PATERZELL, Alemania (AP) — ¿Cómo se enseña a un pájaro cómo y dónde volar?
El peculiar ibis calvo septentrional, cazado hasta su extinción en el siglo XVII, ha revivido gracias a los esfuerzos de cría y reforestación de las dos últimas décadas. Pero estas aves –conocidas por su característico plumaje verde, negro e iridiscente, su cabeza calva y roja y su largo pico curvado– no saben instintivamente en qué dirección volar para migrar sin la guía de los mayores nacidos en libertad. Así que un equipo de científicos y conservacionistas intervinieron como padres adoptivos e instructores de vuelo.
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“Tenemos que enseñarles la ruta migratoria”, explicó el biólogo Johannes Fritz.
El ibis calvo septentrional solía sobrevolar el norte de África, la Península Arábiga y gran parte de Europa, incluida Baviera, en el sur de Alemania. Las aves migratorias también se consideraban un manjar y el ibis –conocido como Waldrapp en alemán– desapareció de Europa, aunque sobrevivieron algunas colonias en otros lugares.
Los esfuerzos de Fritz y el Waldrappteam, un grupo de conservación e investigación con sede en Austria, consiguieron que la población centroeuropea pasara de cero a casi 300 ejemplares desde el inicio de su proyecto en 2002.
La iniciativa hizo que la especie pasara de la clasificación de “en peligro crítico” a la de “en peligro” y, según Fritz, es el primer intento de reintroducir una especie de ave migratoria extinguida en todo el continente.
Pero aunque los ibis calvos del norte siguen mostrando el impulso natural de migrar, no saben en qué dirección volar sin la guía de los mayores nacidos en libertad. Los primeros intentos de reintroducción del Waldrappteam fracasaron en gran medida porque, sin enseñarles la ruta migratoria, la mayoría de las aves desaparecieron poco después de su liberación. En lugar de regresar a zonas de invernada adecuadas, como la región de Toscana, Italia, volaron en distintas direcciones y acabaron muriendo.
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Así que los integrantes del Waldrappteam intervinieron como padres adoptivos e instructores de vuelo de la población centroeuropea, formada por descendientes de múltiples colonias de zoológicos y liberada en la naturaleza con la esperanza de crear un grupo migratorio. Este año es el decimoséptimo viaje con guías migratorios humanos, y la segunda vez que se ven obligados a pilotar una nueva ruta hacia España debido al cambio climático.
Para prepararlos para el viaje, los polluelos son sacados de sus colonias de cría cuando apenas tienen unos días. Se les lleva a una pajarera supervisada por los padres adoptivos con la esperanza de que se produzca una “impronta”, es decir, que las aves establezcan vínculos con esos humanos para acabar confiando en ellos a lo largo de la ruta migratoria.
Barbara Steininger, madre adoptiva del Waldrappteam, dice que actúa como “su mamá pájaro”.
“Los alimentamos, los aseamos, limpiamos sus nidos. Cuidamos bien de ellos y nos ocupamos de que estén sanos”, explica. “Pero también interactuamos con ellos”.
Steininger y los otros padres adoptivos se sientan en la parte trasera de una avioneta ultraligera, saludando y animando a través de un megáfono mientras vuelan por el aire.
Es una escena bizarra: el avión parece un carrito volador con un ventilador gigante en la parte trasera y un paracaídas amarillo que lo mantiene en el aire. Aun así, tres docenas de pájaros siguen al artilugio, pilotado por Fritz, mientras transita sobre praderas y laderas alpinas.
Fritz se inspiró en el “Padre Ganso” Bill Lishman, un naturalista que enseñó a los gansos canadienses a volar junto a su avión ultraligero a partir de 1988. Más tarde guió a grullas blancas en peligro de extinción por rutas seguras y fundó la organización sin ánimo de lucro “Operación Migración”. El trabajo de Lishman dio lugar a la película de 1996 “Fly Away Home”, pero en ella aparece una niña como “madre” de los gansos.
Al igual que Lishman, los esfuerzos de Fritz y su equipo han funcionado. La primera ave migró de forma independiente a Baviera en 2011 desde la Toscana. Más aves han recorrido la ruta de unos 550 kilómetros (342 millas) cada año, y el equipo espera que la población centroeuropea supere las 350 aves en 2028 y sea autosuficiente.
Pero los efectos del cambio climático hacen que los ibis calvos septentrionales migren ahora más tarde en la temporada, lo que los obliga a cruzar los Alpes con un clima más frío y peligroso, sin la ayuda de las corrientes de aire caliente, conocidas como térmicas, que se elevan hacia arriba y ayudan a las aves a remontar el vuelo sin gastar energía extra.
En respuesta, el Waldrappteam puso a prueba una nueva ruta en 2023, desde Baviera hasta Andalucía, en el sur de España.
Este año, la ruta es de unos 2.800 kilómetros (1.740 millas), unos 300 kilómetros (186 millas) más larga que la del año pasado. A principios de este mes, desde un aeródromo de Paterzell, en la Alta Baviera, el equipo guió a 36 aves a lo largo de una etapa con un cielo azul brillante y un viento de cola que aumentó su velocidad.
El viaje completo a España podría durar hasta 50 días y terminar a principios de octubre. Pero Fritz dice que el esfuerzo va más allá de los ibis calvos septentrionales: se trata de allanar el camino para que también las demás especies migratorias amenazadas puedan volar.
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Dazio informó desde Berlín.