El presidente costarricense Rodrigo Chaves visitará el 7 de octubre la selvática provincia del Darién, en la frontera con Colombia, junto a su homólogo panameño Laurentino Cortizo, en momentos en que los dos países fronterizos exigen respaldo y corresponsabilidad internacional, al verse copados por el abrumador tránsito irregular de migrantes por sus territorios.
Ambos países esperan haber concretado para ese entonces un plan que busca aminorar el impacto de la creciente migración en comunidades de la frontera tico-panameña, indicó el sábado el ministro panameño de Seguridad, Juan Pino, en una rueda de prensa conjunta con su par costarricense Mario Zamora después de realizar un recorrido por centros de recepción de migrantes en el Darién.
Pino dijo que el plan consiste en que los autobuses que trasladan a los migrantes desde el Darién a un centro de recepción panameño en la frontera con Costa Rica pasen de largo a cierta parte del territorio del país vecino para que continúen su ruta con rumbo a Estados Unidos. Explicó que con ello se busca que el impacto sea mínimo para poblaciones en ambos lados de la frontera y evitar que los migrantes sean abordados por redes criminales de trata y tráfico de personas en los puntos usuales.
Panamá y Costa Rica pusieron en vigor desde mucho antes de la pandemia de coronavirus un plan que llamaron de flujo controlado que ha permitido el paso de los migrantes a través de su frontera común, pero que ahora se han visto abrumados y enfrentan el impacto del fenómeno en sus poblados colindantes.
Pino reiteró que la migración por el Darién tiene a Panamá “al límite” de sus capacidades y recursos. Ambos reiteraron su llamado sobre la necesidad de que los países de origen de esa migración asuman su responsabilidad en el fenómeno.
Panamá anunció recientemente, entre otras acciones, que incrementará las deportaciones de extranjeros, aunque los expertos consideran que se trata de una medida que podría tener un impacto mínimo en un flujo por el Darién cuyos tránsito de migrantes alcanzó las 389,235 personas entre el 1 de enero y el 21 de septiembre y que se espera llegue al medio millón al final del año, una cifra récord, según las autoridades. La mayoría de esos migrantes provienen de Venezuela.