SpaceX lanzó el sábado su nuevo cohete gigante Starship, pero perdió el propulsor y luego la nave espacial pocos minutos después del despegue.
El propulsor llevó al cohete hacia el espacio, pero se perdieron las comunicaciones ocho minutos después del despegue ocurrido en el sur de Texas, y SpaceX informó que el vehículo había fallado.
El problema se produjo cuando había casi finalizado el encendido de los motores para colocarlo en una órbita alrededor del mundo. Minutos antes, explotó el propulsor, que, sin embargo, ya había cumplido su cometido de lanzar la nave hacia el espacio.
A pesar del fracaso, el vuelo de aproximadamente ocho minutos duró el doble del intento de abril.
“Lo más brillante del día, el exitoso despegue”, enfatizó el comentador de SpaceX John Insprucker.
Añadió la comentadora Kate Tice: “Logramos sacar muchos datos, y eso nos ayudará a mejorar para nuestro próximo lanzamiento”.
El fundador de SpaceX, Elon Musk, observó desde el centro de control, en la punta sur de Texas cerca de la frontera con México, cerca de Playa Boca Chica. En la sede de la empresa en Hawthorne, California, los empleados aplaudieron cuando Starship despegó al amanecer, pero reinó el silencio cuando la nave espacial se destrozó y cayó al agua. El propulsor también cayó al mar.
La Administración Federal de Aviación aprobó el despegue el miércoles, al confirmar que se cumplieron todas las medidas de seguridad y de protección ambiental.
La intención era llegar a una altura de 240 kilómetros (150 millas), lo suficiente para enviar la nave en forma de bala alrededor de la Tierra para caer en el Pacífico cerca de Hawai, una hora y media después del lanzamiento, sin efectuar una órbita completa.
Starship, de casi 122 metros (400 pies) de largo, es el cohete más grande y poderoso que se haya construido.
El primer vuelo de ensayo en abril duró cuatro minutos y los restos cayeron al golfo de México. Desde entonces, la empresa de Elon Musk ha efectuado decenas de mejoras al propulsor, sus 33 motores y la plataforma de lanzamiento.