Para muchos estadounidenses la disfunción republicana que ha paralizado la actividad en la Cámara de Representantes, mientras dos guerras hacen estragos en el extranjero y una crisis presupuestaria se cierne sobre el país, está alimentando un pesimismo a largo plazo sobre las instituciones básicas del país.
La falta de fe se extiende más allá del Congreso. Encuestas recientes realizadas tanto antes como después de la crisis legislativa muestran desconfianza en todo, desde los tribunales hasta la religión organizada.
Las disputas internas del Partido Republicano, que durante casi tres semanas han dejado vacante el puesto de presidente de la cámara baja —segundo en la línea de sucesión a la presidencia—, se consideran el último indicio de los profundos problemas de las instituciones fundamentales del país.
“No le están prestando atención a los intereses del pueblo, porque son muy disfuncionales”, dijo Christopher Lauff, de 57 años, de Fargo, Dakota del Norte.
Entre esos intereses, dijo, está la aprobación de los fondos para que Ucrania continúe su lucha contra la invasión rusa, algo que, según él, en última instancia ayuda a Estados Unidos, un punto que el presidente Joe Biden subrayó el jueves durante un discurso en el Despacho Oval.
“Normalmente somos el caballero de brillante armadura, pero ahora no podemos serlo”, dijo Lauff, un demócrata.
El desdén por el Congreso es sólo uno de los ámbitos en los que los estadounidenses dicen estar perdiendo la fe. Varias encuestas afirman que los sentimientos negativos incluyen una pérdida de confianza o interés en instituciones como la religión organizada, la policía, la Corte Suprema e incluso el sector bancario.
“La confianza en las instituciones se ha deteriorado sustancialmente”, afirmó Kay Schlozman, profesora de Ciencias Políticas del Boston College. Schlozman dijo que cree en el gobierno y en las cosas que proporciona, como la defensa nacional y el acceso a servicios de salud, pero “también entiendo perfectamente por qué el pueblo estadounidense puede ser cínico respecto al gobierno”.
La agitación en la cámara baja y el proceso federal contra el senador demócrata Robert Menendez, de Nueva Jersey, que enfrenta cargos por soborno, demuestran que los dos grandes partidos están contribuyendo a este panorama desalentador.
La cámara baja ha estado sin un líder permanente desde principios de octubre, después de que un pequeño grupo de republicanos derechistas expulsara a un miembro de su propio partido, el entonces presidente de la Cámara de Representantes Kevin McCarthy. Los diversos intentos posteriores de sustituirlo han fracasado.
“Este es un ejemplo exacto del tipo de cosas que yo diría que no pueden fomentar la confianza en el gobierno entre los estadounidenses: las votaciones múltiples, el fraccionamiento dentro de los partidos, la ambición personal y la falta de voluntad para llegar a una solución negociada”, afirmó Schlozman.
Alrededor de la mitad de los adultos (53%) afirma no tener “casi ninguna confianza” en las personas que dirigen el Congreso, según una encuesta de The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research realizada en octubre. Esta cifra coincide con el 49% de marzo. Solo el 3% tiene mucha confianza en el Congreso, prácticamente igual que en marzo.
Aproximadamente 4 de cada 10 adultos (39%) apenas confían en el poder ejecutivo del gobierno federal, comparados con el 44% en marzo. La mayoría de los republicanos (56%) tienen poca confianza en el poder ejecutivo —que está en manos de un miembro del partido contrario, el demócrata Joe Biden—, frente a solo el 20% de los demócratas.
Alrededor de un tercio de los adultos (36%) dice tener poca confianza en la Corte Suprema, de mayoría conservadora, una cifra que se ha mantenido estable en los últimos meses. El sondeo refuerza el hecho de que los demócratas tienden más que los republicanos a decir que su confianza en la Corte Suprema es baja. Los afroestadounidenses tienden más que los estadounidenses en general, y más que los adultos blancos y que los hispanos, a no tener ninguna confianza en el máximo tribunal de la nación.
Un tercio de los adultos estadounidenses (33%) sigue teniendo poca confianza en el Departamento de Justicia, y los republicanos tienen menos confianza que los demócratas. Esto se produce mientras el expresidente Donald Trump despotrica contra el departamento tras ser acusado de mal manejo de documentos clasificados y de intentar anular los resultados de las elecciones de 2020.
Rick Cartelli, de 63 años, trabajador médico de Rocky Hill, Connecticut, que se identifica como independiente, dice que está contento con su gobierno local y estatal, pero que el entorno actual, especialmente el caos en el Capitolio, ha acabado con la poca confianza que tenía en esa institución.
“Lo que está ocurriendo ahora no es nada bueno para el país”, afirmó.
Cartelli también dijo que tiene poca confianza en el poder ejecutivo, por lo que describe como “lapsus mentales” de Biden que “probablemente sólo van a ser cada vez más pronunciados”.
Múltiples encuestas de AP-NORC de este año revelan que la falta de confianza es generalizada, extendiéndose a la religión organizada, a los organismos de inteligencia y diplomacia del gobierno, así como a las instituciones financieras. Algo menos de la mitad (45%) de los encuestados en un estudio de AP-NORC y de Robert F. Kennedy Human Rights afirmaron tener poca o ninguna confianza en que los medios de comunicación informen de forma completa, precisa y justa.
Las opiniones sobre el ejército eran mejores, con sólo un 17% que decía no tener ninguna confianza en la institución.
Kathleen Kersey, una trabajadora del sector salud de 32 años de Brunswick, Georgia, que es republicana, dice que tiene poca confianza en cualquiera de las entidades federales, incluido el Congreso, pero que confía más en las instituciones más cercanas. También es admiradora del gobernador Brian Kemp, un republicano, de quien dijo que es un hombre moral.
“No hay mucho que una persona pueda hacer, y con todo el mal, es difícil tener confianza en algo, incluso en las iglesias, porque todo funciona como una unidad”, manifestó.
La confianza en las instituciones fundacionales del país ha sufrido altibajos a lo largo de la historia, aunque se observa una tendencia a la baja desde al menos la década de 1970. La confianza en el gobierno disminuyó en la época del Watergate y los Papeles del Pentágono, antes de recuperarse ligeramente durante la presidencia de Ronald Reagan en la década de 1980, a pesar de la famosa declaración de Reagan de que las nueve palabras más aterradoras de la lengua inglesa eran: “Yo soy del gobierno y estoy aquí para ayudar”.
David Bateman, profesor asociado de ciencias políticas en la Universidad Cornell, dijo que el movimiento conservador del tea party durante el mandato del expresidente Barack Obama marcó el inicio de un declive más constante de la confianza, como se observa en las encuestas de Gallup. Pero Bateman cree que el problema más agudo de los últimos años han sido las mentiras de Trump sobre las elecciones de 2020, a pesar de las decenas de tribunales que han rechazado sus afirmaciones y las múltiples auditorías y revisiones en los estados indecisos en los que disputó su derrota.
“La mayor amenaza a la confianza en las instituciones fue la negativa de la campaña de Trump a reconocer el resultado de las elecciones y la insistencia en que habían ganado”, junto con un gran segmento de los republicanos en el Congreso que secundaron la afirmación en el proceso de certificación, dijo Bateman.
“Eso validó la idea de que todo el sistema institucional está amañado, y no lo está”, afirmó.
Un ejemplo de las consecuencias es el ataque republicano al Departamento de Justicia, incluido el FBI. La “instrumentalización” del FBI ha sido un grito de guerra para los republicanos que sostienen que la agencia tiene la mira puesta en los conservadores y que están indignados por las diversas investigaciones a Trump.
Los candidatos que compiten contra Trump por la nominación presidencial republicana han dicho que despedirían al director del FBI, Chris Wray.
La desconfianza en el FBI ha sido durante mucho tiempo patrimonio de los demócratas, especialmente de quienes saben sobre la vigilancia en la época de los derechos civiles.
“Si en el año 2000 me hubieras dicho que los republicanos iban a estar diciendo que no se puede confiar en el FBI, me habría sorprendido”, dijo Bateman. “Ir contra el FBI ha sido una auténtica escalada de desconfianza”.