Fuerzas rusas golpearon con ataques aéreos el último reducto de resistencia ucraniana en la cercada ciudad de Mariúpol y avanzaban sobre poblaciones en el este del país, según indicó el jueves el ejército ucraniano.
Mientras la guerra, que se ha estancado, provocaba más muerte y destrucción, sus repercusiones globales seguían creciendo cuando Finlandia anunció que abandonaría décadas de neutralidad y pediría entrar en la OTAN.
El presidente y la primera ministra de Finlandia dijeron el jueves que el país nórdico debe pedir “sin demora” la membresía en la alianza occidental, fundada en parte para hacer frente a la Unión Soviética. El anuncio supone que Finlandia pedirá casi con certeza entrar en el grupo, aunque quedan unos pocos pasos antes de que pueda comenzar el proceso formal. Se esperaba que la vecina Suecia decidiera si quería unirse a la OTAN en cuestión de días.
El apoyo de la OTAN a Ucrania, y especialmente el envío de armas, ha sido crucial en el inesperado éxito de Kiev a la hora de frenar la invasión rusa, que comenzó el 24 de febrero. Muchos expertos creían que el ejército ruso, más grande y mejor armado, sería difícil de parar, pero los ucranianos han entorpecido el avance de las tropas rusas y frustrado su objetivo inicial de tomar la capital.
Aun así, la guerra ha provocado una enorme destrucción, matado a miles de personas y obligado a millones a abandonar sus hogares, además de fracturar la sensación de estabilidad europea tras la Guerra Fría. Ha hecho que la OTAN envíe tropas y armas para fortificar su flanco oriental y llevado a Suecia y Finlandia a reconsiderar su tradicional oposición a unirse a la alianza transatlántica, que compromete a sus miembros a la defensa mutua.
En Mariúpol, que ha visto algunas de las peores escenas de la guerra, el gobierno ucraniano se ofreció a liberar prisioneros de guerra rusos a cambio de la evacuación segura de los combatientes malheridos que siguen atrapados en la planta siderúrgica de Azovstal, el último reducto de resistencia en la arrasada ciudad portuaria.
La viceprimera ministra de Ucrania, Iryna Vereshchuk, dijo que había negociaciones en marcha para liberar a los combatientes heridos atrincherados y se barajaban diferentes opciones, aunque “ninguna es ideal”.
Las fuerzas rusas han tomado el resto de la ciudad, que asediaron durante semanas mientras la población se quedaba sin comida, agua y medicinas. Miles de personas han huido y dicen que apenas queda nada de la ciudad. Un asesor del alcalde dijo que las fuerzas rusas habían bloqueado todas las rutas de evacuación.
Petro Andriushchenko dijo que quedaban pocos edificios de apartamentos habitables y que la comida y el agua potable escaseaban. Algunos de los habitantes que quedan allí cooperan con las fuerzas rusas de ocupación a cambio de comida, señaló. Las fuerzas rusas han restablecido el suministro de agua a dos vecindarios a modo de prueba, según Andriushchenko.
Tras su fracaso en la toma de Kiev, las fuerzas rusas se retiraron y reagruparon para centrarse en el Donbás, una región industrial en el este donde separatistas con apoyo ruso combaten desde hace años con las tropas ucranianas. Aunque Rusia ha avanzado con lentitud, el Estado Mayor del ejército ucraniano admitió el jueves que Moscú ha conseguido un “éxito parcial” en la zona.
El ejército dijo que las fuerzas ucranianas habían rechazado nueve ataques de fuerzas rusas y destruidos varios drones y vehículos militares. La información no pudo verificarse de forma independiente.
Personas que evacuaban localidades en el este del país se limpiaban las lágrimas mientras cargaban a sus hijos y sus pertenencias en autobuses y camionetas para huir.
“Ahora es terrible aquí. Nos marchamos bajo los misiles”, dijo Tatiana Kravstova, que salió de la ciudad de Siversk con su hijo de ocho años, Artiom, en un autobús hacia la ciudad central de Dnipro. “No sé cuál era el blanco, pero apuntaban a los civiles”.
El ejército ucraniano dijo que las fuerzas rusas dispararon artillería contra unidades ucranianas al norte de la ciudad nororiental de Járkiv. También reportó ataques rusos en las regiones de Cherníhiv y Sumy, en el norte del país, así como fuego de artillería y lanzagranadas contra soldados ucranianos en dirección a Zaporiyia, que ha servido de refugio a los civiles que huyen de Mariúpol.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, reiteró la determinación de Rusia de garantizar que el territorio en el Donbás en manos de separatistas con apoyo ruso nunca regresa a control ucraniano, en un mensaje el jueves para felicitar al líder de la autoproclamada República Popular de Luhansk.
La víspera de su invasión, Rusia reconoció las declaraciones de independencia de los separatistas en Luhansk, y Donestks, otra región del Donbás. Moscú intentó justificar su ofensiva afirmando sin pruebas que Ucrania tenía previsto atacar zonas en manos separatistas y que había intervenido para proteger a los habitantes de la región.
Mientras tanto, en Kiev se preparaba el primer juicio por crímenes de guerra a un soldado ruso capturado, acusado de matar a un civil desarmado que montaba en bicicleta.
La fiscal jefe de Ucrania dijo que su oficina había acusado al sargento ruso Vadin Shyshimarin, de 21 años, por la muerte de un civil desarmado de 62 años que murió cuando montaba en bicicleta en febrero, en el cuarto día de guerra. Shyshimarin, que servía en una unidad de tanques, está acusado de disparar al hombre desde la ventana de un auto en el poblado nororiental de Chupakhivka.
Volodymyr Yavorskyy, del Centro por las Libertades Civiles, dijo que el grupo ucraniano de derechos humanos seguiría de cerca el juicio de Shyshimarin para ver si era justo. “Es muy difícil cumplir todas las reglas, normas y proceso de neutralidad judicial en tiempos de guerra”, señaló.