Puerto Rico, un archipiélago con 78 municipios, cuenta con 28 salas de parto. La mayoría se concentran en la zona metropolitana y en la ciudad de Mayagüez.
En los pasados meses se han notificado más cierres de salas de obstetricia y se anticipa uno o dos cierres adicionales, lo que complica el panorama para las mujeres gestantes o que planifican gestar en un escenario de baja natalidad y alza en cesáreas por más de un 50 por ciento.
El pediatra-neonatólogo y catedrático asociado de la Escuela de Medicina del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico (UPR), Álvaro Santaella, planteó que el número de salas de parto en Puerto Rico se ajusta a la demanda actual. No obstante, el reto surge cuando la facilidad hospitalaria ubica lejos.
“Es importante el cuidado prenatal y la educación a la madre gestante que tan pronto empiece su labor de parto, acuda al hospital elegido. Hay que mejorar el sistema de transporte con ambulancias, en caso de ser necesario”, recomendó Santaella.
Baja natalidad en un modelo privado
Según el Registro Demográfico de Puerto Rico, el año pasado hubo un total de 18,357 nacimientos. En el 2018, fueron 21,445; desde entonces se ha registrado un declive gradual año tras año.
Las estadísticas muestran que los números de nacimientos se concentran mayormente en pueblos metropolitanos, siendo San Juan el que lidera la lista. Algunos de los municipios que registran la menor natalidad son Ciales, Ceiba, Culebra, Hormigueros, Maricao, Maunabo, Patillas, Rincón y Vieques, donde se registraron menos de 100 nacimientos. Por ejemplo, Culebra solo tuvo 15 nacimientos el año pasado.
Regularmente, estos pacientes son referidos a Fajardo o pueblos aledaños.
Según el administrador de Servicios de Salud y Hospitales, Ramón Alejandro Pabón, la baja de natalidad representa una “pérdida” para los hospitales, pues una sala de parto conlleva una inversión de millones de dólares. Este apuntó a que “la falta de demanda” provoca los cierres como “cualquier otro tipo de negocio”.
De acuerdo con Pabón, el poder operar una unidad con su nursery y NICU puede costar entre $1.5 a $2 millones al año.
“La reducción en nacimientos afecta la dinámica operativa y nos desafía a adaptarnos a una demanda disminuida en este servicio específico. […] Por un lado, estimo que cerrarán una o dos salas de partos de hospitales de comunidad, es decir, que no estén atados a sistemas de hospitales, esto si este año se mantiene la dinámica actual y si no entran al escenario nuevas iniciativas”, proyectó.
El caso más reciente de cierre fue el de la unidad en el Hospital de Damas en Ponce. En la ciudad hay otros dos hospitales con servicios de obstetricia.
El doctor Santaella coincidió en que es una situación de “costo-efectividad” y que es necesario mantener un mínimo de partos mensuales para “asegurar un servicio de excelencia”.
Reclamos a aseguradoras
El tema de las aseguradoras fue un denominador común entre los expertos entrevistados.
Mientras por un lado, los ginecólogos obstetras tienen un reclamo sobre el acceso a la anestesia epidural, por el otro urgen mejor remuneración por su trabajo y el de las enfermeras.
El médico ginecólogo obstetra, Carlos Lazú Arroyo, explicó que la poca paga por parte de las aseguradoras contribuye al éxodo del recurso humano y, por ende, incide en los números altos de cesáreas y al cierre de las salas de parto.
“La remuneración es extremadamente bajita para todo lo que hacemos, más los pocos que tenemos que hacer tanto, al seguir cerrando las salas de partos, pues los pacientes siguen llegando a estos centros de parto que quedan abiertos. Trabajamos un montón”, explicó.
Lazú Arroyo labora en el hospital Ryder Memorial de Humacao, el cual atiende pacientes de Patillas, Fajardo, Vieques y Culebra, entre otros pueblos.
“Es una región que está bien desprovista. Aparte de una sala de Fajardo que tiene pocas camas, nosotros recibimos a todas esas pacientes. Además, de que no hay suficientes enfermeras o personal técnico”, indicó.
El riesgo de las demandas
Al haber una cantidad limitada de salas en la región, la sobrecarga laboral es inevitable.
“La ginecología obstetricia tiene muchos riesgos de reclamaciones y demandas. Bajo estas circunstancias nos sube más el riesgo. […] Estamos bajo un sistema de salud que no tiene recursos. A veces las enfermeras tienen varias pacientes para una sola. Eso no debería ser así. Porque si tiene más de dos pacientes y si se paren las dos a la vez ¿Quién las atiende? […] Al no haber un recurso humano, estamos en riesgo a que haya un mal manejo”, abundó.
Entre los recursos profesionales que más hacen falta están los anestesiólogos, anestesista, enfermeras y obstetras.
“De seguir esta tendencia ambas especialidades (obstetricia y pediatría), dejarán de ser atractivas para los futuros médicos, agravándose su disponibilidad”, opinó el doctor Santaella.
Una de las opciones que ven los médicos es incrementar la seguridad ante posibles demandas, las cuales dicen pueden ser factor para el alto número de cesáreas. El doctor Santaella recomendó crear un mecanismo para evaluar los méritos de las reclamaciones por “posibles impericias”.
Por su parte, el especialista ginecólogo obstetra, Nabal Bracero, aseguró que la comunidad médica hace el trabajo de alertar al gobierno.
Bracero, quien también dirige la organización sin fines de lucro PROGyn, subrayó que hay soluciones que dependen del dinero, como por ejemplo la disponibilidad de técnicos de sala de operaciones, enfermeras especializadas y los obstetras que garanticen un servicio de calidad. A su vez, recomendó agregar al personal de apoyo médico a las doulas y las parteras, punto en el que coincidió el doctor Lazú Arroyo.
Migración y baja natalidad: dos problemas con una misma raíz
El consultor en demografía y estadísticas, Raúl Figueroa, subrayó que la baja natalidad mostrará sus efectos a largo plazo. Al tiempo que vislumbra que los natalicios no aumenten mucho en los próximos 20 años.
Para el demógrafo, las razones que disuaden a las personas de tener niños coinciden con los factores que impulsan la migración. Ambas situaciones redundan en una jurisdicción con una población alta de personas mayores.
“Sobretodo en el suroeste y en el oeste hay muchas personas mayores, entonces hay que planificar para que tengan esos servicios disponibles. Hay que planificar para que esa comunidad tenga lo necesario”, sostuvo.
Según Figueroa, lograr una calidad de vida para los adultos mayores y mejorar las condiciones laborales, educativas y de salud cambiaría el panorama. Al mostrar una mejor calidad de vida, incitaría y motivaría a las generaciones a aspirar un futuro en la isla.
“Hay que planificar a largo plazo, los efectos de los pocos nacimientos, es a largo plazo. Habrán menos mujeres para aumentar los nacimientos, menos niños lo que equivale a menos estudiantes, menos necesidad de casas […] Hay que pensar sobre el Puerto Rico queremos. Si queremos que venga gente y convertir esto en uno de turistas o apoyar a los de aquí, si es así hay que bajar de precio. Y ver cómo trabajar con el asunto. El mismo hecho que la gente que se va a Puerto Rico, es el mismo factor por el cual no tienen hijos”, estableció.
El analista opinó que los partidos, independientemente de sus ideologías, “deben ponerse en un mismo bote para mejorar la situación fiscal y social de la isla”.
Condiciones sociales
La psicóloga clínica y perinatal, Bárbara Barros, coincidió en que las circunstancias sociales no hacen la decisión de tener hijos sea atractiva.
“Parte que los lleva a no tener hijos es la preocupación de cómo está el país. […] Tiene que ser atractivo, aunque se escuche feo. Las personas se dicen: ‘tener un hijo, pero si apenas cobro’. A eso, le añades que el proceso para tenerlo también es un problema […] Antes hay que arreglar muchas cosas, el sistema de educación, el asunto de pobreza, el sistema de salud… es mucho más complejo”, planteó.
La psicóloga rechazó los llamados simples a que los jóvenes decidan tener hijos. “El que digan: ‘Tengan hijos, te voy a dar unos chavitos’, denota una enajenación de la problemática que consiste en el sistema persé. Tenemos escasez de médicos y el cuco son las aseguradoras”, argumentó.
¿Mejor paga por las cesáreas?
Según los médicos obstetras entrevistados por Metro Puerto Rico el pago de las aseguradoras es similar en un parto vaginal y uno por cesárea.
No obstante, de acuerdo con el ginecólogo obstetra, Nabal Bracero, la comunidad médica reconoce que es un problema el alto nivel de cesáreas en Puerto Rico.
El especialista estableció que esto responde a múltiples factores, entre ellos las limitaciones de los recursos del hospital. También planteó que en la práctica se busca evitar la exposición a “riesgos innecesarios”, tanto a la madre como a su bebé.
“Cuando uno evalúa la tasa de cesáreas, tiene que verla con el lente de cuánta proporción de esa cesárea son primarias –que ocurren por primera vez- y cuáles son las secundarias. El reporte del CDC no hace esa distinción”, explicó Bracero.
Mencionó que muchas veces no hay la “capacidad de ofrecer un VBAC, que es un Vaginal Birth After C-Section”. Es decir, el intento de parto después de una cesárea.
Al decidir llevar a cabo un VBAC, se consideran los posibles riesgos que pueden presentarse después del primer embarazo. Bracero mencionó que el útero puede romperse y poner en riesgo las vidas, por eso en caso de ser necesario, se promueve una cesárea.
“Es un problema que reconocemos que existe y que tenemos que trabajar. Está lejos de lo que es ideal. Los servicios son seguros, se practica medicina al nivel de los Estados Unidos y que, muchas veces cuando se llega esa decisión, la intención del obstetra siempre será la seguridad del paciente”, expresó.
De otra parte, el especialista rechazó que las cesáreas se hagan alrededor de una agenda del médico. Bracero reiteró que este procedimiento quirúrgico se hace en colaboración con el paciente y que “no siempre será programada”, ya que el paciente tiene el poder sobre su cuerpo.