AJACCIO, Córcega (AP) — En la primera visita papal a Córcega, el papa Francisco defendió el domingo una forma dinámica de laicismo, promoviendo una forma de fe popular que distingue a la isla mediterránea de la Francia secular como un puente entre la sociedad religiosa y cívica.
En declaraciones al cierre de una conferencia sobre religiosidad popular, el papa describió un concepto de secularidad “que no es estático y fijo, sino evolutivo y dinámico”, que puede adaptarse a “situaciones imprevistas” y promover la cooperación “entre autoridades civiles y eclesiásticas”.
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El pontífice dijo que las expresiones populares de fe, como procesiones o la oración comunal del rosario, “pueden nutrir una ‘ciudadanía constructiva’” por parte de los cristianos. Al mismo tiempo, pidió que esas esas manifestaciones no se vieran sólo en términos de folclore, o incluso superstición.
En comentarios improvisados, el papa relató su experiencia como asistente a un festival en el norte de Argentina antes de su pontificado donde presenció la importancia de la religiosidad popular para los fieles “que busca una complicidad saludable”.
La visita a la capital de Córcega, Ajaccio, lugar de nacimiento de Napoleón, será una de las más breves de su papado fuera de las fronteras de Italia, con apenas unas nueve horas en tierra, incluyendo un encuentro de 40 minutos con el presidente de Francia, Emmanuel Macron.
Francisco estuvo acompañado en el estrado por el obispo de Ajaccio, el cardenal François-Xavier Bustillo, quien organizó la conferencia que reunió a unos 400 participantes de España, Sicilia, Cerdeña y el sur de Francia. La reunión de dos días examinó expresiones de fe que a menudo ocurren fuera de las liturgias formales, como procesiones y peregrinaciones.
A menudo específicas de los lugares donde se practican, las formas de religiosidad popular en Córcega incluyen el culto a la Virgen María, conocida localmente como la “Maddunuccia”, que según la creencia local protegió a la isla de la peste en 1656 cuando aún pertenecía a Génova.
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Córcega se destaca del resto de la Francia secularizada como una región particularmente devota, con 92 cofradías, o asociaciones laicas dedicadas a obras de caridad o religiosas, con más de 4.000 miembros.
“Significa que hay una colaboración hermosa, madura, adulta y responsable entre las autoridades civiles, alcaldes, diputados, senadores, funcionarios y autoridades religiosas”, dijo Bustillo a The Associated Press antes de la visita. “No hay hostilidad entre ambos. Y eso es un aspecto muy positivo porque en Córcega no hay hostilidad ideológica”.
La visita estuvo impregnada de expresiones de fervor popular. El papa fue recibido por niños en atuendos tradicionales y estuvo acompañado de forma continua por la música de bandas, coros y grupos de canto que son centrales en la cultura corsa, desde el aeropuerto a la ruta de la caravana, así como en el centro de convenciones y la catedral. Miles de personas se alinearon a lo largo de la carretera para saludar al pontífice y más lo saludaron desde ventanas.
Renè Colombani viajó en barco con otras 2.000 personas desde el norte de Córcega hasta Ajaccio, en la costa occidental, para ver al papa. “Es un evento que no volveremos a ver en varios años. Puede ser la única vez que el papa venga a Córcega. Y como queríamos ser parte de ello, hemos venido desde lejos”, dijo Colombani.
Desde la conferencia, el papa viajó a la catedral del siglo XVII de Santa Maria Assunta para reunirse con el clero, con una parada en el camino ante la estatua de la Maddunuccia.
Francisco celebrará una misa en el parque Place d’Austerlitz, donde se dice que Napoleón jugaba de niño. Se espera que asistan unos 7.000 fieles. Se reunirá en privado con Macron en el aeropuerto antes de partir en el vuelo de 50 minutos de regreso a Roma.
Se espera que hablen sobre crisis mundiales como las guerras en Oriente Medio y Ucrania y cuestiones relacionadas con el medio ambiente y el clima, dijo la oficina de Macron.
El pontífice no viajó a París a principios de este mes para el elaborado evento de reapertura de la catedral de Notre Dame después del devastador incendio de 2019. La visita a Córcega parece mucho más acorde con las prioridades de Francisco que una gran reapertura de catedral, al recalcar la “Iglesia de las periferias”.
Es el tercer viaje de Francisco a Francia. Todos han evitado París y los protocolos que conlleva una visita de Estado. Visitó el puerto de Marsella en 2023, en una visita de una noche para participar en una cumbre anual de obispos del Mediterráneo, y fue a Estrasburgo en 2014 para dirigirse al Parlamento Europeo y al Consejo de Europa.
Córcega es hogar de más de 340.000 personas y ha sido parte de Francia desde 1768. Pero la isla también ha registrado violencia independentista y tiene un influyente movimiento nacionalista, y el año pasado Macron propuso otorgarle autonomía limitada.