Érase un jueves, 14 de julio de 2022 cuando regresé a las salas de cine, luego de cinco años sin pisar una. Como nena chiquita fui a la primera tanda del día del estreno del documental ‘Serán las Dueñas de la Tierra’. Fui sola a propósito, pues no quería distracciones, ni conversar. Quería ser una con la pantalla. En aquella sala pequeña y acogedora también estuvieron un señor mayor con una mujer y un niño, otro señor junto con una anciana y, justo cuando comenzó el documental, llegó una pareja de ancianos. En ese momento se me aguaron los ojos, pues me dio felicidad imaginarme las razones por las cuales aquellas personas decidieron ver el documental en aquel preciso momento y lugar. En mi caso, quería aprender y disfrutar y, a la misma vez, apoyar al cine y la agricultura local.
El documental expone la labor de tres agricultores jóvenes puertorriqueños en terrenos alquilados y su compromiso con la agroecología y con la soberanía alimentaria de Puerto Rico. También muestra su inestabilidad económica y las trabas que limitaron y, en un caso, detuvieron su misión de proveer alimentos locales, orgánicos y saludables a las familias puertorriqueñas.
Felicito a las personas detrás del documental, pues captaron perfectamente el compromiso, lealtad y amor, al igual que la tristeza, decepción y enojo de los agricultores. La selección del sonido y la fotografía fue muy detallista. Por mi parte, comento que sentí felicidad, esperanza, amor, admiración y, a la vez, tristeza, frustración y enojo. ¡Qué manera de hacerme sentir viva!
Una de mis partes favoritas del documental fue la escena en que manos infantiles desenterraron su cultivo, mientras los dueños de dichas manos se asombraron del tamaño del resultado de su siembra. Viví su felicidad. Otra escena que me tocó fue cuando alguien mencionó con desaliento que todo Puerto Rico es campo. A propósito, he escrito estos ‘spoilers’ sin que sean ‘spoilers’ reales, pues quisiera que todos se vivan el documental como si estuvieran presenciado algo nuevo y desconocido.
De más está decir que recomiendo que todos vayan a ver el documental. Me lo viví de principio a fin, y cuando culminó…quería más. Necesito una secuela. Creo que lo volveré a ver, pues quiero volver a presenciar algunas escenas que me encantaron y quiero asegurarme de no haberme perdido nada debido a mi déficit de atención. También quiero intentar verlo objetivamente, aunque reconozco que sería muy difícil, pues toca temas e incluye eventos muy arraigados a nuestro ser como puertorriqueños.
Soy bióloga, ambientalista y educadora. Sé muy poco de la parte práctica de la agricultura, pero conozco muchos practicantes, incluyendo personas que vi en el documental. Esto me hizo pensar que me falta mucho por aprender y adentrarme en este mundo, pero que voy por buen camino. También quiero pensar que escribir esta reseña servirá para que los ‘actores’ del documental se sientan orgullosos y para convencer a los dudosos de que vayan a verlo.