Una nueva sensación se suma al terror que muchas personas vivieron el 7 de octubre durante el ataque perpetrado por Hamás que dejó más de mil 400 israelíes muertos —el día de mayor asesinato de judíos desde el Holocausto— y a la incertidumbre de quienes tienen familiares o amigos secuestrados en la Franja de Gaza: la decepción e ira contra el Gobierno de Israel y contra el Ejército en general, pues se sienten traicionados y abandonados por su Estado.
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Así lo narraron en conversación con Publimetro Eduardo Polonsky, ganadero y prácticamente el último habitante del kibutz Or HaNer, ubicado a dos kilómetros y medio de la Franja de Gaza; Itzhik Horn, cuyos dos hijos fueron secuestrados por Hamás, y Galia Sohper, mexicana superviviente del kibutz Mefalism, el más cercano a Gaza.
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Para Eduardo Polonsky, permanecer en el kibutz en el que vive y trabaja es un ejemplo de no permitir que Hamás logre su objetivo: acabar con los judíos en el territorio de Israel. Sin embargo, Polonsky se ha convertido en uno de los últimos vecinos de Or HaNer, que tenía una población de 900 personas y donde ahora solamente quedan 10 personas. En la historia de miles de desplazados internos que la guerra contra Hamás ha dejado, también se cuenta la de la esposa y familia de Polonsky.
“Me gustaría contarles que vivo aquí hace 43 años. Me gustaría contarles que este es mi país, aunque nací en Argentina. Me gustaría contarles, que este es mi país y que tenemos más del 80% de aguas recicladas, que es el país que más agua recicla y que yo dirijo, el tambo de producción de leche en el que producimos cuatro millones de litros por año. Me gustaría contarle que nació mi octava nieta y no hablar de esta guerra tremenda que vivimos”, narró Polonsky entre lágrimas.
Durante la conversación, Polonsky narra que cuando los terroristas de Hamás capturaron el kibutz vecino llamado Eretz, supo que era momento de intentar detenerlos ya que él es parte del Grupo de Defensa, una especie de ‘autodefensa’ comunitaria, independiente del Ejército y de la policía, o cualquier otra fuerza armada oficial.
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“[Los terroristas] aquí trataron de entrar dos veces. Pasaron cerca de 16 o 17 horas hasta que vimos los primeros miembros de Ejército, de las fuerzas que teóricamente tendrían que habernos defendido”, denunció.
“Nosotros, durante toda la vida... inclusive, yo me acuerdo en el año 69 -yo tenía siete años- en Argentina se comentaban las proezas y la grandeza del Ejército israelí. Hasta el sábado 7, yo contaba en el mundo la potencia y la fuerza que tiene el Ejército israelí y que si nuestra respuesta a las ofensivas no son más grandes o más fuertes es porque somos moderados. Desde ese sábado no puedo dar la misma respuesta, no creo en esa misma respuesta. Me es muy difícil creer en [esa respuesta] de quienes teóricamente tendrían que darnos seguridad”, añadió.
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Entre lágrimas, y con un dolor intenso, Polonski expresó: “Tendrían que permitirme libremente y normalmente recibir a mis nietos en mi casa. Una cosa natural. Recibir a mi familia en mi casa para comer un asado. Ahora no lo puedo hacer y no sé cuándo lo voy a poder hacer. No sé cuándo mis nietos y mis hijos quieran volver a esta zona y se sientan seguros de volver”.
No hay confianza en el Ejército
Para Galia Sohper, mexicana superviviente del kibutz Mefalism, el más cercano a Gaza, y quien estuvo cerca de 24 horas esperando ayuda de las Fuerzas Armadas de Israel, la falta de confianza en las autoridades también es una constante.
Mientras estuvo escondida en el refugio de su casa, junto a su esposo y sus hijas, Sohper se enteró que los terroristas de Hamás habían asesinado a soldados israelíes y se habían puesto sus uniformes para infiltrarse y matar a más personas.
“Desde que empezaron los primeros tiroteos [06:30 horas del 7 de octubre], recibimos el mensaje de que ya podíamos salir a las 03:00 horas [del 8 de octubre]. “Mi marido fue a poner cosas en el auto y hay que caminar como dos minutos. Unos soldados, lo vieron y vinieron a escoltarnos. Nunca había sentido tanto miedo de ver soldados, pero los vi a los ojos, vieron los nuestros y supe que ellos también estaban muy asustados”, explicó.
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“Estamos todos muy enojados, muy sentidos, muy dolidos, sin confianza alguna. ¿Contra quién? Contra todos: contra nuestro gobierno, contra nuestro ejército, contra nuestra policía, contra todos los que se supone que nos tienen que proteger”, añadió la mexicana.
“Les vendimos a nuestros hijos los cuentos de: ‘No se preocupen’, ‘Nuestro Ejército nos protege’ y ahora, ¿Con qué cara digo yo eso? Y nos dicen: ‘No, no se preocupen, van a volver a los kibutz’. No sé, ¿Quién me protege?, ¿O me van a poner de bala de cañón otra vez?”.
El Estado nos falló
Un sentimiento similar es el que tiene Itzhik Horn, cuyos dos hijos, de 45 y 34 años, fueron secuestrados por Hamás.
“Acá tampoco hay garantía de nada, porque si no te tiran [misiles] del Norte, te tiran del Sur, te tiran de Yemen. Sabíamos del peligro. Sabíamos de lo que había, pero -como todo el mundo- confiábamos en el Estado, confiábamos en el Ejército. El Estado nos abandonó. El contrato del Estado es cuidar a sus ciudadanos. Mil 400 muertos es una prueba fehaciente de que el Estado no cuidó sus ciudadanos. Ahora la obligación del Estado es sacar a todos los rehenes de Gaza, absolutamente a todos. No puede quedar ninguno atrás”, expresó.
“Uno sabía quiénes estaban enfrente. Pero bueno, teníamos que la Cúpula de Hierro, que la alambrada que llegaba para abajo de los túneles. En la hora de la verdad, ni la alambrada, ni equipos electrónicos (sirvieron porque) atacaron por aire, tierra y mar”.