Esa es la consigna que mueve a un sector del país y que señala con frecuencia el ex gobernador Alejandro García Padilla para acentuar como dicho sector se opone a todo porque es su cultura, su ADN.
Hay muchos ejemplos para destacar esto, pero voy a enfocar en dos.
Hace más de 30 años venimos hablando del manejo de desperdicios sólidos porque solo tenemos 100 millas por 35 de isla y nuestra cultura ha sido enterrar la basura. Con espacio limitado, se podía esperar que en algún momento no quedara para enterrar más. Los gobiernos y el pueblo patearon la lata. Hace 10 años se discutió un proyecto en Arecibo para disponer de la basura quemándola con tecnología moderna para proteger el ambiente, como se hace en Estados Unidos, Europa y otras partes del mundo, y al mismo tiempo, en ese proceso de quema, se producía energía. La propuesta en ese entonces conllevaba separar el material reciclable para reusarlo. A ese nivel ambiental estaba el proyecto.
¿Qué pasó? Los mismos que se oponen a todo, todo el tiempo, se opusieron. Meter miedo funciona perfectamente bien en los puertorriqueños. En parte por eso no avanzamos mucho. En aquel momento, precisamente a base de miedo, descarrilaron el proyecto utilizando pietajes y fotos de la década de los ‘70, para decir que dicha planta haría daño a la salud. Esa misma planta está al lado de la finca de los cranberries que se usan para el jugo que usted se toma. Un lugar con una comunidad alrededor, escuelas, urbanizaciones y otros en Massachusetts. No hubo, ni hay incidencia adversa a la salud allí. Pero el miedo que metieron pudo más.
Hace unos días la Asociación de Industriales expresó su alarma al indicar que en la isla hay una crisis de basura en Puerto Rico porque la EPA va a cerrar 11 de los 29 vertederos que hay en la isla. ¿Ha escuchado usted a la “Madres de Negro” de Arecibo protestar? ¿Ha escuchado al Sierra Club levantar su voz como la levantaron contra la planta Waste to Energy en Arecibo? De hecho, recuerdo que en aquella discusión trascendió que el vertedero de Arecibo lanzaba los lixiviados al Caño Tiburones y todos hicieron silencio, conociendo lo que ocurría. Eso demuestra la hipocresía en estos grupos que se autodenominan “ambientalistas”. Sus actos protegieron a la compañías que enterraban, y que hoy siguen enterrando basura en la isla, protegieron ese negocio, ¡punto!. Una vez descarrilaron el proyecto, se fueron para sus casas. Al final del camino, con las oposiciones a todo, será usted también el que tendrá que ponerse la basura de sombrero en algún momento.
¿Otro ejemplo? Recuerdo para la década de los ‘90 a las “organizaciones ambientales” hablar de la energía renovable. Era un discurso en contra de la quema de combustible para generar electricidad y para proteger el ambiente. En ese entonces la energía renovable no estaba tan avanzada como hoy, y como toda nueva tecnología, el producto suele ser más costoso en sus inicios. Recuerdo que otros grupos levantaban el argumento de que esa energía limpia era muy costosa y los autodenominados ambientalistas argumentaban que era cierto, pero que había que proteger el ambiente.
Años más tarde, los que se oponían al combustible en los ‘90, se opusieron a los contratos de energía renovable en la AEE porque eran muy costosos. Son los grupos “proponlo que me opongo”.
La oposición con campaña de miedo, y en ocasiones con violencia de estos grupos, influyen con éxito en los políticos que toman las decisiones pensando en las elecciones y hoy vemos los resultados.
Hoy, 30 años más tarde, seguimos dependiendo de enterrar basura para manejar los desperdicios sólidos y seguimos dependiendo, en gran medida, del petróleo para producir energía. Entonces, los que se dejaron influenciar por el miedo en el pasado o cantaron el corito de los “ambientalistas” son muchos los mismos que hoy se quejan porque no hay donde enterrar más basura y/o porque la factura de la luz aumenta gracias al costo del petróleo.
Más reciente, nadie le hacía caso al abandonado Hotel Normandie. Todos mirábamos para el lado. Llegó un empresario extranjero, lo compró, y empezaron las quejas de los mismos de siempre. Este hotel ha fracasado en los últimos intentos de rehabilitarlo porque ni siquiera tiene estacionamiento. Se propone hoy la construcción de un estacionamiento multi-pisos y ya empezaron las objeciones y críticas. Tómese otro caso, el del terreno del Condado, un espacio abandonado. Nadie en la comunidad se preocupaba. Se vende y de inmediato salieron casi los mismos a oponerse. ¡Ni lo miraban!
Lo que cosecharemos en el futuro es lo que sembramos hoy y estamos sembrando oposición “mete miedo” a casi todo. No espere un futuro prometedor, ese futuro es de Dominicana.