Opinión

Opinión de Juan M. Frontera Suau: No es tiempo de traquetear con la Constitución

Hay que poner oído en tierra.  Desde el verano de 2019, ciertos grupos en Puerto Rico viene dándose golpes en el pecho de haber logrado la renuncia de un gobernador y tratándose de adscribir el control y la capacidad de recrear dicho momento.  Lo cierto es que la historia enseña que sucesos como el del verano del 2019, no los controlan unos grupos específicos, ni monolíticos, sino que se dan convergencias de distintos sectores, incluyendo antagónicos entre sí, con el propósito de expresar una inconformidad, que, a la misma vez, tampoco es monolítica ni definida por un solo sector ideológico. En aquel momento trataron con todas sus fuerzas de arrimar las brasas de ese fuego a su deseo principal, abrir la constitución de Puerto Rico para reescribirla.  No se les dio, pero no se han rendido.

El eco de aquel tambor que reclamaba cambios estructurales fundamentales a nuestro sistema de gobierno, y la alegada necesidad de abrir a una asamblea constituyente para reescribir nuestra constitución siguen resonando.  Resuenan desde aquellos lugares que buscan arrimar poder político a sus sectores, pues de otra manera no los tendrían, o lo seguirán perdiendo. Se quejan de que nuestra constitución es difícil de enmendar ya que se requiere de dos terceras partes para la aprobación de una propuesta de enmienda, permitiéndole a una minoría de 33% en cualquiera de las cámaras legislativas, bloquear cualquier propuesta de reforma constitucional.

Por otra parte, se quejan de que el proceso de enmienda constitucional descansa en su inicio exclusivamente en la legislatura y no permite la iniciativa popular para la reforma constitucional. Quisieran que con la mera recolección de firmas se pudiesen proponer enmiendas constitucionales y someterlas directamente a la ratificación del pueblo mediante referéndum.  Por otra parte, proponen procesos de revisión constitucional por medio de una Convención Constituyente a convocarse también por iniciativa popular y no legislativa.  Alegan que estas opciones hacen más democrático nuestro sistema, haciéndolo uno mas estable, pues responde verdadera y directamente al pueblo.

No es tiempo de traquetear con nuestra constitución. Puerto Rico no sufre de un problema constitucional, ni de una crisis constitucional. Puerto Rico sufre de una crisis de gobernanza, no en las estructuras, sino en el carácter de aquellos que nos gobiernan.  Sufre de un déficit democrático mientras el resultado de las decisiones de nuestra clase política nos ha traído a la quiebra económica y con ello, a la quiebra democrática con la imposición de la Junta de Supervisión Fiscal.

Enfrentemos como pueblo nuestras malas decisiones en el pasado, y las consecuencias que ellas nos han traído.  Pongamos la mirada en una nueva ruta hacia el futuro, en nuestra gente capaz, de carácter, con visión y con deseo mejorar, sacrificándose para un futuro mejor.

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