Una cría de ocho semanas llegada desde Alaska trina ruidosamente antes de devorar trozos de hielo en la enfermería del Shedd Aquarium de Chicago.
A falta de que se le asigne un nombre propio, es el cachorro EL2306, un ejemplar de nutria marina del norte que fue encontrado solo y malnutrido en la remota localidad de Seldovia en octubre y fue trasladado al Alaska SeaLife Center en Seward.
Shedd, uno de los pocos centros de Estados Unidos con recursos para atender a nutrias rescatadas, fue contactado por SeaLife Center y el equipo de nutrias del acuario cruzó el país con el peludo mamífero marino marrón, que llegó a Chicago a finales de noviembre.
“Cuidar a un cachorro de nutria es como cuidar a un bebé”, incluyendo alimentarlo las 24 horas del día, explicó Lana Gonzalez, responsable de nutrias y pingüinos del Shedd. “Además, hay que acicalarlo. Las nutrias marinas tienen un pelaje muy denso, con entre 700.000 y un millón de pelos por centímetro (pulgada) cuadrado, y es lo que utilizan para mantenerse calientes. No tienen una capa de grasa gruesa como otros mamíferos marinos, así que cuidar ese pelaje es muy importante”.
Una nutria suele enseñar a sus crías a acicalarse, y el equipo del acuario ha asumido ahora ese papel para fomentar el desarrollo saludable de la cría.
La supervisora de las nutrias, Tracy Deakins, entró el miércoles al recinto del cachorro con toallas blancas limpias y lo animó a salir del agua. Deakins señaló distintos puntos de su pelaje y la cría respondió lamiéndolos o frotándolos con sus garras.
El cachorro seguirá en la enfermería Regenstein para nutrias marinas del centro por unos meses, estrechando lazos con el personal, y con el tiempo pasará al hábitat donde están las otras cinco nutrias del acuario.
Parte del proceso de crecimiento consiste en que pasen de alimentarse con leche de fórmula y pequeños trozos de almeja, a la comida sólida. Gonzalez dice que las almejas tienen “calidad de restaurante” y su origen es sostenible.
El gobierno federal suele calificar a las crías recatadas como no liberables y los expertos del Shedd dicen que necesitan a sus madres durante su primer año de vida.
“Una vez que están bajo nuestro cuidado no los liberamos en el medio natural, están demasiado acostumbrados a la gente. Pero la buena noticia es que podrá ser un embajador de su especie aquí en el acuario, así que estamos muy contentos por eso”, apuntó Gonzalez.