Durante décadas, el aborto ha servido de punta de lanza en las campañas políticas de los republicanos: la retórica de línea dura movilizó fuertemente a los votantes en contra del aborto, pero los tribunales bloquearon la legislación de línea dura antes de que pudiera alienar al resto del electorado.
Eso está a punto de cambiar drásticamente. Como comentáramos en nuestra columna anterior, un borrador filtrado de una opinión del Tribunal Supremo dio a conocer que una mayoría de cinco jueces tiene intención de revocar Roe vs. Wade, la decisión de 1973 que legalizó el aborto en todo el país. Si esa mayoría se mantiene, los estados tendrán plena autoridad para redactar su propia legislación sobre el aborto por primera vez en casi medio siglo. Propuestas que hasta ahora han sido simulacros, de repente se convertirán en realidad.
Eso podría afectar la vida de millones de mujeres. En un puñado de estados, también podría cambiar la política. La mayoría de los estadounidenses apoyan el derecho al aborto, hasta cierto punto. Una nueva encuesta realizada por el Centro de Investigación Pew en marzo y publicada el viernes, encontró que el 61% de los estadounidenses expresó que el aborto debería ser legal todo (19%) o la mayoría (42%) del tiempo.
Por otro lado, solo el 8% expresó que el aborto debería ser ilegal en todos los casos, mientras que un 29% expresó que debería ser ilegal en la mayoría de los casos o con limitadas excepciones. Esos resultados son consistentes con una serie de otras encuestas de opinión sobre el aborto.
Hasta ahora, un tema tan complejo como el aborto se ha reducido a un debate binario: Roe vs. Wade, a favor o en contra. Pero en los próximos meses, eso cambiará a medida que el argumento se traslade a las capitales estatales, donde los legisladores recién empoderados por la decision del Tribunal Supremo darán paso a la consideración de proyectos de ley con impacto real.
Los demócratas en los últimos días han tratado de alinearse con los votantes del medio. Desde el presidente Biden para abajo, usaron repetidamente la palabra “extremo” para describir las propuestas republicanas sobre el aborto y hablaron sobre su oposición a las prohibiciones absolutas.
A los republicanos les será más difícil igualar cualquier movimiento hacia el centro. No pueden darse el lujo de alienar a la gran facción antiaborto de su partido. De hecho, muchos estados conservadores se han movido agresivamente en la otra dirección, promulgando leyes que prohíben todos los abortos, incluidos los que resultan de violaciones.
Los legisladores de algunos estados han propuesto ir más allá. Por ejemplo, en Luisiana, esta semana, un comité legislativo aprobó una medida para clasificar los abortos como homicidios y someter a las mujeres a enjuiciamiento si interrumpen sus embarazos en cualquier momento después de la concepción. Es posible que la propuesta no se convierta en ley, pero ilustra cómo el impulso de las restricciones se ha vuelto más radical.
Esfuerzos como ese podrían ayudar a impulsar la participación demócrata, y no solo en los estados donde se están considerando las medidas. Lo que sucede en otros estados es relevante en todos los estados como hemos podido ver con la cobertura a nivel nacional que ha recibido la ley de Texas que prohíbe los abortos después de unas seis semanas de embarazo. El impacto que tenga la decisión del Supremo, el subsiguiente debate y las piezas legislativas a ser consideradas en los distintos estados, en las elecciones de noviembre de este año está por verse. Lo que queda claro es que en este ciclo, más que en cualquier otro, el tema será utilizado como balón político por ambos partidos en aras de afianzar su base electoral y ganar ventaja sobre el oponente.