Vivimos en un mundo donde la realidad es devaluada ante la sobre valorización del deseo, la emoción, la mentira y la manipulación. Sin embargo, por más que queramos escapar de la realidad, ella tiene una esencia que la hace salir a flote y revelarse con fuerza avasalladora destruyendo la mentira.
Esta semana el gobernador trató de sentarnos en su falda y contarnos el viejo cuento de la nueva era. Con su típico timbre de voz nos decía “comenzamos una nueva era. El viejo Puerto Rico con sus deudas impagables, sus PROMESAS y sus entuertos presupuestarios quedó atrás. Ahora nos impulsaremos hacia una nueva era en nuestra Isla.” La zapata de esa nueva era es un acuerdo de la deuda de Puerto Rico en donde dice el viejo cuento “que nos pasamos por la piedra a los bonistas” recortándole el 80% de la deuda y pagando sólo un 20%”. Eso es embuste y demagogia. Eso es torcer la realidad.
La deuda de los bonos de Puerto Rico era de $18 billones de dólares. Puerto Rico se comprometió a pagar de esa deuda, $14 billones de dólares. Somos nosotros los que estamos pagándole, de entrada, el 80% de la deuda a los bonistas. Pero no se quedó ahí. Los $14 billones se los liquidamos en dos pagos. Un pago cash por aproximadamente $7 billones, que debe estar saliendo de las cuentas que Paquito controla en su batí-cueva en hacienda en estos instantes. El segundo, una emisión de bonos de aproximadamente $7 billones. Este segundo pago es otro capítulo del viejo cuento. Me explico.
Estoy seguro de que hoy estarán aclamando la gran acogida que han tenido los bonos emitidos por Puerto Rico como intercambio por los bonos antiguos. Achacándole que, por dicha acogida, Puerto Rico vuelve a tener reconocimiento crediticio en los mercados municipales de los Estados Unidos. Nada más lejos de la verdad. El asunto aquí es que el bizcochito de estos nuevos bonos venía acompañado con un frosting. Esa azuquita es que nos comprometimos a pagar esos bonos a una tasa de interés altísima (por encima del 5%, cuando debería ser al 3.5%), por un periodo larguísimo de diez (10) años, sin poder renegociarlos o prepagarlos. Hoy, los bonistas reciben $7 billones en unos bonos que van a vender en el mercado mañana a un aproximado de $8.5 billones. Así, el pago de la deuda de 18 billones, para los bonistas se traduce en un pago de aproximadamente $15.5 billones. La reducción de la deuda real fue de $2.5 billones de dólares.
Pero no se preocupen, pues cuando la Juez le impartió su aprobación al acuerdo todos los profetas de la nueva era nos dijeron que Puerto Rico podría salir adelante siempre y cuando todo saliera bien en los próximos veinte (20) años. Todavía la tinta del acuerdo no se había secado y ofrecíamos aumentos a empleados públicos con fondos federales no recurrentes, tratamos de legislar nuevos barriles de tocino e intentamos imponer nueva legislación laboral y nuevos impuestos a la propiedad inmueble. Finalmente, explotó la guerra en Ucrania con sus efectos en el precio del crudo, entre otros.
Nada, que la realidad tiende a ser alfiler ante el globo fantasioso del viejo cuento de la nueva era.
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