SAN SALVADOR (AP) — La cuenta de Douglas Guzmán en TikTok estaba llena de rutinas de ejercicios y videos que mostraban los sitios que más le gustan de su país.
Eso cambió hace aproximadamente un año, cuando grupos defensores de los derechos humanos, de la sociedad civil e incluso algunos funcionarios criticaron al presidente salvadoreño Nayib Bukele de violar los derechos humanos en su campaña contra las pandillas criminales, y señalaron que su intento inconstitucional de reelegirse corroería la democracia de El Salvador.
Días después de que Bukele anunció su candidatura a un segundo mandato de cinco años, la cuenta de Guzmán fue atestada de videos que describían a Bukele como el "futuro libertador de Latinoamérica" y de montajes muy bien elaborados sobre la mega-cárcel del mandatario para delincuentes acusados.
Las visitas a los videos del influencer en redes sociales se dispararon. Guzmán, de 39 años e integrante del partido de Bukele, dijo que había encontrado una nueva misión: contrarrestar la prensa negativa de los medios independientes sobre su presidente.
“(Los periodistas) no saben nada, ellos sólo estaban detrás de un escritorio y ven que el presidente Bukele… está haciendo un mega esfuerzo para salvaguardar miles de vidas y eso ellos no lo ven porque nunca les interesó la vida de los salvadoreños… estamos ahí, para eso, para mostrarle la verdadera realidad.
Guzmán forma parte de una red en expansión de personalidades de las redes sociales que actúan como megáfono del mandatario millennial. Al mismo tiempo que Bukele ha reprimido a la prensa, su gobierno ha acogido a esas personas influyentes. Mientras el presidente trata de aferrarse al poder, ha aprovechado esa avalancha de contenidos de simpatizantes suyos para convertir poco a poco a su nación centroamericana en una caja de resonancia informativa.
“No se le compara con un medio que venga a hacer un proceso de investigación porque él te inunda las redes. Ahora lo que tenemos es una inundación de la narrativa del gobierno”, comentó Roberto Dubón, estratega de comunicaciones y candidato al Congreso por el antiguo partido al que pertenecía Bukele, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). “Entonces lo que tienes es todo un aparato que justamente hay para propaganda de ellos”.
Bukele, un mandatario de 42 años que suele portar una gorra de béisbol al revés, trabajó durante años en propaganda política antes de que las redes sociales se volvieran cruciales para su ascenso al poder hace cinco años. Desde entonces, sus índices de aprobación se han disparado hasta el 90%, según una encuesta de CID Gallup efectuada en junio. Los mensajes políticos de tono moderno de Bukele, su carisma y su brutal represión de las pandillas siguen ganándole adeptos dentro y fuera del país, incluso en medio de la polémica.
Con ello, Bukele está usando un manual cada vez más utilizado por los autócratas del siglo XXI, según Seva Gunitsky, politólogo de la Universidad de Toronto.
Las redes sociales fueron aclamadas alguna vez como la herramienta democrática por excelencia para organizar protestas, incluso revoluciones, en todo el mundo. Ahora, diversos gobiernos, desde Rusia hasta Uganda, las están usando para controlar la narrativa.
“Utilizan esta herramienta de tecnología de liberación para en realidad prolongar y reforzar su dominio”, señaló Gunitsky. Ese tipo de gobiernos usan a influencers porque su contenido “no se ve mucho como propaganda y es más acerca de darle forma a la narrativa de maneras más sutiles”.
En el gobierno de Bukele, El Salvador construyó una sofisticada maquinaria de comunicación. Bloqueó el acceso a la información que no coincidía con los mensajes oficiales y contrató a equipos de experiodistas para producir videos de gran calidad que mostraban a las fuerzas de seguridad enfrentándose a las pandillas del país. El gobierno también imitó a Rusia, forjando un ejército de contratistas expertos en tecnología —o “trolls”— para crear cuentas falsas en redes sociales, difundir falsedades y acosar a los críticos.
Al mismo tiempo, su mensaje de aplicar una respuesta contundente a la violencia de las pandillas se extendió por la región, ganando adeptos en otros países de América Latina y el Caribe que luchan contra la delincuencia.
Con ello ha nacido una “toda una industria”, a medida que los influencers se adhieren a la imagen del presidente, dijo Oscar Picardo, director de investigaciones de la Universidad Francisco Gavidia de El Salvador.
Un estudio realizado por la universidad de Picardo y el medio de investigación local Factum examinó 69 cuentas de YouTube que simpatizan con Bukele, las cuales tienen en conjunto más seguidores que toda la población de El Salvador. Descubrieron que muchas cuentas —que obtienen dinero a través del número de visitas y suscriptores— pueden llegar a ganar decenas de miles de dólares al mes, mucho más que el salario promedio de El Salvador. Ese contenido es devorado dentro del país centroamericano, y también por muchos de los 2,3 millones de salvadoreños que viven en Estados Unidos.
El grupo de cuentas emitió casi 32 horas de contenido a favor de Bukele en un solo día de mayo, según el estudio. El 90% de los videos analizados contenían información falsa o engañosa, y casi todos reflejaban el lenguaje gubernamental.
Una cuenta, Noticias Cuscatlecas, podría ganar hasta 400.000 dólares al año publicando videos de ataques violentos de presuntos miembros de pandillas sobre un fondo musical escalofriante, calcularon UFG y Factum.
El canal suele concluir los videos con el mismo mensaje: “(Bukele) ideó un plan para exterminar a todo este cáncer de la sociedad y lo más increíble es que lo está logrando. Ahora el pueblo ya no tiene miedo”.
En TikTok, un video declara: “Dios eligió a Bukele para presidente electo de El Salvador”. En YouTube, personajes disfrazados de presentadores de televisión atacan a grupos defensores de los derechos humanos y a periodistas. Presentan a críticos de Bukele estallando en llamas mientras alegan que su canal “te trae lo último en noticias”. Otros se sientan para una entrevista exclusiva con el presidente.
En abril, el presidente del Congreso de El Salvador, Ernesto Castro, anunció que le abría la asamblea a YouTubers e influencers de las redes sociales para “informar con objetividad”.
“El derecho a informarse y a informar no es potestad de empresas mediáticas”, escribió Castro en X, la red social anteriormente llamada Twitter.
Las solicitudes de la AP para entrevistar a Bukele y su gabinete a lo largo de sus más de cuatro años de mandato han sido rechazadas o ignoradas. Dos personas familiarizadas con el funcionamiento interno de la maquinaria mediática del mandatario se negaron a hablar con la AP por miedo al gobierno.
Para Guzmán y otros, el acceso a la asamblea los fortaleció, permitiéndoles aumentar su audiencia. Desde entonces, a Guzmán se le ha ofrecido acceso a otros grandes eventos, como la inauguración de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, algo que, según los expertos, Bukele utilizó para mostrar una cara amable al mundo.
Credenciales de prensa colgaban del cuello del TikToker y él rebosaba de orgullo en un palco de prensa del gobierno, de pie entre otros influencers que sostenían palos para tomar selfies.
“Aquí estamos acreditados. Yo me siento parte de esto, pues”, dijo Guzmán, con una amplia sonrisa.
A su alrededor, otros se turnaban para entrevistarse entre sí y presumían de cuántas personas estaban conectadas a sus canales. Un hombre vestido con una camisa hawaiana saltó por encima de las filas de gradas para conseguir una mejor señal. Cuando Bukele subió al escenario para pronunciar un discurso, Guzmán y otros corearon “¡Reelección!”
El gobierno de El Salvador no es el primero en abrir sus puertas a personalidades de redes sociales, pero investigadores y críticos dicen que el ambiente creado en el país supone un riesgo especial, ya que otros mandatarios de la región intentan imitar a Bukele.
Picardo, el investigador de la UFG, dijo que este tipo de cuentas publican un aluvión de contenidos cuando el gobierno intenta dar a conocer algo, como el experimento de Bukele con Bitcoin, su ofensiva contra las pandillas o los Juegos Centroamericanos.
El investigador advirtió que su tono cada vez más hostil es un presagio de un mayor deterioro de las libertades de prensa, haciéndose eco de las alarmas del Departamento de Estado de Estados Unidos acerca de una “villanización” de los periodistas por parte de Bukele.
El Faro, la galardonada organización de noticias de Oscar Martínez, se encuentra entre las que se enfrentan a ataques y acoso por su intensa investigación sobre Bukele, la cual incluye grabaciones de audio que demuestran que el gobierno del mandatario negoció con las pandillas para lograr disminuir la violencia.
El gobierno abrió un caso contra El Faro por evasión de impuestos, algo que rechazó el sitio de noticias. Los teléfonos de decenas de periodistas fueron hackeados con el programa espía Pegasus, utilizado habitualmente por los gobiernos para espiar a sus opositores.
En abril, El Faro anunció que trasladaría su centro de operaciones a Costa Rica debido al creciente acoso.
A Martínez le preocupa que sus investigaciones se vean ahogadas por la avalancha de desinformación, y dijo que si Bukele se mantiene en el poder en las próximas elecciones, ello pondrá a los reporteros de El Salvador “mucho más en riesgo”.
“En ese momento Bukele va a decidir quitar de enfrente todos los obstáculos que tenga dentro del país y el principal obstáculo que Bukele tiene ahora dentro del país es el periodismo independiente”, indicó Martínez.