Reinaba el sábado la tensión en un poblado de Islandia por la posibilidad de que un retumbante volcán haga erupción.
La agencia de protección civil dijo que, aun si el volcán en la Península Reykjanes no estalla, podrían pasar meses hasta que estén las condiciones para que regresen los habitantes que han sido evacuados.
El poblado pesquero de Grindavik fue evacuado hace una semana cuando corrió la magma en medio de numerosos temblores, dejando una grieta en la comunidad y en algunos lugares alzando el suelo en un metro (3 pies).
El Servicio Meteorológico de Islandia indicó que hay “una probabilidad significativa” de que ocurra una erupción en algún lugar del túnel de 15 kilómetros (9 millas). Lo más probable, agregó, es que sea en un área al norte de Grindavik cerca del monte Hagafell.
Grindavik, un pueblo de unos 3.400 habitantes, está en la Península Reykjanes, a unos 50 kilómetros (31 millas) al sudoeste de la capital Reykjavik, y no muy lejos del Aeropuerto Keflavik, el principal de Islandia. El resort cercano Laguna Azul, una de las atracciones turísticas de Islandia, está cerrado hasta fines de noviembre debido al peligro del volcán.
Los habitantes de Grindavik han recibido permiso de regresar por cinco minutos cada uno, para sacar propiedades valiosas o mascotas.
El sistema volcánico en la Península Reykjanes ha estallado tres veces desde 2021, tras permanecer latente durante 800 años. Las erupciones anteriores ocurrieron en valles remotos sin causar daños.
Islandia está encima de una grieta volcánica en el Atlántico Norte y ocurre allí una corrupción, en promedio, cada cuatro o cinco años. La peor en tiempos modernos fue la del volcán Eyjafjallajokull en el 2010. El volcán lanzó nubes de cenizas a la atmósfera y obligó a cancelar vuelos por toda Europa por temores de que la ceniza dañe los motores de los aviones.
Los científicos dicen que una nueva erupción probablemente producirá lava pero no una nube de cenizas.