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Reencontrarse dentro y fuera del aula después de migrar

Dejar su país fue solo el comienzo, pero, como querer es poder, Mariángel sigue evolucionando en su nuevo hogar

Mariángel Martínez despierta a las 6:30 de la mañana, apaga el abanico y comienza a alistarse para el día. Aunque esta rutina ya es parte de su vida, todavía siente que todo es nuevo. Se prepara rápido, toma su mochila y sale a la calle. Su casa queda a solo tres bloques de la escuela. Al llegar a la escuela, se sienta en un pupitre y mira alrededor. Escucha voces con acentos diferentes al suyo, pero ya empieza a acostumbrarse. Lo que más le preocupa en ese momento es la clase de inglés. Es un reto, las clases antes no eran tan complicadas.

Hace apenas tres años vivía en Santiago, República Dominicana, donde su realidad era otra. Ahora, a sus 17 años y en Puerto Rico, todo es distinto: la escuela, los amigos, las oportunidades y los desafíos.

Martínez llegó a la isla en 2022. Aunque su padrastro es puertorriqueño, la mudanza fue un cambio importante. Atrás quedaron los paisajes, los ríos que tanto le gustan y las costumbres de su vida en República Dominicana. Adaptarse no sucedió de inmediato. Allá solía ser una estudiante destacada en sus cursos, pero en Puerto Rico, cuando llegó a la escuela, estaba muy desmotivada y eso se vio reflejado en sus notas. Pero con el tiempo fue encontrando un espacio en su nuevo entorno. A pesar de los cambios, no ha perdido su esencia; le gustan las matemáticas y disfruta los retos que le presentan.

Mariángel ve la inmigración como una oportunidad, aunque reconoce que también ha sido sinónimo de dejar atrás parte de su identidad.

“No siento conexión con la vida que tenía allá”, dice.

Su naturaleza extrovertida le ha permitido disfrutar de una vida social activa y sin presiones por dejar de ser quien era para encajar en la comunidad. Destaca que prefiere rodearse de sus “amistades puertorriqueñas” y que no extraña la vida social en Santiago.

“Los amigos que me tocaron son muy buenos, están en los caminos del Señor”, arguye Martínez. Siente que estas amistades la acercan a un estilo de vida saludable. Acá, su visión del mundo cambió.

Mariángel, sigue enfrentando retos, como su desafío con el inglés, pero también abrazando nuevas oportunidades. La experiencia de vivir en otro país le ha enseñado a adaptarse, a luchar por sus metas y a encontrar en Puerto Rico un nuevo hogar. Durante su tiempo en la escuela superior de la Universidad del Sagrado Corazón, ha aprovechado al máximo los talleres y tutorías educativas para fortalecer su formación en diferentes materias.

Gracias a ese esfuerzo, recientemente fue admitida en el recinto de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico para estudiar finanzas, un paso clave en su camino profesional. Confiesa que no está del todo convencida y que también le atrae la contabilidad. “Pero, en lo que se va la confusión, pues estudiar finanzas, como para no perder el tiempo”, añade.

Al salir de clases, Mariángel asiste a los talleres que ofrece Sagrado para hacer sus tareas. Le gusta aprender cosas nuevas y ver cómo puede aplicar a su día a día lo que estudia. Después, regresa a casa y se sirve un plato de sancocho, su comida favorita. Luego, ayuda en la casa y mantiene el equilibrio entre sus estudios y su vida familiar.


Viviana K. Villafañe Irizarry es estudiante de Periodismo en la Universidad del Sagrado Corazón. Esta publicación es producto de una colaboración entre Metro Puerto Rico y el programa EntreMedios, dirigido por la profesora María de los Milagros Colón Cruz, de la Escuela de Comunicación Ferré Rangel. La historia fue publicada originalmente en La Península.

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