Los registros históricos nos dicen que Cristóbal Colón llegó a nuestro continente un 12 de octubre de 1492. La cruzada integrada por las embarcaciones de La Niña, La Pinta y la Santa María atracaron en lo que hoy se conoce como las Islas Bahamas. Después del descubrimiento de lo que él mismo llamó el “Nuevo Mundo”, emprendió su viaje de regreso unos tres meses después.
Ya en los primeros meses del 1493, con los navíos surcando las aguas del Océano Atlántico, una tormenta los sorprendió. Cristóbal Colón, temeroso de no poder lograr el objetivo de ir a contarles a los Reyes Católicos de España el descubrimiento de nuevas tierras, escribió un manuscrito que envolvió dentro de un encerado y posteriormente lo metió dentro de un gran barril que quedó bien sellado por sus arcos.
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Esta historia fue contada por el mismo Cristóbal Colón, de acuerdo con los documentos recogidos del navegante en la reparación realizada por “Relaciones y Cartas”, que reúne cada papel sobre el que escribió el almirante, según informa el Diario ABC.
Afortunadamente, Cristóbal Colón logró llegar sano y salvo a las costas de España, y dio crédito de su hallazgo, que en ese momento se pensaba que eran las costas orientales de China.
Lo encontraron, pero no hay pruebas
Cristóbal Colón detalla que el manuscrito con la información fue escrito y confiado al mar, el 14 de febrero de 1493. Periódicos españoles citaron a diarios estadounidenses en los que se informó que el capitán de un buque llamado Chieftain se encontró el barril mientras navegaba por las aguas de Gibraltar, el del 26 de agosto de 1851 (358 años después).
El informe de dicho año detalla que los marineros vieron una roca mientras atravesaban el Estrecho de Gibraltar y al levantarla se dieron cuenta que pesaba mucho menos de lo esperado. Entonces, posteriormente se dieron cuenta que era una caja de cedro vieja que adentro tenía “una nuez completa de coco, perfectamente cubierta de resina, y que contenía un pergamino en el que había una porción de caracteres góticos cuasi ininteligibles”.
Se lo llevaron a un librero en Gibraltar y este ofreció dinero por el objeto. El capitán del barco no se lo quiso vender, pero aún así descifraron que el mensaje decía: “Imposible me parece poder resistir por más tiempo a la deshecha tempestad que nos abruma. Nos hallamos entre España y las islas de Oriente. Si la carabela zozobra, que alguien pueda hallar este documento. A Fernando e Isabel. Fechado en 1493. Está firmado con mano firme y rápida, Cristóbal Colón”.
Lamentablemente sólo hay registro de los periódicos que reseñaron la noticia. No existe el manuscrito como tal: sigue perdido después de 531 años, en el mar o en algún archivo oculto en tierra firme.