Israel intensificó sus ataques aéreos el lunes en Gaza, donde el número de muertos aumenta rápidamente, mientras Estados Unidos aconsejó a Israel que retrase una esperada invasión terrestre para permitir más tiempo para negociar la liberación de los rehenes tomados por Hamás.
Israel ha permitido que dos pequeños convoyes de ayuda, pero no combustible, entren al sitiado enclave costero, donde no hay electricidad desde hace casi dos semanas. Los hospitales están buscando combustible para sus generadores a fin de seguir operando equipos médicos que salvan vidas e incubadoras para bebés prematuros.
Fuertes ataques aéreos demolieron edificios en toda Gaza, incluso en zonas donde se había dicho a los palestinos que buscaran refugio, matando a cientos y enviando nuevas oleadas de heridos a hospitales ya abarrotados, según funcionarios y testigos palestinos. Después de un ataque en Ciudad de Gaza, una mujer con sangre en el rostro lloraba mientras estrechaba la mano de un familiar muerto. Al menos tres cuerpos estaban tirados en la calle.
El ejército israelí publicó imágenes que mostraban lo que dijo eran ataques a la infraestructura de Hamás.
Israel dijo que había atacado 320 objetivos militantes en toda Gaza durante las últimas 24 horas en preparación para “una maniobra”, en aparente referencia a una operación terrestre. El ejército dice que no apunta a civiles y que los milicianos palestinos han disparado más de 7.000 cohetes contra Israel desde el inicio de la guerra.
Se prevé que Israel lanzará una ofensiva terrestre en Gaza luego del brutal ataque de Hamás el 7 de octubre contra las comunidades del sur de Israel. Se han concentrado tanques y tropas en la frontera de Gaza, e Israel dice que ha intensificado los ataques aéreos para reducir el riesgo para las tropas en las próximas etapas.
Los temores de una guerra cada vez mayor aumentan a medida que aviones de combate israelíes han atacado objetivos en la ocupada Cisjordania, Siria y el Líbano en los últimos días. Israel ha intercambiado disparos con el grupo libanés Hezbollah, que está armado con miles de cohetes.
Por su parte, Estados Unidos ha informado a funcionarios israelíes que retrasar la ofensiva terrestre le daría a Washington más tiempo para trabajar con mediadores regionales para asegurar la liberación de las personas capturadas por Hamás durante su mortífera incursión, según un funcionario estadounidense.
El funcionario, que solicitó el anonimato para informar del tema, dijo que no estaba claro en qué medida el argumento “moverá la aguja” en el pensamiento israelí. Hamás liberó a una mujer estadounidense y a su hija adolescente la semana pasada.
Más de 1.400 personas en Israel han muerto, en su mayoría civiles asesinados durante el ataque inicial de Hamás. Al menos 222 personas fueron capturadas y llevadas a Gaza.
Más de 5.000 palestinos, incluidos unos 2.000 menores y alrededor de 1.100 mujeres, han sido asesinados, dijo el lunes el Ministerio de Salud palestino.
El sábado, 20 camiones entraron en Gaza en el primer envío de ayuda al territorio desde que Israel impuso un asedio total al comienzo de la guerra. Israel permitió el domingo la entrada de un segundo convoy de 15 camiones. Ambos entraron desde Egipto a través del cruce de Rafah, la única vía de acceso a Gaza no controlada por Israel.
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu dijo el domingo a las fuerzas en el norte de Israel que, si Hezbollah inicia una guerra, “cometerá el error de su vida. Lo paralizaremos con una fuerza que ni siquiera puede imaginar, y las consecuencias para él y el estado libanés serán devastadoras”.
Esta es de lejos la más letal de las cinco guerras que han librado Israel y Hamás en menos de 15 años.
Israel ha realizado incursiones limitadas en Gaza, y el domingo Hamás dijo que había destruido un tanque israelí y dos excavadoras blindadas en el territorio, que gobierna desde 2007. El ejército israelí informó de un soldado muerto y tres heridos por un misil antitanques durante una operación dentro de Gaza.
Un ataque aéreo que golpeó el lunes un edificio residencial a unos 200 metros (yardas) de la sede de Naciones Unidas en Rafah mató e hirió a varias personas, según un reportero de The Associated Press en el lugar. La explosión reflejaba lo arriesgado de las operaciones humanitarias.
El COGAT, el organismo israelí de defensa responsable de los asuntos civiles palestinos, dijo que se había permitido la entrada de ayuda a petición de Estados Unidos, y que el cargamento incluía agua, comida y suministros médicos. Todo fue inspeccionado por Israel antes de su entrada en Gaza, indicó.
En una llamada telefónica el domingo, Netanyahu y el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, “afirmaron que ahora habrá un flujo continuado de esta asistencia crítica a Gaza”, señaló la Casa Blanca en un comunicado.
Los cooperantes dijeron que hacía falta mucho más para abordar la creciente crisis humanitaria en Gaza, donde la mitad de los 2,3 millones de habitantes han huido de sus hogares. La agencia humanitaria de Naciones Unidas señaló que los 20 camiones que entraron el sábado equivalían al 4% de las importaciones medias de un día antes de la guerra, y eran “una fracción de lo que se necesita tras 13 días de asedio total”.
La Organización Mundial de la Salud dijo que siete hospitales en el norte de Gaza se habían visto obligadas a cerrar debido a los daños por ataques, falta de energía o las órdenes israelíes de evacuación.
La falta de combustible también afectó a los sistemas de agua y saneamiento. Cientos de miles de palestinos refugiados en escuelas gestionadas por Naciones Unidas y campamentos de carpas se estaban quedando sin comida y bebían agua sucia.
Israel reiteró sus avisos de que la gente abandonara el norte de Gaza, lo que incluyó arrojar folletos desde el aire. Estimaba que 700.000 personas se habían marchado ya, pero quedaban cientos de miles. Eso plantearía el riesgo a enormes bajas civiles en cualquier ofensiva de tierra.
El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, dijo que Israel no podría volver a la situación anterior en la que Hamás controlaba Gaza y podía plantear una amenaza, pero que Israel no tenía “absolutamente ninguna intención” de gobernar Gaza.
“Hay que encontrar algo que garantice que Hamás no puede volver a hacer esto, pero que tampoco recurra a la gobernanza israelí de Gaza”, dijo el domingo en el programa “Meet the Press” de NBC. “Es algo que debe resolverse incluso mientras Israel gestiona la amenaza actual”.
Israel capturó Gaza, junto con Cisjordania y Jerusalén Este, en la Guerra de los Seis Días de 1967. Los palestinos reclaman los tres territorios para un estado futuro. Israel retiró sus tropas y colonos de Gaza en 2005, pero Israel y Egipto han impuesto un bloqueo en grado variable desde que Hamás arrebató el poder del territorio a fuerzas palestinas rivales en 2007.
Los intensos ataques aéreos y de artillería israelí continuaron durante la noche en Gaza, según el Ministerio de Salud que gestiona Hamás. Los bombardeos golpearon edificios residenciales en la localidad de Khan Younis y el campo de refugiados de Nuseirat, ambos al sur de la línea de evacuación.
La Media Luna Roja Palestina informó de fuertes ataques aéreos durante la noche cerca del hospital de Al Quds en Ciudad de Gaza. Además de los pacientes, el hospital acogía a más de 12.000 personas desplazadas, indicó la organización médica.
El ejército israelí dice que no dirige sus ataques contra los civiles. Los milicianos palestinos han lanzado unos 7.000 cohetes en Israel desde el inicio de la guerra.
El ejército dijo el lunes que había alcanzado 320 objetivos milicianos en Gaza en las últimas 24 horas. Dijo haber destruido posiciones antitanque y otros objetivos que pudieran poner en peligro a las fuerzas que se preparan para “una maniobra en la Franja de Gaza”, una aparente referencia a una operación de tierra.
La tensión también era alta en la ocupada Cisjordania, donde unos 90 palestinos han muerto desde que comenzó la guerra, principalmente en protestas violentas y tiroteos durante redadas militares para hacer detenciones. Dos palestinos murieron baleados el lunes durante una incursión en el campamento de refugiados de Jalazone, según el Ministerio palestino de Salud.