La reparación de la red de agua y saneamiento del enclave palestino se torna cada vez en más urgente mientras que las autoridades israelíes “se niegan a aprobar los suministros”.
Tras quince meses de guerra, los continuos bombardeos israelíes sobre la Franja de Gaza han acabado con cientos de kilómetros de la red, especialmente en el norte del enclave y en la ciudad sureña de Rafá. En estas zonas los niveles de agua apenas se ubican en el 7% de lo que se llegó a registrar antes del 7 de octubre de 2023, cuando Hamás atacó Israel y se desató el conflicto a nivel regional.
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En concreto, en la provincia de Gaza del Norte los ataques israelíes han destruido prácticamente todos los pozos de agua.
Una vez alcanzado el alto el fuego, unas 700 mil personas han regresado a la zona y se han encontrado sus barrios arrasados y las pocas casas que quedan en pie no cuentan con agua debido a la destrucción de los tanques de almacenamiento que suele haber en los tejados.
Por otro lado, en la ciudad de Rafá más del 90% de pozos y embalses han resultado parcial o totalmente dañados, y la producción de agua es inferior al 5% de su capacidad previa al conflicto. A día de hoy tan solo dos de los 35 pozos de agua de la zona están operativos.
En total, Oxfam Intermón estima que más del 80% de la infraestructura de toda la Franja de Gaza ha quedado destruida parcial o totalmente, incluidas las seis principales plantas de tratamiento de aguas residuales, donde la mayoría de estaciones de bombeo también han sido destruidas. Casi todas plantas desalinizadoras y los pozos municipales han quedado destruidos.
Esto hace que se eleve el riesgo de propagación de enfermedades transmitidas por el agua y que la Franja de Gaza se adentre en un panorama “extremadamente sombrío y peligrosamente crítico”, si bien es cierto que el abastecimiento de combustible para las instalaciones de agua y saneamiento que no han sufrido daños, sumado a la llegada de camiones cisterna con agua, alivia la situación en algunas zonas de Gaza.
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La liberación de rehenes israelíes es pilar fundamental del acuerdo para el cese de hostilidades.
“Ahora que han cesado las bombas, apenas hemos empezado a comprender la magnitud de la destrucción de la infraestructura de agua y saneamiento de Gaza”, ha declarado la coordinadora humanitaria de Oxfam Intermón en Gaza, Clémence Lagouardat, quien ha incidido en que la mayoría de estas instalaciones “se han perdido por completo o están paralizadas”, tornando en “catastróficas las condiciones de higiene y salud”.
AUMENTA EL RIESGO DE ENFERMEDADES
La falta de agua potable, sumada al desbordamiento de aguas residuales, ha desencadenado una explosión de enfermedades infecciosas. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 88% de las muestras ambientales examinadas en Gaza están contaminadas con polio, lo que indica un “riesgo inminente de brote”; además, la diarrea y las infecciones respiratorias también están aumentando.
“A pesar del aumento de la ayuda desde el alto el fuego, Israel sigue impidiendo que lleguen los artículos críticos necesarios para comenzar a reparar los enormes daños estructurales causados por sus ataques aéreos. Esto incluye tuberías que se necesitan desesperadamente para reparar las redes de agua y saneamiento, y equipos como generadores para operar pozos”, ha añadido Lagouardat.
Oxfam Intermón denunció que un envío de unas 85 toneladas de tuberías, accesorios y tanques de agua --valorado en más de $400 mil dólares-- ha estado retenido durante más de seis meses en la frontera con Gaza hasta esta semana debido a que Israel consideró que era material de doble uso y “de gran tamaño” para permitir su ingreso.
De este modo, la organización ha incidido en la necesidad de reconstruir la red de suministro de agua y saneamiento como un paso “vital” para que la población de la Franja de Gaza inicie la senda hacia la normalidad tras 15 meses de guerra. El alto al fuego y el suministro de ayuda humanitaria se torna también imprescindible para permitir reconstruir la normalidad en el enclave.