Celebramos el Día de las Madres el domingo pasado y no puedo dejar de reflexionar sobre las condiciones materiales y los niveles de vida de la mayoría de las madres de Puerto Rico. Esto incluye las que residen en el archipiélago y las que no. No me tomó mucho darme cuenta que no están bien y es deber de todas mejorarlas.
Las terribles políticas neoliberales y de austeridad impulsadas por la Junta de Control Fiscal han sido aceptadas y bien recibidas por las administraciones PNP y PPD en detrimento del pueblo. Políticas que han recortado las pensiones que son el sustento de vida de quienes ya se retiraron. Llevaban décadas preparándose y haciendo arreglos económicos para poder disfrutar su retiro y ahora, simplemente no les da para vivir. El gobierno le ha arrebatado las pensiones a quienes más han trabajado por nosotras. Les roba a adultas mayores su paz, su tranquilidad y la habilidad de gozar de una buena calidad de vida. Esto es inaceptable.
El costo de vida ha aumentado: la vivienda, planes médicos, medicinas, la gasolina, la electricidad, los alimentos y otros. A esto le tenemos que añadir los imprevistos que requieren, en muchas ocasiones, desembolsar grandes cantidades de dinero: los arreglos a los autos causados por las malas condiciones de las carreteras, enseres eléctricos que se dañan y alimentos que se pierden por los apagones, enfermedades que requiren pagar por tratamientos y procedimientos costosos. También, nuestras madres en muchas ocasiones son quienes se encargan de ayudar con el cuido de nuestra niñez toda vez que las leyes laborales no conceden suficientes garantías y protecciones que permitan a las madres encargarse de la crianza sin temor a perder el empleo.
La crianza requiere que la sociedad y el gobierno aseguren mejores condiciones de vida no solo para la niñez, pero también para quienes se encargan de esa niñez. Por nuestras madres y por nuestra niñez, debemos romper con el bipartidismo corrupto que defiende los recortes a nuestro presupuesto y las políticas de austeridad.