DEIR AL-BALAH, Franja de Gaza (AP) — Otras 200,000 personas han huido del norte de la Franja de Gaza desde el 5 de noviembre, dijo la oficina humanitaria de Naciones Unidas el martes, mientras las fuerzas terrestres israelíes combaten a los insurgentes palestinos en torno a hospitales donde los pacientes, los recién nacidos y los médicos están varados sin electricidad y con cada vez menos suministros.
La oficina humanitaria, conocida como la OCHA, indicó que en el norte queda apenas un hospital que pueda recibir pacientes. Los demás ya no pueden operar y la mayoría sirven de refugios a los combates, incluyendo el más grande, el de Shifa, que está rodeado por las tropas israelíes y donde hay 36 bebés en peligro de muerte porque ya no electricidad para las incubadoras.
La guerra, que está en su sexta semana, comenzó tras el ataque sorpresa de Hamás a Israel, en el que los insurgentes masacraron a cientos de civiles y se llevaron a unas de 240 personas a Gaza como rehenes. Durante casi tres semanas, Israel lanzó intensos bombardeos aéreos sobre el sitiado territorio antes de una campaña terrestre con infantería y tanques en el norte. La guerra ha matado a miles de civiles palestinos y sembró una destrucción generalizada en el empobrecido enclave costero.
Israel instó a la población civil a evacuar la Ciudad de Gaza y sus inmediaciones en el norte, pero el sur del territorio no es mucho más seguro. Israel lleva a cabo ataques aéreos frecuentes en todo el enclave contra lo que identifica como objetivos insurgentes, pero a menudo mata a mujeres y niños.
Los refugios gestionados por la ONU en el sur están muy por encima de su capacidad, con una media de un retrete para 160 personas. En total, alrededor de 1,5 millones de palestinos, más de dos tercios de la población de la Franja, han huido de sus hogares.
La gente hace fila durante horas para conseguir el escaso pan y agua salobre. La basura se amontona, las aguas residuales inundan las calles y no hay agua potable porque no hay combustible para bombas de agua ni plantas de tratamiento. Israel ha prohibido la importación de combustible desde el inicio de la guerra alegando que Hamás lo utilizaría para fines miliares.
La agencia de la ONU para los refugiados palestinos, que trata de ofrecer servicios básicos a las más de 600.000 personas que se refugian en escuelas y en otras instalaciones en el sur, indicó que podría quedarse sin combustible el miércoles, lo que obligaría a suspender la mayoría de sus operaciones. Además dijo que no podía seguir importando los limitados suministros de alimentos y medicinas a través del paso de Rafah, en la frontera con Egipto, el único enlace de Gaza con el mundo exterior.
Con las fuerzas israelíes combatiendo a los insurgentes palestinos en el centro de Gaza, la principal ciudad del enclave, ambos bandos han puesto su atención en la difícil situación en los hospitales. Las imágenes de los doctores intentando mantener calientes a los recién nacidos en Shifa se han hecho virales.
Israel acusa a Hamás de utilizar los hospitales como escondite para sus combatientes y sostiene que el grupo insurgente tiene su principal centro de mando dentro y debajo de Shifa, sin presentar evidencias visuales. Tanto Hamás como el personal del hospital niegan las acusaciones.
Durante semanas, la escasez de suministros ha obligado al personal del centro a operar a pacientes heridos por la guerra, incluyendo niños, sin anestesia y utilizando vinagre como antiséptico.
A primera hora del martes, el ejército israelí indicó en un comunicado que había iniciado una operación para trasladar incubadoras desde Israel a Shifa. No estuvo claro si las incubadoras habían sido entregadas o cómo se alimentarán.
El derecho internacional concede a los hospitales protecciones especiales durante la guerra. Pueden perder esas protecciones si los combatientes los utilizan para ocultarse o almacenar armas, pero el personal y los pacientes deben ser avisados con antelación para ser evacuados y el daño a los civiles no puede ser desproporcionado en relación con el objetivo militar.
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Magdy informó desde El Cairo, Egipto. La periodista de The Associated Press Amy Teibel en Jerusalén contribuyó a este despacho.