Varios vecindarios del estado de Río de Janeiro seguían inundados el lunes, más de un día después de lluvias torrenciales en las que murieron al menos 12 personas.
Las intensas precipitaciones causaron estragos el fin de semana, inundando hogares, un hospital, la línea del metro en la ciudad de Río de Janeiro y una sección de la Avenida Brasil, una vía rápida.
Algunas personas murieron ahogadas o en deslaves, y al menos tres fallecieron electrocutadas. Un total de 18 poblados de todo el estado presentan un riesgo “alto” de deslizamientos de tierra, según funcionarios de protección civil.
Las inundaciones fueron particularmente devastadoras en las periferias del norte de Río, algunas de las zonas más pobres del área metropolitana.
“Nos sentimos como animales. No es normal vivir así”, dijo Heloisa Regina, de 55 años, mientras examinaba las inundaciones en su bar y su vivienda en Duque de Caixas, una localidad al norte de Río en donde cayeron más de 10 centímetros (3.9 pulgadas) de lluvia en 24 horas.
Regina pasó la noche tratando de dormir sobre una mesa de billar, preguntándose cómo va a pagar las reparaciones en el bar que ha sido de su propiedad durante 30 años. “Lo perdimos todo”, declaró.
Varios residentes caminaban por las calles de Duque de Caxias con el agua hasta la cintura. Otros trepaban a los techos y pedían ayuda mientras los helicópteros sobrevolaban la zona, según videos de la televisora brasileña Globo.
Los bomberos buscaban a una mujer que desapareció después de que su vehículo cayó al río Botas, en Belford Roxo, un vecindario de Río.
Cerca de 2,400 elementos militares de la brigada contra incendios de Río se movilizaron el fin de semana y usaron ambulancias, botes, drones y aeronaves para rescatar a los residentes y vigilar las áreas afectadas.
Las autoridades intervinieron en más de 200 incidentes debido a las inundaciones en todo el estado, según una declaración de protección civil de Río. Pero algunas personas acusaron a las autoridades de negligencia.
“Estamos completamente abandonados”, acusó Eliana Vieira Krauss, de 54 años, residente de Duque de Caxias. “Nada ha mejorado” desde que se registraron inundaciones similares hace más de una década, añadió la asistente de enfermería
Krauss tuvo que llevar a su suegro discapacitado de 80 años a la casa de su cuñada. “El agua casi llegó a su cama. Si se hubiera dado vuelta y caído, se habría ahogado”, dijo Krauss.
Eduardo Paes, alcalde de Río de Janeiro, declaró estado de emergencia el domingo e instó a las personas a no intentar pasar por las áreas inundadas y evitar interrumpir las labores de rescate y recuperación.
Lluvias de moderadas a intensas, relámpagos y ráfagas de viento eran parte del pronóstico para el lunes por la tarde. La agencia de protección civil de Río recomendó a la población evitar nadar en lagos o el mar, y mientras se esté en casa permanecer lejos de enchufes, ventanas y puertas de metal.
La inundación del sótano del Hospital Municipal Ronaldo Gazolla provocó cortes de energía que se resolvieron el domingo, pero todas las citas médicas en el hospital tuvieron que posponerse 15 días, dijo el secretario de Salud de Río, Daniel Soranzen, en la red social X.
El Instituto Nacional de Meteorología de Brasil había advertido el jueves sobre la posibilidad de fuertes lluvias en Río, Sao Paulo y Minas Gerais debido a una combinación de calor, humedad y áreas de baja presión atmosférica.
En febrero de 2023, fuertes lluvias causaron inundaciones y deslaves que dejaron al menos 48 muertos en el estado de Sao Paulo. En septiembre, inundaciones provocadas por un ciclón en el sur de Brasil cobraron al menos 31 vidas y dejaron a 2,300 sin hogar.
Al mismo tiempo, el bosque tropical de la Amazonía ha enfrentado una grave sequía. Los científicos dicen que el clima extremo se presenta con más frecuencia debido al cambio climático provocado por la intervención humana, y 2023 fue el año más cálido del que se tenga registro.