MOSINEE, Wisconsin, EE.UU. (AP) — A pocos días de su primer —y probablemente único— debate frente a la vicepresidenta Kamala Harris, el expresidente Donald Trump amenazó en su red social con encarcelar a los “involucrados en comportamientos inescrupulosos” en estas elecciones de Estados Unidos, las cuales aseguró que estarán bajo intenso escrutinio.
“Cuando gane, esas personas que hicieron trampa serán procesadas con todo el peso de la ley, lo que implicará largas sentencias de cárcel para que esta perversión de la ley no vuelva a ocurrir”, escribió Trump, sembrando de nuevo la duda sobre la integridad de los comicios, a pesar de que los casos de fraude electoral son sumamente raros.
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“Por favor, tengan en cuenta”, continuó, “que esta exposición jurídica incluye a abogados, operadores políticos, donantes, votantes ilegales y funcionarios electorales corruptos. Aquellos involucrados en conductas inescrupulosas serán buscados, detenidos y procesados a niveles, desafortunadamente, nunca antes vistos en nuestro país”.
El mensaje de Trump representa su amenaza más reciente de utilizar la presidencia para exigir represalias si gana un segundo mandato. No hay evidencia del tipo de fraude que Trump sigue insistiendo en que estropeó las elecciones de 2020. De hecho, docenas de tribunales, funcionarios estatales republicanos y su propio gobierno han confirmado que Biden ganó legítimamente.
Hace apenas unos días, el propio Trump reconoció en una entrevista en un podcast que, efectivamente, había “perdido por un pelo”.
Mientras que asesores y aliados del equipo de campaña de Trump lo han instado a enfocarse en Harris y a convertir las elecciones en un referéndum sobre cuestiones como la inflación y la seguridad fronteriza, en los últimos días Trump se ha desviado mucho de ese objetivo.
El viernes hizo una declaración sorprendente ante las cámaras, en la que sacó a relucir una serie de acusaciones pasadas en su contra de conducta sexual inapropiada, describiendo varias con detalles gráficos, a pesar de que negaba las acusaciones de sus denunciantes. Anteriormente, había comparecido de forma voluntaria ante una corte para una audiencia relacionada con la apelación que interpuso a una decisión que lo halló responsable de abuso sexual, con lo cual atrajo la atención a sus problemas jurídicos en la recta final de la campaña.
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Previamente el sábado, Trump había vuelto a ventilar sus inconformidades sobre una serie de temas, desde los delitos que se le imputan hasta la injerencia rusa en las elecciones de 2016, mientras hacía campaña en una de las zonas más acérrimamente republicanas del estado políticamente oscilante de Wisconsin.
"El Departamento de Justicia de Harris-Biden está tratando de encarcelarme —me quieren en la cárcel— por el delito de sacar a luz su corrupción", afirmó Trump en un mitin al aire libre en el Aeropuerto Central de Wisconsin, donde habló detrás de un vidrio a prueba de balas debido a los nuevos protocolos de seguridad implementados tras el intento de asesinato que sufrió en julio.
No hay pruebas de que el presidente Joe Biden ni Harris hayan influido en la decisión del Departamento de Justicia ni de los fiscales de imputar al expresidente.
Trump ha evitado prepararse para el debate en la forma en que se acostumbra, optando en su lugar por celebrar mítines y actos de campaña, mientras que Harris ha permanecido encerrada en un hotel histórico del centro de Pittsburgh, trabajando con sus asesores desde el jueves.
Hasta ahora, Harris ha aceptado participar en un solo debate, el cual será organizado por la cadena ABC.
En el mitin, Trump esbozó sus planes de “drenar el pantano”, lo cual trae a la memoria su mensaje ganador de la campaña de 2016, cuando se presentó como un personaje externo que desafiaba el statu quo. Aunque Trump pasó cuatro años en la presidencia, nuevamente prometió “expulsar a la clase política corrupta” si vuelve a ganar y “recortarle significativamente la grasa a nuestro gobierno por primera vez en 60 años”.
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Bauer informó desde Madison y Colvin desde Nueva York. El periodista de The Associated Press Josh Boak, en Pittsburgh, contribuyó a este despacho.