Los clientes de la botánica La Grande, de Odely Recio, en la Avenida Rexach, son cristianos, santeros, wiccanos, entre otros, pero todos buscan lo mismo: “la buena suerte, la abundancia y dejar lo negativo”.
Para Recio, era y sigue siendo esencial crear un espacio seguro para los practicantes de todas las creencias e ideologías. Aquí, los clientes pueden encontrar desde cristales y amuletos hasta estampas de los santos y otras figuras.
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La botánica La Grande lleva dos años operando, pero, en poco tiempo, el espacio y su dueña han ganado un lugar especial en la comunidad del Caño Martín Peña. En parte, esto se debe a que, al entrar al establecimiento, el orden y la iluminación dan la impresión de estar en una farmacia, lo que la diferencia de otras botánicas. Recio explicó que quería darle un aspecto moderno y fresco a su negocio, ya que, para ella, la estética tradicional de las botánicas podría alejar a potenciales clientes.
“Muchos me dicen que parece el Dollar Tree de las botánicas”, contó Recio. “Dicen que, como tú te sientes, es como está tu espacio; pues mi espacio tiene que estar tranquilo y organizado”.
Aparte de ser un lugar muy ordenado, también cuenta con una gran variedad de productos que acaparan diversas prácticas religiosas y espirituales. Para su dueña, es muy importante que “el cliente espiritualmente se sienta bien sin importar la religión”.
A Recio la llena de alegría que personas de creencias menos comunes puedan conseguir en La Grande lo necesario para sus rituales. Destacó también que esta variedad la diferencia de otros establecimientos. Además, cuenta con opción de pago a plazos, o layaway, y prontamente ofrecerá servicio de entrega.
Recio destacó que es importante cultivar la espiritualidad, sin importar los precedentes religiosos de la persona, ya que promueve la alegría y la tranquilidad interior. “Cuando tú estás tranquilo contigo mismo [y] tu espiritualidad, tú fluyes, tú eres un buen ciudadano, eres buena persona”.
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A la emprendedora le gusta conocer su demográfico para brindarle productos que se acoplen a sus creencias. Comentó que recientemente notó un aumento en clientes practicantes de la religión wicca. Desde entonces, ha hecho su tarea de aprender más sobre esta religión, que tuvo sus orígenes a principios del siglo 20 en Reino Unido. Asimismo, recibe muchos clientes católicos para los que también tiene diversos productos. Tener un poco para todos es su prioridad.
De hecho, recomendó a la comunidad estudiantil que se enfoque en la Oración del Estudiante para manejar el estrés académico y conseguir buenas calificaciones.
Por otro lado, los productos más solicitados en la botánica La Grande son el alcanfor y el agua florida. “Eso es como la leche, el pan, el jamón [y] el queso del supermercado”, dijo Recio. Este proyecto es uno de varios emprendimientos en Santurce apoyados por la Incubadora de Microempresas del Caño Martín Peña, del Proyecto ENLACE, que, bajo la bandera de la economía solidaria, brinda asesoría y acompañamiento a los residentes que buscan emprender su negocio.
¿Qué es la “economía solidaria”?
Según la Organización Internacional del Trabajo, la economía social y solidaria “engloba a empresas, organizaciones y otras entidades que realizan actividades económicas, sociales y medioambientales de interés colectivo o general, que se basan en los principios de la cooperación voluntaria y la ayuda mutua, la gobernanza democrática o participativa, la autonomía y la independencia, y la primacía de las personas y el fin social sobre el capital en la distribución y el uso de los excedentes o los beneficios, así como de los activos. Las entidades de la ESS aspiran a la viabilidad y la sostenibilidad a largo plazo y a la transición de la economía informal a la economía formal, y operan en todos los sectores de la economía”.
Andrea Cartagena Vega es estudiante de Periodismo en la Universidad del Sagrado Corazón. Esta publicación es producto de una colaboración entre Metro Puerto Rico y el programa EntreMedios, dirigido por la profesora María de los Milagros Colón Cruz, de la Escuela de Comunicación Ferré Rangel. La historia fue publicada originalmente en La Península.