autismo contaban con varias revisiones de un oftalmólogo o un neurólogo, o presentaron problemas asociados al aparato digestivo, o recibieron algún tipo de fisioterapia.
Dawson señala que los análisis realizados demuestran que el autismo además de afectar al cerebro también lo hace con todo el organismo ocasionando alteraciones neurológicas, del sueño, digestivas y hasta de la visión. La experta asegura que “Necesitamos pensar en el autismo no solo como una afección de tipo conductual, sino también como una afección que involucra la salud física”.
El diagnóstico precoz del autismo ahora es posible
Lograr diseñar herramientas que detecten el autismo dentro de los 30 y hasta 360 días de edad es el principal objetivo de los investigadores, por lo que revisaron modelos de aprendizajes automáticos de los registros médicos de 45.080 pacientes que asistieron al Sistema de Salud de la Universidad de Duke y que habían nacido entre enero de 2006 y diciembre de 2020.
El algoritmo que crearon bajo esta metodología logró pronosticar que niños serían diagnosticados con autismo y hasta podrían desarrollar un trastorno por déficit de atención e hiperactividad o en otros casos podrían generarse hasta alteraciones neurológicas.
De confirmarse estos estudios, el algoritmo puede aplicarse con otras herramientas para la detección, así como informes de padres y observaciones médicas. De esta forma el pediatra podrá ver que signos, guiados por un patrón de uso, arrojan mayores detalles de un diagnóstico de autismo y permita la vigilancia cercana de los pacientes, según Geraldine Dawson.