Crecimos con ellos, escuchándolos en nuestros hogares, los sitios de trabajo o en la calle. Hoy parecen piezas de museo virtual, un llamado a la nostalgia. Son sonidos que desaparecieron con los avances de la tecnología.
El pasar del tiempo fue sustituyendo a cada uno, pero en nuestro cerebro aún quedan. Son tantos, tantos, pero tomamos cinco muy destacados, que hoy solo podemos ubicarlos en YouTube.
¿Cuáles son? Vamos a escucharlos.
Las máquinas de escribir
Al menos hasta la primera mitad de los 90, en las grandes redacciones se escuchaba el “tachín-tachín” de las máquinas de escribir. Eran dispositivos mecánicos, electromecánicos o electrónicos con los que se imprimían caracteres en un documento. El ruido era atronador, desde el tecleo hasta la campanita que sonaba al final de cada línea, obligando a mover la palanca de retorno.
El Internet por dial-up
Uno de los sonidos más horrorosos relacionados con la tecnología. Para tener Internet en hogares u oficinas, debía conectarse al modem dial-up (discado) de 56k. Era bastante incómodo, ya que si alguien más usaba ese teléfono no se podía acceder, y excesivamente lento si se compara con la red actual, pero en aquel entonces estaba a la cabeza de la tecnología.
La impresora de matriz de punto
En los años 70 y 80, hasta buena parte de los 90, la impresora de matriz de punto era la reina de las oficinas. Los sonidos de la matriz moviéndose de un lado a otro para dejar la tinta en el papel, generando el mensaje, son impresionantes. Luego vendría la impresora de inyección de tinta a sustituirla.
El reproductor de VHS
Ver películas en casa dependía, si era por cable o antena, de saber de antemano la programación del día. Pero otra opción era alquilar un casette de VHS, y con nuestro VCR poder ver lo que quisiéramos. Podíamos retroceder, adelantar y luego, como un acto de cortesía, rebobinar la cinta de VHS, todo con un mecanismo que se tomaba su tiempo para trabajar.
Los teléfonos de disco
Antes de la llegada de los teléfonos de teclas existían los de disco. Debíamos rotar desde el número que necesitáramos para completar el de nuestro destinatario. Y si nos equivocábamos, había que hacer todas las rotaciones de nuevo. En otro apartado quedan los teléfonos de cabinas y el sonido de las monedas cayendo antes de hacer la llamada.