La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2024 (COP29), realizada en Bakú, Azerbaiyán, del 11 al 22 de noviembre del año pasado, marcó un nuevo capítulo en la lucha por reforzar el compromiso de limitar el calentamiento global a 1.5 grados Celsius (ºC).
Diferentes organizaciones no gubernamentales y expertos, entre ellos el Pacto Mundial, hablan de cinco grandes logros en torno a la COP29.
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La negociación del Nuevo Objetivo Cuantitativo Colectivo (NCQG) busca movilizar la financiación necesaria para que los países en desarrollo reduzcan sus emisiones y puedan adaptarse al cambio climático, mientras que el avance en los mercados de carbono permite a los países colaborar para reducir emisiones de manera más eficiente, comprando y vendiendo créditos de carbono en función de sus esfuerzos climáticos.
También, destacan los Informes Bienales de Transparencia (BTR) y el Objetivo Global de Adaptación (GGA), que lograrán avances como la creación de indicadores que permitirán medir cómo los países se están preparando para enfrentar los retos climáticos. Por último, está la renovación, por diez años más, del Programa de Trabajo de Lima sobre Género, asegurando que diferentes voces sean escuchadas y tengan un papel activo en la construcción de soluciones sostenibles.
COP30
El llamado para que la Amazonía fuera la sede del evento de este año fue liderado por el entonces presidente electo de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva durante la COP27, en Egipto en 2022, argumentando que era importante “que las personas que defienden la Amazonía y al clima conozcan de cerca esa región”.
La candidatura oficial de Belém se lanzó tras su toma de posesión, en enero de 2023, y fue aceptada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a finales del mismo año.
A meses de que comience el evento, Joao Cláudio Tupinambá, profesor de la Universidad de la Amazonía en Belém, y quien participa en los preparativos de la COP30, dijo a Metro World News que la elección de la ciudad para albergar la conferencia “es un reconocimiento al papel central que la selva tropical desempeña en la geopolítica y la economía del planeta”.
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Sin embargo, este también reconoce algunos de los retos de logística a los que se enfrentan la ciudad y sus habitantes, entre ellos servicios básicos a muchos de sus 1.3 millones de habitantes, un panorama similar al de muchos municipios de la región amazónica de Brasil.
En medio de la mayor cuenca fluvial del mundo, tanto en volumen como en superficie, el 23% de los habitantes de Belém carece de acceso al suministro de agua potable, mientras que el 83% no está conectado al sistema de alcantarillado. Cita también aspectos como vertederos al aire libre y una capacidad hotelera limitada, entre otros desafíos.
Para concluir, se dice optimista ante la que será la mayor cumbre sobre el cambio climático en la historia, concluyendo que “el camino hacia la COP30 puede ser accidentado, pero es momento de fomentar el protagonismo que solo nosotros, en la región, podemos tener”.
Tres preguntas a... Mónica Trujillo, investigadora, Stockholm Environment Institute:
A diez meses de la COP30, ¿qué suceso vale la pena destacar sobre el evento?
—En febrero, todos los países tendrán que haber presentado sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional actualizadas, en las que se describen sus planes de acción climática para reducir las emisiones y adaptarse a los impactos del cambio climático. Estos planes, basados en las conclusiones del primer Balance Global concluido en la COP28 en Dubái (cumbre que reveló que el mundo está lejos de cumplir los objetivos a largo plazo del Acuerdo de París), deberán elevar significativamente el nivel de ambición.
Por otra parte, si bien los gobiernos fijan la dirección del camino a seguir a través de estos planes e implementan políticas para facilitar su realización, los actores no estatales son vitales para implementarlos. En particular, el sector privado sirve como vehículo para desarrollar soluciones innovadoras y proporcionar la inversión necesaria para cumplir los objetivos climáticos.
¿Hemos avanzado lo suficiente en torno a la adopción de las llamadas tecnologías verdes?
—Las tecnologías verdes ofrecen soluciones innovadoras para mitigar el cambio climático y preservar la biodiversidad. Sin embargo, sus costos de producción todavía no son competitivos frente a tecnologías tradicionales. Los bioplásticos, por ejemplo, son una alternativa para reducir la dependencia de los plásticos convencionales, pero requieren inversiones para reducir sus costos y escalar su producción. Los avances en energía solar ilustran que las tecnologías emergentes pueden llegar a ser rentables y accesibles si reciben apoyo financiero a largo plazo.
Con proyectos piloto y centros de innovación que ya están en marcha en diversas regiones del mundo, el impulso a las tecnologías verdes tiene un gran potencial para la transición hacia economías bajas en carbono y basadas en la sostenibilidad. Sin embargo, para que estas tecnologías sean efectivas, los gobiernos y el sector privado deberán comprometerse a invertir en investigación y desarrollo.
¿Durante la COP30 deberían profundizar en materia de bioeconomía?
—Sin duda alguna. La bioeconomía es un modelo económico innovador que utiliza los recursos biológicos de forma sostenible, con el potencial de ser el puente entre agendas ambientales. La crisis climática y la crisis de biodiversidad están conectadas, aunque hasta ahora se han abordado de manera aislada. Este enfoque fragmentado resulta en desequilibrios presupuestarios y una falta de acceso equitativo al financiamiento privado. Las soluciones basadas en la naturaleza y la bioeconomía surgen como puntos de encuentro fundamentales para resolver esta desconexión.