El sueño, aunque a menudo lo consideramos como una parte secundaria de nuestras vidas, es en realidad un componente esencial que puede influir significativamente en la salud mental.
Las horas que pasamos dormidos no solo nos brindan descanso físico, sino que también desempeñan un papel crucial en el equilibrio emocional y cognitivo.
Los especialistas destacan la importancia del descanso adecuado para promover un estilo de vida saludable. Para ello, un número suficiente de horas de sueño de calidad no solo contribuye al rendimiento diario, sino que también fomenta la productividad y favorece un crecimiento y desarrollo beneficioso.
Recomiendan que los adultos duerman entre siete y ocho horas cada noche para mantener una buena salud física y mental. Aquellos que no logran descansar lo suficiente, ya sea por un horario inadecuado o por una mala calidad de sueño, pueden experimentar diversas consecuencias negativas en su bienestar general.
El adecuado descanso influye en la salud mental de múltiples maneras, según los expertos. La falta de sueño puede afectar negativamente la capacidad de tomar decisiones, resolver problemas, manejar emociones y adaptarse al cambio. Además, la carencia de un sueño reparador se ha asociado con problemas graves como la depresión, el suicidio y comportamientos riesgosos.
Los riegos de un mal descanso en niños y adolescentes
Los niños y adolescentes también pueden sufrir efectos adversos debido a la falta de sueño, incluyendo problemas para relacionarse con otros, impulsividad, cambios de humor, falta de motivación, dificultades de atención y estrés.
Por otro lado, un adecuado descanso ayuda al cerebro a funcionar correctamente. Durante el sueño, el cerebro se prepara para el día siguiente, formando nuevas vías neuronales que facilitan el aprendizaje y el almacenamiento de información.
¿Cómo lograr un excelente descanso?
- Siga un horario de sueño. Dedique no más de ocho horas a dormir.
- Preste atención a lo que come y líquidos que ingiera.
- Cree un ambiente confortable de descanso.
- Limite las siestas diurnas.
- Realice actividad física como parte de su rutina diaria.
- Controle las preocupaciones.
