El republicano Kevin McCarthy salió elegido presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos en una histórica 15ta votación poco después de la medianoche del sábado tras superar las reticencias de sus compañeros de partido y las tensiones en el hemiciclo durante una semana caótica que puso a prueba la capacidad de la nueva mayoría conservadora para gobernar.
“Mi padre siempre me decía que lo importante no es cómo empiezas, es cómo acabas”, dijo McCarthy a los republicanos que lo animaban.
Ansioso por enfrentarse al presidente, Joe Biden, y a los demócratas, prometió citaciones e investigaciones. “Ahora empieza el trabajo duro”, declaró el legislador californiano, quien agradeció al exmandatario Donald Trump por estar a su lado y hacer llamadas tardías para “ayudar a conseguir esos votos finales”.
Cuando se anunció la victoria, los republicanos rugieron en celebración coreando “¡EEUU!, ¡EEUU!”.
McCarthy tomó posesión del cargo y la Cámara pudo tomar juramento por fin a los nuevos legisladores que llevaban una semana esperando la apertura oficial de la sesión 2023-2024 para incorporarse a la institución.
Tras cuatro días de agotadoras votaciones, McCarthy consiguió que más de una docena de republicanos cambiasen el sentido de su voto para respaldar su candidatura, incluyendo el presidente de la llamada bancada de la Libertad de la Cámara, lo que lo dejó a apenas unas boletas de asumir el mando del nuevo Congreso.
En la reanudación de la sesión nocturna, McCarthy rozó la elección en la 14ta ronda, pero se quedó a un voto.
El diputado por California se dirigió entonces hasta la parte trasera del pleno para confrontar a Matt Gaetz, que estaba sentado con Lauren Boebert y otros legisladores que se oponían a su nombramiento. Se señalaron con el dedo, hubo intercambios de palabras y, al parecer, un legislador fue agarrado mientras sus colegas miraban la escena incrédulos.
En un momento dado, el legislador republicano de Alabama Mike Rogers empezó a cargar contra Gaetz antes de que un compañero de partido, Richard Hudson, lo agarró físicamente.
“¡Mantengan el orden!”, gritó alguien.
Los republicanos se apresuraron a levantar la sesión, pero McCarthy cambió su voto para continuar la sesión mientras sus colegas coreaban “¡Una vez más!”.
Los pocos republicanos que se resistían a la elección empezaron entonces a votar “presente”, lo que redujo el número de votos que necesitaba para hacerse con el puesto al final de una dramática cuarta jornada de impasse que ha mostrado las fortalezas y fragilidades de la democracia estadounidense.
McCarthy había declarado a reporteros antes en el día que creía que “tendremos los votos para acabar con esto de una vez por todas”.
En la última ronda, el conteo fue de 216-212, con los demócratas respaldando a Hakeem Jeffries, y seis republicanos votaron únicamente “presente” para facilitar la elección.
El sorprendente desbloqueo de la situación se produjo luego de que McCarthy accediese a muchas de las demandas de sus detractores, como el restablecimiento de una antigua norma de la Cámara que permitiría que un único legislador pueda convocar una votación para destituirlo.
A pesar de haber conseguido los votos, McCarthy aparece como un líder debilitado que ha tenido que renunciar a algunos de sus poderes y estará bajo la amenaza constante de ser expulsado por sus detractores.
Pero también podría verse reforzado tras imponerse en una de las luchas por la presidencia de la Cámara más brutales de la historia de Estados Unidos. Nunca desde la época de la Guerra de Secesión se habían necesitado tantas rondas de votación.