Opinión

Opinión de Julio Rivera Saniel: La isla que se apaga…en primavera y en invierno

Para muchos parece increíble. Para todos es, cuando menos, indigno. La isla quedó en penumbra, una vez más. Y aunque las razones aún siguen siendo una gran melcocha de explicaciones y conjeturas, no es mucho lo que hay que explicar a la hora de describir la impotencia y coraje que este nuevo episodio ha causado. Un mal sabor de boca general que solo se agravó luego de escuchar aquel discurso que, entre poesía y lecciones de autoayuda, intentaba hacernos enfrentar con buena cara un mal tiempo inesperado, inmerecido y doloroso.

No podemos evitar recordar que la oscuridad solo nos hizo recordar como colectivo que apenas unos días atrás se anunciaba un nuevo aumento en la factura de la luz. Por eso -cuando menos- se espera que este tipo de episodio venga acompañado de respuestas rápidas. De sentido de urgencia. De prisa. Porque claro que hay que tenerla cuando se empuja a los ciudadanos y al sector privado a una situación limite. De parsimonia se espera muy poco porque la urgencia es real. Pero no fue el caso.

Y si había urgencia, no lo pareció. El ultimátum del Gobernador para reestablecer el servicio en “24 horas” se tornó realmente en una exhortación que rayaba en la súplica. Solo eso explicaría que el plazo extendido al administrador privado de la red de transmisión y distribución no se cumplió y que ello no tenga consecuencias aparentes.

Por ello urge rendimiento de cuentas. Luma Energy, la compañía que maneja la red eléctrica, será muy privada, pero los fondos que maneja son muy, muy públicos. Todos ellos. Eso, indudablemente obliga no solo a rendir cuentas sobre el uso del dinero sino que también a la transparencia y la accesibilidad de sus directivos. Esa accesibilidad, debe reconocerse, se da en el caso de los portavoces locales de la compañía. No así en el caso de su presidente, Wayne Stensby, que desde su llegada a la isla ha mostrado resistencia a rendir cuentas y ha mostrado una prepotencia pocas veces vista. Y aquí ya conviene comenzar a dar respuestas.

En lo inmediato, explicar sin lugar a dudas qué fue lo que provocó la explosión que nos dejó a vela y quinqué. También, si es cierto que LUMA dejó en pausa un plan de mejoras y sustitución de interruptores que habría hecho que el pasado diciembre esas piezas que operan con aceite (como la que explotó) hubieran sido sustituidas por interruptores con gas. Si ese plan se retrasó y, de ser así, las razones para su posposición, son datos que deben ser aclarados cuanto antes. Ayer, a pesar de las preguntas realizadad en una conferencia de prensa, los portavoces de LUMA no se dieron por enterados de lo que se cuestionaba.

Para seguir aclarando el récord, resulta indispensable que el Gobierno haga que LUMA y FEMA sean confrontados sobre su responsabilidad en la tardanza con el plan de mejoras del sistema eléctrico. Resulta increíble que a cinco años del paso del huracán María y tras múltiples anuncios de miles de millones de dólares, todavía a estas alturas ese plan no se haya completado y, peor aún, parecería que ni siquiera comenzado. La razón que sea en esta etapa no puede ser otra cosa que bochornosa y solo explicable en el contexto de una burocracia que harta. Que ahoga cualquier esfuerzo de acelerar procesos que deberían ser urgentes. LUMA no ha tenido la mejor carta de presentación ante el país, pero, tras María, tampoco la tiene FEMA que ha probado ser aun más burocrática que las agencias locales. Y eso no es poca cosa.

A lo anterior es importante que el Negociado de Energía explique cómo es posible que accediera a que LUMA este protegido por una cláusula que le releva de responsabilidad en casos en los que los abonados pierden enseres y alimentos tras fallas en su operación. Este asunto se denunció en su momento, pero nadie pareció adjudicarle la importancia necesaria. Ahora, con toda la población sin luz y múltiples reportes de perdidas económicas de individuos y el sector privado, las advertencias quedaron validadas.

Por último, me parece imprescindible que comencemos a discutir cómo el actual escenario nos coloca en mejor posición para incentivar el desarrollo económico. Antes de lo que se ha llamado “la transformación energética de la isla” se insistió en asegurar que nuestra luz era demasiado cara y demasiado inestable como para atraer inversión. Y aquello era cierto. Pero ¿esque acaso ahor es menos cara y más estable? La respuesta a esa pregunta parece evidente. ¿Cómo es que contribuye al tema del desarrollo económico local que nuestros apagones sean publicados hasta en el China Times en un claro destaque de la fragilidad de nuestro sistema?

No. No hay mucho de poesía y sí bastante de agravio en el hecho que se pretenda que nos conformemos con una isla que se apaga a la menor provocación. En primavera y en invierno.

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