La organización Para La Naturaleza denunció hace una semana la venta de 10 cuerdas de terreno dentro de la Reserva Natural Bahía Ballena en Guánica que contiene una diversidad de ecosistemas y especies que los habitan.
El biólogo Miguel Canals, quien estuvo encargado de la reserva por muchos años, aseguró en entrevista con Metro que al momento están esperando que los propietarios de los terrenos sometan una solicitud de permiso formal a la Oficina de Gerencia y Presupuesto (OGP) y al Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA).
“Hasta el momento ellos han hecho unos acercamientos preliminares a niveles intermedios del DRNA, y me refiero a la oficial de manejo y algunos técnicos del Bosque Seco de Guánica, auscultando las posibilidades de llevar a cabo estas construcciones de viviendas en el lugar. Estamos ante esa expectativa de cuál va a ser el próximo paso”, aseguró Canals.
La Bahía Ballena se designó Reserva Natural por el DRNA y la Junta de Planificación en el 1997 por lo que cualquier desarrollo debe cumplir con ciertas disposiciones para que no se comprometan los ecosistemas de la zona.
Entre el 1987 y el 1991 hubo una polémica sobre el establecimiento de un hotel en Bahía Ballena que aún estaba en manos privadas. La familia Fernández, propietaria del terreno, añadió cuatro parcelas de cinco cuerdas cada una para sus hijos y vendieron las otras 100 para que construyeran el hotel.
En el 1991, el pueblo de Guánica convenció al gobierno sobre las consecuencias ecológicas que conllevaría el proyecto, pero las 20 cuerdas de la familia quedaron como propiedad privada. El DRNA ha intentado la compra de estos terrenos sin tener éxito.
Sin embargo, recientemente las parcelas 3 y 4 fueron vendidas por un realtor, vecino del área que conoce el valor de la propiedad y las luchas por cuidarla, a los dos propietarios actuales. Estos pagaron medio millón por cada parcela.
Los terrenos están rodeados por tres reservas naturales: la Reserva Internacional de la Biosfera de Guánica, la Reserva Marina de Guánica y la Reserva de Bahía Ballena.
Estos ecosistemas incluyen manglares salitrales, un matorral costero, playas, entre otros, pero en su mayoría el área es un Bosque Seco donde habitan aproximadamente 136 especies de aves y otras especies amenazadas y en peligro de extinción.
“Aquí vive una población grande del sapo concho puertorriqueño que es la única población natural que queda en el mundo. Hay tras poblaciones de sapo concho pero que están en Arecibo y Guayanilla, por ejemplo, y fueron introducidas artificialmente. O sea que la única población de sapo concho natural que queda habita en los predios donde se está proponiendo llevar a cabo las construcciones”, indicó Canals.
Añadió que también habitan el lagartijo de Bosque Seco una especie en peligro de extinción, el lagarto de rabo azul turquesa que esta amenazado en toda la Isla, 30 nidos de tinglares frente a la propiedad, también el guabairo pequeño de Puerto Rico, y un camarón de cavernas una especie amenazada y en peligro de extinción.
“No hay lugar en Puerto Rico, y no creo que haya ningún lugar en el Caribe, que por unidad de área haya tantas especies amenazadas y en peligro de extinción como los que están en esta propiedad”, sostuvo el biólogo.
Según Canals, la construcción en esta Reserva Natural conllevará un serio daño ambiental.
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