Según indica el diccionario de la Real Academia Española, “posverdad” o “mentira emotiva” es un “neologismo que implica la distorsión deliberada de una realidad en la que priman las emociones y las creencias personales frente a los hechos objetivos, con el fin de crear y modelar la opinión pública e influir en las actitudes sociales”.
En el contexto periodístico, esta distorsión deliberada de la realidad se convierte en desinformación o los llamados fake news (noticias falsas) que constituye la mayor plaga de la información noticiosa en la era de la tecnología digital y la Inteligencia Artificial (IA).
Siendo el periodismo quizás el principal recurso de revisión histórica de profesionales, que figura como una suerte de cronología precisa de los recuentos históricos de un país, resulta fundamental la depuración efectiva entre datos noticiosos o noticias falsas.
“Me suscribo la teoría de que el periodismo es el bosquejo de la historia”, apuntó Pedro Reina Pérez, catedrático de Humanidades de la Universidad de Puerto Rico. “Primero porque el periodismo trabaja con un ciclo de tiempo que es más corto y organiza los eventos que son significativos para la sociedad. Para mí el periodismo ofrece esa posibilidad de un bosquejo anticipado de lo que va a hacer la historia”.
“Los historiadores y los periodistas hacemos un cernimiento sobre lo que es relevante para la vida democrática”, añadió.
Reina Pérez señaló que el arribo de las tecnologías digitales ha supuesto una transformación dramática para el periodismo. Sin embargo, opinó el profesor, aunque esa transformación ha resultado ser revolucionaria para la industria, el ejercicio del periodismo continúa siendo pertinente en la medida en que se mantenga ejerciendo la función de catalizador de las necesidades y preocupaciones de la ciudadanía en general.
“Si acaso las nuevas plataformas para el consumo del periodismo, que son todas digitales, multiplican y facilitan la difusión del periodismo. Pero no pierdo de vista que el modelo tradicional del periodismo y aun aquel que se ha adaptado a sus circunstancias, como es el caso de Metro, todavía está buscando un piso desde el cual reconstruir su modelo de negocios”, opinó el catedrático.
Posverdad, posveracidad y charlatanería
Según indica el artículo de 2019 “La era de la posverdad, la posveracidad y la charlatanería”, de Martín Montoya, profesor de filosofía de la Universidad de Navarra, en España, el año 2016 fue catalogado en la industria periodística, y entre muchos analistas políticos, como el año de la posverdad, término traducido directamente del término angloparlante post-truth.
Según Montoya, su significado se refiere a algo que denota unas circunstancias en las que los hechos objetivos son menos influyentes, en la formación de la opinión pública, que la apelación a las emociones y creencias personales.
“Quien desee influir en la opinión pública”, señala el profesor, “deberá concentrar sus esfuerzos en la elaboración de discursos fáciles de aceptar, insistir en lo que puede satisfacer los sentimientos y creencias de su audiencia, más que en los hechos reales”.
Por su parte, Reina Pérez aseguró que en el periodismo, al ser una especie de filtro de la realidad, tanto editores como periodistas realizan un ejercicio de cernimiento básico de lo que es y no es importante para ser resaltado como noticia. Pasar por ese umbral, opinó el catedrático, es imprescindible para que un dato se convierta en noticia. Es en ese momento del proceso que el elemento de los fake news debe ser tomado con especial consideración si se desea mantener una dinámica de veracidad y credibilidad en el medio noticioso.
“Las redes sociales básicamente dinamitaron ese proceso de cernimiento y multiplicidad de fuentes que se hacía en el periodismo tradicional. Ello ha hecho evidentemente posible la tergiversación de las cosas, entonces el ciudadano tiene a veces el reto enorme de tratar de hacer sentido de todo lo que ve. Porque lo que es falso en las redes sociales se vende como verdadero”, señaló Reina Pérez.
“A veces no se puede discernir entre una cosa y la otra, pero aun así, en medio de esa tormenta gigantesca que es el mundo de las redes sociales y los fake news, siempre la prensa se vuelve una fuente fidedigna, confiable para que la persona interesada en informarse consiga lo que está buscando”, añadió.
No es una repetición
De otra parte, Luis Fernando “Peri” Coss, profesor jubilado de la Facultad de Comunicaciónn e Información de la Universidad de Puerto Rico opinó que la prensa digital no debe ser considerada como una repetición de la prensa del pasado si no que tiene sus propias peculiaridades y problemas, como lo es la depuración de la información veraz de la falsa.
“He insistido en que el periodismo digital tiene sus propias reglas del juego y tiene su potencial, y que cada proyecto deberá desarrollar un modelo o una perspectiva propia de manera tal que marque una diferencia”, opinó el también historiador y exeditor de los periódicos Claridad y Diálogo.
“Se habla mucho de que el mundo digital plantea un problema de sobreinformación. Los buenos periodistas tienen ante esa situación el gran desafío de hacer algo que sea relevante y que sea diferente en ese concierto que a veces luce muy caótico”, añadió.
Coss aseguró que en este punto de la historia, en el que ya se ha marcado una amplia distancia del periodo de transición del periodismo tradicional al digital, que comenzó a finales de la década de 1990, es posible pensar en nuevas rutas para la información noticiosa.
“Hasta ahora se ha privilegiado el modelo de información general. Los llamados periódicos generalistas. Pero pienso que en ese contexto el gran reto es buscar el nicho, el conjunto de temas, que te plantee hacer una diferencia en esos escenarios”, dijo.
Con una mentalidad crítica
No obstante, Coss insistió en que la educación del lector es fundamental para la depuración del proceso de datos reales de datos falsos.
“Yo pienso que la clave sigue siendo tener una población más educada, una comunidad de escuchas y de lectores con un sentido crítico, con una capacidad de poder distinguir. Yo creo que esto no se resuelve con que meramente los periodistas tengan un mayor cuidado, o una mayor conciencia del problema. Creo que el gran reto está en que los proyectos periodísticos puedan generar lectores con una mentalidad critica”, dijo el catedrático jubilado.
“La obligación del periodista de depurar la información fidedigna de la falsa es cada vez más grande con los periodistas de hoy, hacer el trabajo con más rigor que antes, precisamente por las posibilidades prácticamente ilimitadas de que circule información y cuando hay eso no solo hay posibilidad para que circule información veraz y confiable sino para que circule mucha basura”, añadió.
El profesor y editor opinó que el futuro de la prensa escrita está en un balance entre lo análogo y lo digital. En la posibilidad de fusionar tanto los medios tradicionales como el papel, con las nuevas tecnologías para crear un sistema más efectivo en el cernimiento de datos veraces.