Para que la economía avance, unas agentes, invisibles para las cuentas oficiales, trabajan incansablemente. Sin su servicio no remunerado, la producción –y reproducción– en la sociedad no serían del todo posibles.
Son las personas que se encargan de las tareas domésticas, y del cuidado de los niños y niñas, envejecientes, enfermos, e individuos con diversidad funcional, así como del trabajo de subsistencia y de servicio a la comunidad.
Alrededor del mundo, las caras que cuidan y llevan a cabo las labores del hogar son, en su mayoría, mujeres.
En sobre 27 países repartidos en seis continentes, las mujeres dedicaron, al día, por lo menos el doble de tiempo al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado en comparación con los hombres, conforme a datos compilados por la Organización de las Naciones Unidas y procesados por Our World in Data.
Al respecto, la economista y abogada Heidi Calero sostuvo que “eso no quiere decir que no haya hombres que también se quedan en el hogar y cuidan a los niños, pero la mayor parte de la carga, sin lugar a dudas, es discriminatoria y recae sobre la mujer”.
En Puerto Rico, estas personas continúan invisibilizadas, pues no existen estudios que cuantifiquen de manera directa el trabajo no remunerado.
Para atender la necesidad de una Encuesta de Uso del Tiempo en la isla, los legisladores María de Lourdes Santiago Negrón, Ana Irma Rivera Lassén y Rafael Bernabe Riefkohl radicaron, en 2021, el Proyecto del Senado 223.
En enero de 2023, tras ser avalada por ambos cuerpos legislativos, la medida llegó al escritorio del gobernador Pedro Pierluisi Urrutia, pero esta no fue aprobada en el término de 30 días, resultando en un veto de bolsillo.
La socióloga y copresidenta de la Fundación de Mujeres en Puerto Rico, Sara Benítez Delgado, lamentó el veto del primer ejecutivo y resaltó la importancia de reconocer el trabajo no remunerado e incorporarlo en el presupuesto del país.
“No entiendo la posición del gobernador que no sea una que no quiere enfrentarse a la problemática que es eso en Puerto Rico. Obviamente, una vez tú tienes las estadísticas, tienes que tomar acciones concretas para atender esa situación”, dijo la profesora jubilada del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico en Humacao.
Por su parte, la senadora Santiago Negrón apuntó a la continua resistencia institucional a atender las muchas dimensiones de la perspectiva de género, incluyendo la documentación de la desproporción en las labores no remuneradas.
“En Puerto Rico, como en muchas jurisdicciones, el valor del trabajo no remunerado, al no ser cuantificado, al no asignarle un valor monetario, tiende a ser enormemente subestimado y, en la medida en que ese trabajo lo realizan en una proporción abrumadora las mujeres, se convierte también en una manera de restarle valor a la aportación de la mujer en la familia, en la sociedad, en su comunidad, y a veces, como un trabajo de inferior importancia”, expuso la legisladora.
Necesaria la gestión gubernamental de apoyo
En países como Suecia y Francia, por ejemplo, se reconoce el trabajo no remunerado mediante políticas como el permiso parental remunerado y beneficios para cuidadores.
Las partes entrevistadas coincidieron en que, en Puerto Rico, el primer paso para la valoración de las labores no remuneradas sería la realización de la encuesta para medir el tiempo dedicado a dichas tareas.
Asimismo, compartieron que se necesitan espacios de cuidado diurno tanto para menores, como para los adultos mayores, de forma que las cuidadoras que deseen adentrarse en la fuerza laboral puedan hacerlo.
“Eso requiere una política bien fuerte de centros de cuidado basados en modelos de desarrollo integral en las comunidades, no solamente para la niñez y los menores, sino también las personas adultas mayores”, estableció Benítez Delgado.
Santiago Negrón recalcó el rol de las amas de llaves para asistir en el cuidado de las personas con diversidad funcional y los envejecientes. “Las amas de llaves permiten ese respiro que también protege a las cuidadoras, que también permite que atiendan su salud”.
A su vez, Calero sostuvo que “algún incentivo adicional tiene que venir para que se le reconozca esa contribución que hacen las mujeres a que esta sociedad pueda sobrevivir”.
La economista planteó ciertas soluciones, como el subsidio del cuidado de menores y adultos mayores por parte del gobierno, y la implementación de un subsidio de electricidad utilizando gas natural.
Además, sugirió el desarrollo de políticas favorables en los lugares de trabajo, como flexibilidad de horarios, licencias remuneradas y trabajo remoto, de forma que se les facilite, a las empleadas, el cuidado de sus hijos y familiares enfermos.
El ciclo vicioso de la brecha salarial
El 42 % de los hogares en Puerto Rico están encabezados por mujeres, de los cuales el 57 % están bajo el índice de pobreza, conforme a datos, de 2019, provistos por el Instituto de Estadísticas.
“Definitivamente la pobreza tiene cara de mujer, sin lugar a dudas. Están condenadas muchas de ellas a no poder sobrepasar esa frontera de pasar a un trabajo que le dé suficiente remuneración para, en sus casos, si tiene niños, oye, ¿cómo pago el cuidado de los menores?”, indicó Calero.
Comúnmente, la brecha salarial promueve el que las mujeres sean quienes se queden en el entorno doméstico, mientras el hombre del núcleo familiar sea quien se adentre formalmente a la fuerza laboral.
El hecho de que la responsabilidad del trabajo no remunerado recaiga desproporcionadamente en las mujeres, puede impactar el desarrollo profesional y económico de estas, agravando la inequidad salarial.
Así lo expuso Benítez Delgado, al explicar que “una vez las mujeres se retiran del trabajo remunerado para parir y para cuidar –aquí en Puerto Rico, en la mayor parte de las empresas y el gobierno– deja de contarse ese tiempo, por ejemplo, para aumentos salariales, para evaluaciones de productividad, para evaluaciones para ascenso en sus posiciones”.
La socióloga destacó la importancia de que, cuando una mujer se aparte de la fuerza laboral para dedicarse a la crianza, se reconozca el valor económico y social que esto representa, y se le aseguren sus derechos y oportunidades de ascenso.
Más allá de cuantificar y compensar el trabajo no remunerado, la profesora señaló el rol de la educación para que las tareas que socialmente recaen principalmente en las féminas, por cuestión de género, sean redistribuidas equitativamente entre hombres y mujeres.
Mientras, Santiago Negrón comentó que continuará priorizando los esfuerzos para justipreciar el trabajo del que, en última instancia, depende la economía.
“Si no hay quien cuide, a los niños o los mayores, o quien haga la compra, o quien cocine o se encargue de las tareas domésticas o de supervivencia, quien aporte al trabajo comunitario, pues entonces tampoco es posible que haya una persona de ese núcleo que salga a ejercer una tarea por la que, sí, se recibe remuneración”, puntualizó.