LONDRES (AP) — La primera ministra británica Liz Truss renunció el jueves, reconociendo lo inevitable luego de un turbulento mandato de seis semanas en que sus políticas trastrocaron los mercados financieros y una rebelión en su partido la despojó de su autoridad.
“No puedo cumplir con el mandato sobre el cual fui elegida”, declaró la mandataria.
Es la tercera renuncia de un primer ministro conservador en tres años y deja un partido dividido en busca de un líder capaz de reconciliar las facciones beligerantes. Truss, quien dijo que permanecerá en el puesto unos días más mientras se desarrolla ese proceso, ha ocupado el cargo durante 45 dias.
Apenas el día anterior, Truss había jurado seguir en el cargo, diciendo que “soy una luchadora, no una cobarde”. Pero no pudo continuar en el puesto después que la secretaria del Interior renunció con una andanada de críticas, y una votación en la Cámara de los Comunes cayó en el caos y el rencor días después de que se vio obligada a abandonar muchas de sus medidas económicas.
Un número creciente de legisladores exigía su renuncia después de semanas agitadas provocadas por su plan económico. La presentación del plan el mes pasado remeció los mercados y dio lugar a una crisis política con el reemplazo del jefe de Hacienda, varios virajes de 180 grados y la ruptura de la disciplina en el Partido Conservador gobernante.
Horas antes, el legislador conservador Simon Hoare había dicho que en el gobierno reinaba el desorden.
“Nadie tiene una hoja de ruta. Todas son luchas cuerpo a cuerpo, día tras día”, dijo a la BBC el jueves. Añadió que Truss tenía “unas 12 horas” de plazo para corregir la situación.
Truss había convocado a su oficina en el 10 de Downing Street a Graham Brady, un legislador y dirigente conservador encargado de vigilar los problemas de liderazgo y al que le habían encomendado la tarea de averiguar si la primera ministra aún contaba con el apoyo de los parlamentarios conservadores. Aparentemente, la respuesta fue que no.
Un número creciente de parlamentarios conservadores había pedido su renuncia el jueves para poner fin al caos.
“Es hora de que la primera ministra se vaya”, dijo la parlamentaria Miriam Cates. Otro, Steve Double, dijo que Truss “lamentablemente, no está a la altura de la tarea”. Ruth Edwards sostuvo que “no es responsable que el partido le permita continuar en el poder”.
La furia estalló el miércoles en una votación sobre fracking para gas de esquisto —que Truss quiere reanudar a pesar de la oposición de muchos conservadores— que provocó caos en el recinto.
La amplia mayoría conservadora en el Parlamento garantizaba que la propuesta de la oposición de prohibir el fracking sería derrotada fácilmente. Pero había muestras de ira en la cámara y acusaciones a los líderes del bloque de usar la prepotencia para conseguir votos.
El legislador laborista Chris Bryant dijo que vio a “legisladores sufrir maltrato físico”, acusación que los dirigentes conservadores rechazaron.
Los periódicos que generalmente apoyan a los conservadores respondieron con sarcasmo. El Daily Mail publicó un editorial con el titular, “Al auto de los payasos conservadores se le han caído las ruedas”.
La secretaria de Comercio Internacional, Anne-Marie Trevelyan, enviada a los medios radiales a defender el gobierno, dijo que éste garantizaba la “estabilidad”. Pero no pudo asegurar que Truss dirigiría al partido en la elección siguiente.
“Por el momento, creo que es así”, sostuvo.
Las encuestas de opinión dan al Partido Laborista una ventaja amplia y creciente, y los conservadores han decidido que la única manera de evitar una derrota aplastante es reemplazar a Truss. Pero el partido dividido no ha determinado quién debe ser el sucesor.
El partido espera evitar una nueva contienda reñida por el liderazgo como la de hace unos meses en la que Truss derrotó al exsecretario del Tesoro, Rishi Sunak. Los posibles sucesores —si se ponen de acuerdo los legisladores conservadores— son Sunak, la jefa del bloque en la cámara Penny Mordaunt, y el nuevo jefe del Tesoro, Jeremy Hunt.
Quienquiera que sea será el tercer primer ministro este año. La elección nacional no sería antes de 2024.
La caída de Truss fue acelerada por la renuncia el miércoles de la secretaria del Interior, Suella Bravrman, quien violó una norma al enviar un documento oficial desde su cuenta personal de email. En su carta de renuncia atacó a Truss y dijo que le “preocupa la orientación de este gobierno”.
“El trabajo de gobierno depende de que la gente asuma la responsabilidad de sus errores”, escribió, en una pulla apenas velada contra Truss.