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Convicciones notorias en Puerto Rico mediante prueba circunstancial

En el juicio contra el boxeador, Félix Verdejo salió a relucir que no hay prueba de ADN

La falta de toma de muestras de ADN en el caso que se sigue contra el exboxeador, Félix Verdejo por el asesinato de la joven Keishla Rodríguez, con quien sostenía una relación sentimental de mucho tiempo y quien estaba embarazada, pone un peso grande en lo que es la prueba circunstancial por parte de la fiscalía para tratar de que el jurado llegue a una deliberación de convicción.

Aunque, el juicio continúa y se espera que se presente un testigo participante, lo que constituiría prueba directa.

Según testificó la patóloga forense Rosa Mariam Rodríguez Castillo, no se hicieron pruebas ni al alambre ni al bloque amarrado al cuerpo de la víctima. Los perfiles de ADN pueden utilizarse para identificar a posibles sospechosos y vincularlos a un delito, demostrando que se encontraban en un lugar determinado. El análisis de ADN es un procedimiento que puede utilizarse para identificar a personas gracias a su composición genética única.

Sin embargo, la fiscalía federal ha ido presentando gran cantidad de piezas de evidencia circunstancial como fotografías, videos, mensajes de texto y testimonios, entre otros. La evidencia circunstancial se define como aquella que “tiende a demostrar el hecho en controversia probando otro distinto, del cual por sí o, en unión a otros hechos ya establecidos, puede razonablemente inferirse el hecho en controversia”, según reseña el artículo “Asesinato sin cuerpo: un análisis jurisprudencial de la suficiencia de la prueba circunstancial” publicado en la Revista Jurídica de la Universidad Interamericana por Cristina Moscoso.

En Puerto Rico hay otros casos de gran notoriedad en los que se alcanzó una veredicto de culpabilidad sin que la fiscalía contara con el cuerpo de las víctimas. Veamos:

Yesenia Ortiz Acosta

En el año 2006, un jurado encontró culpable al expolicia Eddie Samir Rodríguez Berríos, por el carjacking y la muerte de Yesenia Ortiz Acosta. El cuerpo de la víctima nunca apareció. La mujer desapareció el 15 de abril de 1999 del pueblo de Guayama. En el juicio una testigo señaló que vio al expolicía golpeándola en el interior del vehículo de ella el día de la desaparición.

Al jurado solo le tomó hora y media llegar al veredicto de culpabilidad de un caso que inicialmente intentó clasificarse para la pena de muerte. Rodríguez Berríos fue sentenciado en el 2007 a cadena perpetua. El año pasado, el Tribunal Federal no dio paso a una solicitud de excarcelación por compasión.

Carmen Paredes

El asesinato de Carmen Paredes ocurrido el 14 de julio de 2012 en horas de la mañana, mientras leía el periódico en la terraza de su residencia en Guaynabo. Su esposo, Pablo Casellas alegó que halló el cadáver de su esposa cuando regresó de visitar a su padre, indicó que al llegar a su residencia vio a una persona salir del lugar por lo que buscó una de sus armas salió y le disparó sin alcanzarle antes de volver a entrar y toparse con el cadáver baleado de su esposa.

En el año 2014, un jurado dio credibilidad a la teoría de la fiscalía de que el esposo de la víctima se inventó un car-jacking para reportar desaparecida el arma que, posteriormente, habría utilizado para asesinarla. El veredicto en el Tribunal de Bayamón fue 11 a 1 contra Casellas. Actualmente hay un proceso en curso para un nuevo juicio porque no fue un veredicto por unanimidad.

Yexeira Torres Pacheco

En el 2014, el juez del Tribunal de Carolina, Francisco Borelli Irizarry encontró culpable al expolicía Roberto Quiñones Rivera por el asesinato de su novia Yexeira Torres Pacheco, así como por destrucción de evidencia. El caso se basó exclusivamente en prueba circunstancial porque el cuerpo de la coreógrafa y bailarina nunca apareció.

La evidencia más importante en el caso fueron los residuos de sangre de la víctima encontrados en la guagua Ford, Econoline, modelo 1993, que le fue confiscada al expolicía.

Torres Pachecó desapareció y fue asesinada entre el 24 y 29 de octubre del 2011. En este caso, como en el de Keishla Rodríguez, la Policía realizó una extensa búsqueda en la laguna San José. El expolicia fue sentenciado a 99 años de prisión.

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