El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, señaló el domingo que su gobierno tiene la intención de seguir adelante con los polémicos planes para cambiar el sistema judicial del país, después de que las negociaciones encaminadas a encontrar una solución de compromiso parecieran desmoronarse.
Los planes del gobierno de reformar el sistema judicial sumieron a Israel en una de sus peores crisis internas a principios de año. Las negociaciones entre el gobierno y los partidos de la oposición aliviaron en cierta medida la crisis con intentos de encontrar un término medio sobre los cambios propuestos en el sistema judicial del país.
Estas negociaciones se vieron interrumpidas la semana pasada por una crisis en torno al poderoso comité ordinario encargado de elegir a los jueces del país. Los líderes de la oposición afirmaron que las negociaciones estaban congeladas hasta que se constituyera el comité.
En una reunión de su gabinete celebrada el domingo, Netanyahu dijo que la oposición no había negociado de buena fe y que su gobierno avanzaría con cautela en la reforma.
“Esta semana empezaremos a dar los pasos prácticos. Lo haremos de forma comedida, responsable, pero de acuerdo con el mandato que recibimos de introducir correcciones en el sistema judicial”, dijo.
Netanyahu pausó la reforma en marzo, después de que estallaran protestas masivas en oposición a la misma. Es probable que la decisión de seguir adelante avive las tensiones y alimente el movimiento de protesta que ha continuado manifestándose cada sábado, a pesar de que el plan se haya puesto en pausa.
Los líderes de las protestas dijeron que estaban preparados para otra ronda de manifestaciones que se aseguraría de que “todo intento de dañar el sistema de justicia democrático de Israel fracasará”.
El líder de la oposición, Yair Lapid, cuyo partido había estado negociando con Netanyahu, dijo que seguir adelante unilateralmente con el plan “perjudicará gravemente a la economía, pondrá en peligro la seguridad y hará pedazos al pueblo israelí”.
El gobierno de Netanyahu, compuesto por partidos ultranacionalistas y ultrarreligiosos, se enfrentó a una dura oposición al plan de reforma cuando se anunció a principios de año. Destacados economistas, altos funcionarios jurídicos y antiguos responsables de Defensa advirtieron de las peligrosas consecuencias para el futuro del país. Incluso el principal aliado internacional de Israel, Estados Unidos, expresó su preocupación.