Saber flotar boca arriba es una destreza que puede desarrollar un niño desde los seis meses. Y esa destreza tan sencilla puede evitar un accidente o muerte por ahogamiento en el agua.
El ahogamiento es la principal causa de muerte por lesiones en niños entre uno y cuatro años, y la tercera entre las edades de cinco a 19 años, de acuerdo con la Academia Americana de Pediatría de Estados Unidos. Durante las pasadas semanas, en Puerto Rico se han reportado varios casos de fallecimientos de infantes por este tipo de accidente en piscinas y playas.
Con la llegada de las vacaciones, incrementa el uso de piscinas inflables o residenciales, y las visitas a hoteles, playas y ríos. Sin embargo, un ahogamiento puede ocurrir también dentro de una bañera o hasta en un cubo de agua.
¿Cómo preparar a nuestros niños para evitar un accidente que podría costarle la vida?
Leisha Vega Arroyo es una de cuatro instructoras certificadas en Puerto Rico como Recurso de Natación Infantil (ISR, por sus siglas en inglés). Su labor es brindar destrezas de supervivencia acuática a niños desde 6 meses a 6 años. La instructora explica que solo hacen falta 90 segundos para que un bebé se ahogue.
“Cuando hablamos de supervivencia es que tengan la capacidad de flotar de manera independiente y poder respirar sin ninguna dificultad por un tiempo indefinido, hasta que alguien los asista”, explica Vega Arroyo.
Con una práctica diaria de 10 minutos por día durante seis semanas, el menor podrá adquirir la técnica de supervivencia, explicó la instructora. Ese tiempo es suficiente para no perder el periodo de atención del menor, que en etapas de vida temprana no es mayor de 20 minutos.
“Durante sus primeros cinco años de vida, los niños aprenden de forma sensoriomotora, a base de estímulos, refuerzos y respuestas, que es precisamente la forma en que yo les enseño”, señala.
Cuando el bebé es andarín, la instructora integra destrezas de natación básica para que puedan trasladarse de un sitio a otro dentro de un sistema acuático. En esta etapa, desarrollan su capacidad para practicar una secuencia de nadar – flotar - nadar, que les permita llegar a una orilla. Esa secuencia también le permitirá disfrutar del agua de una forma segura.
Ojo con los flotadores
Vega Arroyo llama la atención sobre el uso de los flotadores tradicionales, tablas de asistencia y fideos de foam. Existe una falsa seguridad en los padres cuando su niño está en el agua con alguno de esos dispositivos y su responsabilidad de supervisión se relaja, comenta. La instructora señala que, a excepción de los chalecos salvavidas aprobados por la Guardia Costanera para uso en transportes marítimos, los dispositivos de flotación son considerados juguetes.
“No patrocinamos los dispositivos de flotación porque promueven una postura vertical. El niño está suspendido en el agua con la mitad del cuerpo sumergido ¿Qué pasa si llega al agua sin ese dispositivo de flotación? Pues, debido a su memoria muscular, el niño va a asumir esa postura vertical y se va a hundir”, asegura. La mejor forma de asegurar la vida del bebé es teniéndolo en brazos.
Otras recomendaciones
Cuando hay niños y cuerpos de agua cerca, debe haber muchas barreras de protección. Si en la casa hay piscina, la primera barrera es la supervisión constante de un adulto. Además, Vega Arroyo recomienda colocar alarmas o sensores en todas las puertas que dan acceso al área de la piscina. Alrededor de la piscina se deben colocar verjas que la cubran completamente, añadiendo seguros que impidan que las abran. Tampoco se deben dejar juguetes flotando en las piscinas ni otros objetos que puedan llamar su atención. Los trajes de baño deben tener colores llamativos que no sean azul o azul claro, porque pueden confundirse con el agua.
Asimismo, se recomienda que los padres tomen algún curso básico de primeros auxilios (CPR). Esto es un recurso útil para toda la vida y puede hacer la diferencia entre morir o sobrevivir, en lo que llega asistencia médica, dice la especialista.
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