El sistema energético es un servicio esencial de vida o muerte para los ciudadanos. Hay quien pudiera pensar que es una exageración, pero pregunte a las miles de personas que dependen de la energía para mantener encendida una máquina, que a su vez lo mantiene con vida, ya sea en su casa o un hospital. Por eso se me hace complicado ver como “aceptable” que se utilice este asunto como agenda política e ideológica por diversos sectores. Hablemos de las realidades en este caso.
La AEE fue desestabilizada en infraestructura, y financieramente, por los gobiernos penepés, populares y todos aquellos que se beneficiaban económicamente de ella y cuyo único interés o prioridad no era el pueblo, y eso incluye a los sindicatos.
El servicio de la AEE bajo el gobierno era pésimo en todas sus facetas, producción de energía, transmisión, servicio al cliente, etc.
El pueblo se hastió de la AEE en manos del gobierno y querían un cambio en la corporación que depende del petróleo para producir energía.
Un grupo (los sospechosos usuales) se encargó, con éxito la mayoría de las ocasiones, de promover el descarrilamiento de cualquier proyecto (molinos de viento, gasoductos, waste to energy…) que amenazara la dependencia del petróleo, y por eso hoy seguimos teniendo la dependencia del costoso combustible.
Esos mismos hoy preguntan por qué aumenta la factura de la luz, pero aún conociendo el porqué, esconden en el debate que es por el aumento en el costo del petróleo que ellos mismos protegieron oponiéndose a todo. El pueblo que le hizo coro en la oposición a todo hoy se rascan la cabeza cuando se les plantea que dependemos del incontrolable costo del petróleo porque ellos mismos se unieron a la oposición a todo.
No hay duda que LUMA fue un desastre cuando entró en control del sistema de transmisión, mejoró con el tiempo y ha vuelto a empeorar. ¿Esa es la razón del aumento en la factura? Veamos.
Sin combustible no hay energía, y si no se paga ese combustible al precio que el mercado nos imponga, sencillamente no tendremos luz. Esto no funciona como si pudiéramos plantearle a los países exportadores de petróleo “¡Papá! Te voy a pagar esto… es lo que hay, mira a ver, ¿lo tomas o lo dejas? Te estoy imponiendo un tope. ¡Yo soy boricua pa’ que tú lo sepas!” y esperar que ellos digan “¡Dale! Cuadramos por eso”.
Cuando la AEE aumentaba la factura de la luz por el aumento del combustible, una mansita y dócil UTIER explicaba al pueblo para que comprendieran porqué había que aumentar la factura. En el programa Día a Día (Telemundo), expresaba Ángel Figueroa Jaramillo: “Esto es una noticia que a nadie le agrada, pero es un proceso que se hace cada trimestre, que tú lo que haces es que concilias lo que haz cobrado, con las proyecciones que vas a hacer y lo que te costó realmente el petróleo. Un ejemplo hipotético, de enero a marzo tú dijiste “te va a costar $4.00 el barril porque hiciste unas proyecciones, conforme a los mercados del Golfo de México, cuando llega abril, tu dices ¿déjame ver cuánto realmente me costó? Si te costó menos de los $4.00 el barril, te costó $3.50, pues los próximos tres meses baja ese costo de combustible (en la factura), pero de igual forma, si fue más pues tienes que aumentarlo para recuperar ese dinero, y eso pasa cada tres meses”. Hoy el planteamiento no es que la factura aumenta porque aumentó el costo del combustible, hoy es que LUMA te aumentó la factura. Ahora, ¿escucharemos a esos mismos, cuando baje el costo del petróleo decir que LUMA bajó la factura? Obviamente no. Ahí dirán que no fue LUMA, que fue que bajó el costo del petróleo.
Esos son los dobles discursos, cuando bajo una misma circunstancia cambian, moldean o esconden información, explicaciones o hechos para que no afecten, precisamente sus agendas.
Hace unos días escuchaba en Jugando Pelota Dura (Teleonce) al empleado de la AEE, Jorge Bracero, quien se dio a conocer en la redes sociales explicando en arroz y habichuelas situaciones técnicas de la operación de la corporación pública, plantear que no tenía explicación de porqué aumentaba la factura de la luz. Bracero ha mostrado conocer muy bien la operación, sabe que se depende de combustible y que el costo de ese combustible se ha duplicado de hace dos años para acá. Indicaba: “Te voy a decir una cosa, la factura mía de luz me llegó de $590.00. Y el mes pasado fueron $520.00. O sea, ya yo estoy en unos números que yo los miro y digo, esto es ilógico. Y estar diciendo “No, es que nosotros no hemos hecho un aumento a la tarifa”, ¿entonces qué yo estoy pagando?”. La respuesta es que está pagando el aumento en el costo del combustible, es sencillo. ¡Ah! Y un aumento que pide la AEE para poder pagar el alza en el combustible. Por como está conformado el contrato, corresponde a LUMA ir al Negociado de Energía a solicitar los aumentos, para lo que es de ellos y también lo que es de la AEE, y en este caso es para la AEE pagar el alza en el petróleo.
Yo no confío, ni le creo, muchas cosas a LUMA, pero tampoco a la AEE. A ambos hay que tenerlos bien amarrados con el leash y de cerca. LUMA ha llegado con prepotencia y sintiéndose protegida, con razón, por La Fortaleza. Esa es otra realidad innegable. Sin embargo, eso no incide en el costo energético que tenemos.
LUMA nos regala razones para señalarlos con frecuencia, pero decir que la factura aumentó por ellos es falso. Adoptar ese discurso puede resultar contraproducente porque cuando se miente en este argumento, pues ¿cómo creer en el próximo si se ve que es una agenda?