Sudáfrica enfrenta desafíos para abandonar el carbón

El país recibió promesas de 8,500 millones de dólares en la cumbre climática del año pasado

Los habitantes de Masakhane viven a la sombra de una de las centrales eléctricas de carbón más grandes de Sudáfrica, y temen que se pierdan empleos si se cierra la planta dentro de la transición del país a una energía más limpia.

Sudáfrica es un contaminante considerable porque depende del carbón para producir en torno al 80% de su electricidad, una cifra que tiene previsto reducir al 59% para 2030 con el cierre de algunas de sus 15 centrales de carbón y más energía renovable. Su objetivo es alcanzar la neutralidad de emisiones en 2050.

El país recibió promesas de 8.500 millones de dólares en la cumbre climática del año pasado en Escocia, y su plan de transición para abandonar el carbón recibió un firme apoyo en la conferencia climática COP27 de este año en Egipto, donde se firmaron acuerdos para parte del financiamiento.

El cambio será difícil para la economía más desarrollada del continente. Las casas y negocios sudafricanos ya sufren cortes de luz diarios programados, a menudo de más de siete horas al día, porque la compañía eléctrica estatal, Eskom, no puede producir un suministro suficiente de electricidad.

Pero la transformación ya está en marcha. La central eléctrica de Komati, en la provincia de Mpumalanga, ha quedado fuera de servicio y se dedicarán 497 millones de dólares para convertirla en una planta que emplee fuentes de energía renovables y baterías, según anunció este mes el Banco Mundial.

El municipio de Masakhane, también en la provincia de Mpumalanga, se ubica al pie de montañas donde se extrae carbón a diario para quemarlo en la estación de Duvha.

Los vecinos dijeron que temían perder sus empleos si la planta cierra, una preocupación importante en un país donde la tasa de desempleo supera el 30%.

La planta de 3.600 megavatios en Duvha da trabajo también a contratistas en la central o puestos asociados en las industrias del transporte y la alimentación.

Selby Mahlalela, de 38 años, se mudó a Masakhane en 2006 y ha tenido varios empleos como contratista para la eléctrica Eskom.

“Es el sitio del que depende la mayoría de la gente de aquí para las oportunidades de empleo, aunque no sean trabajadores permanentes. Eso pasa mucho, especialmente cuando hay interrupciones de servicio o tareas de mantenimiento”, explicó Mahlalela.

La transición sigue siendo un tema polémico, incluso dentro del gobierno del presidente, Cyril Ramaphosa.

El ministro de Energía, Gwede Mantashe, dijo esta semana a los legisladores que la transición a una energía más limpia no debe hacerse a costa de los medios de vida de la gente y la seguridad energética del país.

“Soy una de las personas que dicen que podemos tener una transición. Pero ese carbón no es una cuestión de números, es una cuestión de seres humanos. (Se trata) de 10 poblaciones en Mpumalanga”, dijo Mantashe.

En una de esas localidades, Silindile Kheswa ha encontrado trabajo con contratos temporales en la central de Duvha y mira con temor a la transición para abandonar el carbón.

“Algunos de nuestros hermanos trabajan en el transporte del carbón, llevándolo a distintas centrales eléctricas”, dijo Kheswa. “De modo que si dicen que ya no habrá carbón, eso significa que no podemos llevar comida a la mesa”.

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La cobertura climática y medioambiental de Associated Press recibe apoyo de varias fundaciones privadas. AP es la única responsable de todo su contenido.

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