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Tensa tranquilidad en una ciudad siria ante aumento en episodios de violencia sectaria

Homs es la tercera ciudad más grande de Siria.

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Un miembro de la policía del recién formado gobierno sirio verifica la identificación de un conductor en un control de seguridad en Homs, Siria, el jueves 26 de diciembre de 2024. (Foto AP/Leo Correa) AP (Leo Correa/AP)

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Las renovadas fuerzas de seguridad en Siria inspeccionaron documentos de identidad y registraron vehículos en la ciudad central de Homs el jueves, tras las protestas protagonizadas por miembros de la minoría alauí, las cuales desencadenaron un tiroteo y reavivaron los temores sobre la fragilidad de la paz en el país.

Una calma tensa dominó el ambiente luego de que se instalaran puntos de control en toda Homs, la tercera ciudad más grande de Siria, que alberga una población diversa compuesta por musulmanes suníes, chiíes, alauíes y cristianos.

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Las fuerzas de seguridad están controladas por el antiguo grupo insurgente Hayat Tahrir al-Sham, el cual lideró la ofensiva que derrocó al expresidente Bashar Assad. En la carretera desde Damasco, los equipos de seguridad en los retenes dejaban pasar los automóviles sin llevar a cabo un control más estricto, pero en Homs revisaban las identificaciones y abrían los maleteros de los vehículos para buscar armas.

Hombres armados bloquearon la calle que lleva a la plaza anteriormente nombrada en honor al padre de Assad, Hafez Assad, donde sólo quedaba un pie de una estatua de él que alguna vez estuvo en el centro de la glorieta.

La plaza ha sido renombrada como Plaza de la Libertad, aunque algunos la llaman “la plaza del burro”, refiriéndose a Assad.

Las protestas estallaron allí el miércoles entre los alauíes —la secta minoritaria a la que pertenece la familia Assad— después de que circulara un video que mostraba un santuario alauí en Alepo siendo vandalizado. Funcionarios gubernamentales emitieron más tarde un comunicado en el que afirmaban que se trataba de un video viejo.

Las protestas del miércoles comenzaron pacíficamente, señaló Alaa Amran, el recién instalado jefe de policía de Homs, pero luego “algunos sospechosos... relacionadas con el antiguo régimen dispararon contra la policía y los manifestantes, y hubo algunos heridos”.

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La policía tomó el área e impuso un toque de queda para restaurar el orden, añadió.

Mohammad Ali Hajj Younes, un electricista que tiene una tienda junto a la plaza, dijo que las personas que instigaron la violencia son “los mismos shabiha que solían entrar en mi tienda y robarme, y yo no podía decir nada”, usando un término para designar a los miembros de la milicia pro-Assad.

Las protestas fueron parte de un mayor estallido de violencia el miércoles. Combatientes a favor de Assad atacaron a miembros de la nueva policía cerca del pueblo costero de Tartous, matando a 14 de ellos e hiriendo a otros 10, según el Ministerio del Interior del gobierno de transición.

En respuesta, las fuerzas de seguridad lanzaron redadas “para perseguir a lo que queda de las milicias de Assad”, informaron los medios estatales. La agencia de noticias estatal SANA informó el jueves por la noche que estallaron enfrentamientos en el pueblo de Balqasa en una parte rural de la provincia de Homs.

El tumulto dejó a muchas personas temerosas de que las condiciones relativamente pacíficas que han prevalecido desde la caída de Assad pudieran desmoronarse y dar paso a luchas sectarias a medida que el país comienza a recuperarse tras casi 14 años de guerra civil.

Aquellos que instigaron la violencia “están apoyados por partes que pueden ser externas que quieren la discordia para Siria y que regrese al punto inicial: el sectarismo”, manifestó Amran.

Ahmad al-Bayyaa, un alauí en el vecindario Al-Zahra de Homs, dijo que él, su esposa y tres hijas huyeron al pueblo costero de Baniyas cuando las fuerzas insurgentes llegaron por primera vez, pero regresaron un día después al escuchar de los vecinos que los combatientes no habían dañado a los civiles.

“Nos habían dado a entender que se produciría una matanza y asesinatos debido a nuestra identidad, y nada de eso ocurrió”, afirmó. “Regresamos, y nadie, desde la costa hasta Homs, me pidió mi identificación”.

Al-Bayyaa señaló que, antes de la caída de Assad, pasó 10 años escondido para evitar ser llamado al servicio de reserva del ejército y que tenía miedo de cruzar un retén en su propio vecindario. Después de que el ejército sirio colapsara frente al avance liderado por la coalición de grupos insurgentes islamistas suníes Hay’at Tahrir al-Sham (HTS), los residentes del vecindario instalaron un puesto de frutas y verduras en un tanque abandonado en un gesto de burla.

En el suburbio predominantemente cristiano de Fayrouzeh, un grupo de adolescentes se tomaban fotos entre ellas junto a un gran recorte de Santa Claus con un árbol de Navidad en la plaza del pueblo.

Los residentes del área dijeron que sus temores iniciales de que los nuevos gobernantes del país podrían atacar a las minorías religiosas se disiparon rápidamente. HTS alguna vez estuvo alineado con Al Qaeda, pero su líder, Ahmad al-Sharaa, anteriormente conocido como Abu Mohammed al-Golani, ha cortado lazos con el grupo y desde que llegó al poder ha predicado la coexistencia religiosa.

“Tuvimos una Navidad muy hermosa, aunque anteriormente hubo algo de ansiedad”, comentó Sarab Kashi, residente de Fayrouzeh. “Los integrantes de HTS se ofrecieron como voluntarios y se pusieron de guardia en la puerta de las iglesias”.

La mayoría suní de la ciudad, mientras tanto, dio la bienvenida a la nueva administración. Muchos de los jóvenes que ahora vigilan sus calles eran originalmente de Homs y fueron evacuados hace años a la ciudad de Idlib, la cual era controlada por la oposición, cuando las fuerzas de Assad consolidaron el control de sus áreas.

“Estos chicos eran niños pequeños cuando se los llevaron en autobuses verdes, y lloraban”, dijo Wardeh Mohammed, señalando a un grupo de varones jóvenes que vigilaban un puesto de control frente a una tienda de abarrotes en una de las principales calles de la ciudad. “Gracias a Dios han vuelto como jóvenes, como luchadores que nos han hecho sentir orgullosos”.

Los nuevos gobernantes del país ha tomado medidas para imponer orden después de los anárquicos días que siguieron a la caída de Assad.

Las antiguas fuerzas policiales y de seguridad fueron disueltas, y agentes de la policía en lo que antes era un gobierno regional encabezado por HTS en el noroeste, controlado por la oposición, fueron desplegados a otras áreas.

Amran, el jefe de policía, dijo que están en marcha campañas de reclutamiento para fortalecer a la policía, pero reconoció que los números actuales “no son suficientes para controlar la seguridad al 100%”. Las nuevas fuerzas de seguridad también han pasado apuros para contener la proliferación de armas, dijo.

Al-Sharaa ha dicho que el mosaico de antiguos grupos rebeldes se unirá en un ejército nacional unificado, pero aún no estaba claro exactamente cómo sucedería eso o si los grupos pueden evitar luchas internas.

En Homs, estaba claro que varias facciones armadas patrullaban las calles, en una coordinación a veces incómoda. Un oficial de HTS afirmó que un puñado de hombres armados que llevaban parches con un emblema a veces asociado con el grupo Estado Islámico no eran integrantes de su grupo.

Muchos temían otro estallido de violencia.

“Por lo que sucedió ayer, está claro que algunas personas quieren que el país retroceda” a los peores días de la guerra civil siria, dijo Al-Bayya, “y nadie quiere volver 14 años atrás”.

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