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Bullying: Comprendiendo el problema y apoyando a nuestros hijos

Hoy es el "Día Internacional contra la violencia y el acoso escolar".

El bullying es un problema complejo que afecta a muchos niños y adolescentes en todo el mundo, incluyendo a Puerto Rico y Estados Unidos. La Asociación Nacional de Psicólogos Escolares (NASP, por sus siglas en inglés) define el bullying como un comportamiento agresivo y repetitivo, dirigido intencionalmente hacia una persona con el propósito de causarle daño, ya sea físico, emocional o social. Este problema afecta el bienestar inmediato de las personas y puede tener efectos a largo plazo en su salud mental y desarrollo académico.

El bullying implica un desequilibrio de poder entre el agresor y la víctima y puede manifestarse de diferentes formas, tales como bullying físico, verbal, relacional y cibernético. El bullying físico incluye cualquier forma de agresión corporal. El bullying verbal incluye insultos, amenazas y humillaciones. El bullying relacional busca dañar la reputación de la víctima o excluirla socialmente, mientras que el cibernético, una forma relativamente nueva, utiliza plataformas en línea y redes sociales para acosar y humillar a la persona.

Según investigaciones (Garaigordobil, M., Mollo, J., Larrain, E. 2018; Vega, J. 2018; Lucas, B. et al. 2022), los estudiantes que sufren bullying presentan mayores riesgos de experimentar ansiedad, depresión y bajo rendimiento académico. Algunos pueden llegar a involucrarse en conductas autodestructivas o desarrollar problemas de conducta. Por esta razón, es esencial que los padres, educadores y profesionales de la psicología escolar trabajen juntos para identificar el bullying y tomar medidas efectivas para detenerlo.

Es importante que los padres estén atentos a ciertas señales que pueden indicar que sus hijos están siendo víctimas de bullying o que podrían estar involucrados en conductas de acoso como las siguientes:

1. Cambios en el comportamiento o la actitud, por ejemplo, retraimiento, ansiedad, signos de depresión.

2. Pérdida de interés en la escuela como ausencias frecuentes, tardanzas o en el rechazo hacia actividades escolares que antes disfrutaban.

3. Problemas de salud física o emocional inexplicables.

4. Pérdida o daño de pertenencias personales.

5. Cambios en el uso de redes sociales: En el caso del ciberbullying, es común observar un aumento en la actividad en redes sociales o, por el contrario, una disminución repentina del uso de estas plataformas.

6. Aumento de comportamientos agresivos en el hogar o con sus amigos.

Ante la sospecha de que un hijo está siendo víctima de bullying, es fundamental actuar con empatía y apoyo. A continuación, algunas recomendaciones:

1. Establezca una comunicación abierta: Cree un ambiente de confianza donde el niño se sienta seguro de expresar sus preocupaciones.

2. Eduque sobre el bullying: Ayude a su hijo a identificar el bullying.

3. Enseñar a los niños a expresar sus emociones y a defenderse de manera respetuosa fortalece su autoestima y los prepara para enfrentar situaciones difíciles.

4. Conozca las políticas escolares sobre bullying y colabore con el personal educativo en estrategias de prevención y manejo del acoso.

5. Utilice recursos de apoyo profesional como el psicólogo escolar o profesional de la salud mental si sospecha que su hijo necesita apoyo adicional.

6. Denuncie el bullying.

El bullying es un problema serio que requiere atención, conciencia y acción. Los padres, educadores y profesionales de la psicología escolar tenemos la responsabilidad de crear un ambiente seguro y de apoyo para los estudiantes, donde puedan desarrollarse sin temor. Identificar las señales de alerta y aplicar estrategias adecuadas es fundamental para prevenir el bullying y proteger el bienestar de los niños. Al trabajar juntos, podemos construir una comunidad escolar más inclusiva, segura y saludable para todos.

La autora es Directora del Programa de Maestría en Psicología Escolar, Universidad Albizu

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